Espectáculos
Ver día anteriorMartes 26 de noviembre de 2024Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
Los niños y jóvenes sonideros traen la pasión de este oficio en la sangre

Marisol Mendoza, integrante de colectivo, imparte talleres infantiles

Foto
▲ A la izquierda, Mendoza, con El tigrillo del sabor en una actividad; al centro y a la derecha, el pequeño fabricante de sonidos en una tocada.Foto Maribel Ballesteros Gatúbela y Secretaría de Cultura capitalina
 
Periódico La Jornada
Martes 26 de noviembre de 2024, p. 8

Con el apoyo de sus familias, casi todos los niños y jóvenes sonideros buscan perpetuar su oficio, en el que los nombres y apellidos pesan mucho y, con discos de vinil, consolas, bocinas, cables y luminarias, ofrecen música de diversos géneros, también llevan tocadas en vivo a colonias, calles, espacios populares y hasta a algunos pueblitos del país.

Sobre esta tradición, que fue reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Ciudad de México, en 2023, Marisol Mendoza, fundadora del colectivo femenil Musas Sonideras, quien imparte el taller de Infancias Sonideras, charló con este medio sobre los retos y las actividades que desarrollan los pequeños “por convicción y por una pasión que traen en su sangre.

“La mayoría de estos niños han sido apoyados por sus familias; por ejemplo, Maribel Ballesteros Gatúbela es sonidera, y su hijo es El tigrillo del sabor, quien empezó a los seis años por curiosidad, pues desde chiquito lo cuidábamos, cuando su mamá tocaba; incluso le decíamos que era nuestro ahijado”, explicó la también llamada Musa Mayor.

La propia Gatúbela, que en sus inicios se caracterizaba de este personaje, comentó que a su hijo Giovanni Martínez Ballesteros le gusta llevar música y baile a las fiestas. Desde que tenía tres meses comencé a trasladarlo a todos lados, y el gusto por la música también lo trae por herencia porque mis hermanos tienen un grupo, son cantantes y tocan varios instrumentos; además, otros familiares son sonideros.

El tigrillo del sabor, dijo, es versátil. “Hace todo lo que involucra un sonidero. Hace todo: pone su música, habla, incluso, en su presentación hace un pequeño show ballet, a manera de pequeña intro de su ídolo Michael Jackson. Ahora ya toca la flauta y la zampoña de cumbia andina”.

En el caso del sonidero Giovanni Ríos, Terremoto Junior, la leyenda continúa, es un joven de 16 años, activo desde hace cuatro en ese ámbito, pues en la pandemia falleció su papá, quien lo llevaba a todos lados desde que era muy pequeño; tras la ausencia de su papá se fue presentando en varios espacios junto con su hermana, quien es su selectora musical. Con ambos reafirmo que los nombres y apellidos pesan mucho.

Estafeta generacional

En un noticiario infantil de Internet, Terremoto Junior dijo: Un sonidero se puede encontrar en una boda, XV años, bautizos, en fin, en las fiestas de todo México y el resto de Latinoamérica.

Otro ejemplo del relevo generacional es el de las Chicas Súper Sonideras, que también heredaron la tradición de su padre. “Son tres hermanas y cada una tiene su cargo. La más grande es la selectora musical, la de en medio es la locutora y la más pequeña es la diyéi. De 16, 14 y 12 años, respectivamente, tocan en digital y en vinil; también hacen transmisiones en la página de su papá, donde las encontré”.

Puli la Voz es un pequeño sonidero de Chimalhuacán, que mezcla la música sonidera con el rock. Su tío se dedica a lo mismo, pero él le echa muchas ganas a la escuela y a lo que hace. Si lo escuchas, es todo un profesional.

Mendoza, además de un hermano que murió durante la pandemia, tiene una hija en el medio sonidero. “Arlet tiene 16 años, es la tercera generación de Duende y se interesó por este universo para apoyar a las mujeres, porque veía las violencias que nos hacían cuando se recostaban en las consolas, porque no querían que tocáramos, entre otras cosas que nos decían para minimizar nuestro trabajo. ‘De allá para acá no entra nada, de aquí para allá entra todo’”.

Puntualizó: Existen bastantes niños y jóvenes en esta actividad, pero no hay una red o colectivo que los aglutine, porque es muy delicado trabajar con infancias; de manera personal mi apoyo ha sido en torno a lo cultural, sin fines de lucro, ni nada de eso.

Hasta la fecha, Mendoza ha ubicado a aproximadamente 100 jóvenes que se dedican a esta actividad, los cuales iniciaron desde pequeños; algunos cobran por su trabajo y otros llevan su repertorio musical a diversos lugares solo por una pasión heredada.

Hace 60 años, recordó, “las familias eran de 10 o 12 hermanos y alguien tenía que trabajar; así se convertían en sonideros, pero actualmente comienzan por el gusanito de querer aprender el oficio generacional y copiado; pues claro que esto último sucede porque se copia la forma de enviar un saludo, de conectar, de seleccionar la música o si pones salsa, guaguancó, montuno… te conviertes en una fiesta”.

Incluso, en el ambiente sonidero se ha aceptado a las mujeres porque sus mismas hijas y nietas se han sumado, lo cual ha permitido su presencia en este oficio con gran talento e inspiración familiar. Así, se retoman usos y tradiciones en esta actividad que se convirtió en Patrimonio Cultural Inmaterial de la Ciudad de México.

Marisol Mendoza, gestora cultural que ha impartido talleres en Tepito, La Merced y El Faro Cosmos, entre otros espacios, además de dedicarse al ámbito sonidero y documentar la presencia femenina en los fiestas populares, está consciente de que el baile tiene un valor de lucha y resistencia. El movimiento sonidero busca los derechos al espacio público y a lo cultural, y seguimos trabajando porque lo ganado también se puede perder.