Es uno de los 12 pueblos de Milpa Alta
El aislamiento de esta comunidad ayudó a preservar el náhuatl, el cual se habla y se enseña en una academia local desde hace medio siglo
Domingo 24 de noviembre de 2024, p. 25
Somos el último bastión de la Ciudad de México donde se preserva el náhuatl como lengua materna
, sostiene el profesor Javier Galicia al referirse a Santa Ana Tlacotenco, uno de los 12 pueblos originarios de la alcaldía Milpa Alta.
Todos los días muchas personas de esta localidad usan el náhuatl para comunicarse entre sí. Tlacotenco se ubica al sureste de la demarcación, entre los parajes Tepetzitzintla, al este; Iltitla, al sur; Ocotitla, al oeste, y Acalohpa al norte.
Esta lengua es tan importante para la comunidad que en su plaza principal está la sede de la Academia de Lengua y Cultura Náhuatl, fundada hace 50 años, donde los fines de semanas asisten niños, jóvenes y adultos a aprenderla.
El náhuatl que se habla en este pueblo, de unos 16 mil habitantes, es una variante muy cercana a la que se hablaba en la época prehispánica en México Tenochtitlan
, de acuerdo con investigaciones de estudiosos, agrega el profesor Galicia.
“En náhuatl la expresión Tlacotenco significa ‘a la orilla del breñal o de los jariyales’, donde hay muchas varas.”
A lo largo de su historia, el pueblo sufrió aislamiento geográfico y económico que por fortuna propició la preservación de esa lengua. A partir de los años 70 del siglo pasado, con la construcción de la carretera Xochimilco-Oaxtepec, la comunidad se integró un poco más a la Ciudad de México, donde la gente de Milpa Alta encontró otras fuentes de empleo y de desarrollo.
Sin embargo, al margen de lo económico, las raíces de esa comunidad se han visto cada vez más afectadas debido a nuevas influencias globales y culturales, por lo que parte de ella se ha dedicado a revivir la lengua materna.
Además de impartir clases de náhuatl desde hace 40 años y trabajar en el campo, el profesor Mayolo Sánchez, subdirector de la citada academia, se ha dedicado a identificar con nombres en náhuatl diferentes predios del lugar.
A su vez, la maestra Piedad López Flores enseña danzas prehispánicas, que incluyen cantos en náhuatl acerca de la fertilidad, los cuales están presentes en las festividades del pueblo.
Su casa, ubicada en el predio que en náhuatl se llama Tlaixco (lugar de la pendiente) está llena de objetos y cuadros con motivos prehispánicos. En diferentes épocas ha habido intentos de defender el uso de esa lengua.
Durante la época colonial la comunidad pidió al clero que oficiara las misas en esa lengua, lo que no fue aceptado, pero sí se accedió a que el sacerdote leyera una síntesis en náhuatl del oficio religioso.
En el pueblo hay una iglesia que data del siglo XVII dedicada a Santa Ana, la madre de la Virgen María, que en el sincretismo con lo prehispánico corresponde a la diosa Toci, nuestra abuela
, rememora Galicia.
La lucha por la tierra
Hace más de medio siglo, los pobladores pidieron que la escuela pública fuera bilingüe: español y náhuatl, pero las autoridades no aceptaron.
Además de defender su lengua, los habitantes de Tlacotenco han tenido que hacer lo mismo con su territorio. A pesar de que en los años 30 del siglo pasado hubo intentos de fraccionarlo, y en los 60 la fábrica de Loreto y Peña Pobre tenía el proyecto de tumbar los árboles desde la comunidad de Parres (en la alcaldía Tlalpan) hasta lo que hoy es nuestro bosque
, ambos intentos se detuvieron por la oposición de la comunidad, comenta Galicia.
De esta forma, Santa Ana Tlacotenco se mantiene como un pueblo rural y profundamente campesino; muchos de sus habitantes viven de la siembra de maíz, calabazas, habas, frijol, chícharos, zanahorias, papas, nopales y huazontles, entre otros cultivos.
Los domingos se instala un mercado donde se venden muchos productos agrícolas locales, pero todos los días las esposas de los campesinos salen a ofrecerlos en el centro del pueblo.
Detrás de su puesto de verduras, en la calle Benito Juárez, una de las que confluye a la plaza central del pueblo, María Teresa Carrillo ofrece sus productos recién cortados de la milpa: chilacayote, huazontles, espinacas, cilantro, nopales, calabacitas y elotitos tiernos; todo lo vendemos muy bien porque toda la verdura es criollita y de temporal
.
Tanto el general Emiliano Zapata como el subcomandante Marcos pasaron por los pueblos de Milpa Alta cercanos a Santa Ana Tlacotenco en su lucha política, comenta Galicia, además de que el volcán Teuhtli, cercano a la comunidad, tuvo una gran influencia en la historia: Al parecer el azufre que utilizaron para fabricar la pólvora con que bombardearon Tenochtitlan
se obtuvo de él.
Agustín de Betancourt (1758-1824), científico y militar español, se refirió a la extracción del azufre del Teuhtli: en cantidad para la pólvora por parte de tres soldados de Hernán Cortés
, (revista digital Nosotros, número 82, julio de 2005).