La explanada del MNA fue escenario de la gala poética y musical con la que se celebró el Día Internacional de la Lengua Materna y el Año de la Mujer Indígena

Domingo 23 de febrero de 2025, p. 2
Poco después de que cesara una brisa inquietante, la luz dorada volvió a iluminar la explanada del Museo Nacional de Antropología (MNA), donde ayer se llevó a cabo LenguAbuelas: La ancestralidad tiene origen, gala escénica inscrita al Día Internacional de la Lengua Materna y el Año de la Mujer Indígena, éste, declarado por el gobierno mexicano.
A las 17 horas, el sonido del viento se mezcló con el silbido de los caporales y el tintineo de los cascabeles. Las voladoras de Cuetzalan del Progreso, Puebla, hicieron historia al elevarse por primera vez en la explanada del recinto. Subieron a la estructura de 32 metros con una majestuosidad que hizo contener la respiración a los presentes.
Decenas de visitantes, además de representantes de la prensa y funcionarios del ámbito cultural, se congregaron para atestiguar la ceremonia.
La bailadora afrodescendiente Rubí Oseguera Rueda marcó el ritmo con un zapateado vigoroso que resonó en la explanada. A su lado, el jaranista Patricio Hidalgo arrancó los primeros acordes de La Caña, mientras el sonido de la trompeta del zapoteco Abraham Osorio se entrelazaba con las voces de las cantantes y compositoras Natalia Cruz y Leika Mochán.
La emoción creció cuando las poetas Natalia Toledo, Celerina Sánchez, Enriqueta Lunez y Mikeas Sánchez alzaron sus voces en un recital de versos que invocaban la memoria y la identidad: Encuentra mis besos escondidos que juegan a ser lluvia
. Juguemos a ser libres como los ríos que no tienen cauce
.
Las palabras parecían flotar y caer como pétalos sobre los espectadores, que escuchaban atentos. Entre el público, algunos cerraban los ojos, dejándose envolver por el ritmo y la cadencia de los idiomas que han resistido siglos de imposiciones.
Desde el escenario, el actor Carlos Camarillo, disfrazado de tlacuache, narró la majestuosidad de las culturas originarias y el papel crucial de sus lenguas en el patrimonio nacional. Su discurso, escrito por el poeta nahua Mardonio Carballo, resonó con un mensaje de resistencia:
Los pueblos indígenas son los guardianes de la tierra, los protectores de la naturaleza y los hijos de la sabiduría ancestral. No podemos seguir volando su voz. La voz de los pueblos indígenas es la voz de la humanidad. Escuchémosla, respetémosla y defendámosla.
En entrevista con La Jornada, Mardonio Carballo explicó: “se nos ocurrió la idea de la abuela porque mucho se habla de la ancestralidad, pero poco se reconoce a aquellas que han permitido que estas lenguas pervivan.
“Se llaman lenguas maternas porque son herencia de las madres a los hijos. Decidimos llamar a este espectáculo LenguaAbuelas porque la ancestralidad tiene un origen que radica en la mujer.”
Para la poeta zapoteca Natalia Toledo, esta gala fue más que una presentación artística. Compartió su emoción por encontrarse con compañeras poetas con las que ha recorrido un camino de lucha y creación desde la juventud:
Las lenguas deben celebrarse así, vivas, sonando, latiendo. No quiero acudir a su sepelio. Todavía hay muchas que van cojeando, pero la misma gente se está organizando para que sigan existiendo.
El espectáculo continuó con la actuación del baterista Gustavo Nandayapa, mientras niños de la Casa de la Niñez Indígena de Chicontepec emergían para interpretar poemas en sus lenguas originarias. Sus voces, aún infantiles pero llenas de convicción, recordaron la importancia de la transmisión intergeneracional.
Después de la intervención de los voladores de Chapultepec, el cierre de la noche estuvo a cargo de Natalia Cruz, quien, acompañada por su esposo, Abraham Osorio, y sus hijos, ofreció una conmovedora interpretación de la canción Arrullo. Luego, los niños de Chicontepec repartieron flores a los asistentes y recitaron más poemas.
Al término del espectáculo, funcionarios culturales coincidieron en la importancia de reconocer y promover la riqueza lingüística de México, especialmente la vitalidad de sus lenguas indígenas.
Claudia Curiel de Icaza, titular de la Secretaría de Cultura (SC) federal, agradeció el trabajo de los involucrados: Nos interesaba mucho realizar esta actividad en una plaza pública para celebrar la lengua materna
; destacó que, por primera vez, fueron las mujeres quienes participaron en el vuelo del palo en el MNA.
Es fundamental seguir fortaleciendo la preservación de las lenguas en un país que tiene 68, más sus variantes. Hoy fue un día de esperanza al ver a esos niños y niñas con tanta fuerza
, añadió.
Diego Prieto, director del Instituto Nacional de Antropología e Historia, subrayó: Debemos recordar que México tiene muchas lenguas maternas, lenguas ancestrales que provienen del pasado, pero que siguen vivas. Es precisamente aquí, en el MNA, el museo de los pueblos de ayer y de hoy, donde podemos celebrar su continuidad
.
Gustavo Torres, coordinador de Patrimonio Cultural y Educación Indígena del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, concluyó: El mensaje es claro: debemos preservar, fortalecer y usar nuestras lenguas. En particular, los pueblos indígenas y afromexicanos debemos enorgullecernos de nuestra identidad que se refleja en nuestra lengua, costumbres, creencias y religiones
.