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Tu colonia

Fue sitio estratégico por el paso del tren

San Martín Xochinahuac, pueblo originario que se adaptó a la modernidad

Ubicado en Azcapotzalco, pasó del cultivo en chinampas a rancho lechero y zona de grandes fábricas

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▲ Imágenes antiguas, tomadas de Internet. En el barrio sobreviven construcciones que se fusionaron con la ciudad.Foto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Domingo 17 de noviembre de 2024, p. 25

De calles estrechas, San Martín Xochinahuac es uno de los pueblos originarios de la alcaldía Azcapotzalco que ha resistido los vaivenes del desarrollo urbano y se ha adaptado a distintas actividades productivas a lo largo de los años.

En sus orígenes, en la época prehispánica, se ubicaba en lo que era la orilla del lago. De ahí su vocación para los cultivos flotantes en chinampas que abastecían al Anáhuac de todo tipo de flores y legumbres, entre ellas la amapola, así como calabazas, comenta Alejandro Brito Altamirano, presidente del Consejo de la Crónica.

Junto a las flores, es el significado de Xochinahuac, nombre náhuatl al que más tarde, durante la Colonia, a la llegada de los Dominicos, se le agregó el de San Martín, en honor a San Martín Caballero, obispo de Tours, que se convirtió en el patrón del lugar, donde se le erigió una iglesia a finales del siglo XVIII, de la cual aún conserva originales su cúpula y campanario.

Baluarte revolucionario

Ubicado al norte de la demarcación, cerca de los terrenos de la antigua ex hacienda de El Rosario –convertida ahora en una plaza comercial–, antes conocida como de San Nicolás y después como de Careaga, el poblado dejó atrás la horticultura para dedicarse al cultivo de alfalfa con la finalidad de alimentar a los hatos ganaderos una vez que se convirtió en rancho lechero.

Con una superficie de 12 hectáreas, San Martín Xochinahuac está delimitado por la avenida de los Ángeles, Camino Antiguo a San Martín, la avenida del Rosario y la calle de San José. Una antigua vía del ferrocarril lo divide de la colonia Nueva España, que anteriormente formaba parte del pueblo.

Justo esa división, donde aún se observan intactos los rieles, ahora como parte de una ciclopista, es un vetusto camino que conectaba de manera directa a Tlalnepantla con Tacuba, y que durante la época revolucionaria fue estratégica para el traslado de las tropas de Francisco Villa, rememora Brito.

Entre sus historias se cuenta que aquí se libraron batallas de la Revolución y en alguna época a esta zona se le conoció como Las Ánimas. También se habla del hallazgo de restos humanos gigantes, de los que nunca hubo alguna una explicación, durante la década de los 60 del siglo pasado.

En la actualidad, el poblado está rodeado por algunas fábricas que aún se conservan, que llegaron en los años 50 del siglo pasado, y de unidades habitacionales que se construyeron en los 90. Todavía se puede caminar por sus calles con tranquilidad y escuchar a los pregoneros que empujan carretillas en busca de chácharas.

Enrique Medina López, cronista y nativo de San Martín, pertenece a una familia que se asentó en este lugar desde 1885. Hemos visto cambiar el pueblo, desde el tiempo de la Revolución, mi abuela conoció a Emiliano Zapata en las vías del Ferrocarril, hasta nuestros días, cuando se vive una fuerte presión inmobiliaria por la falta de suelo, pero siempre se ha buscado conservar una memoria histórica.

Las familias se conocen entre sí y una de las característica que las distingue es el arraigo con el que viven sus costumbres y celebraciones. El panteón es comunitario y ahí sólo pueden estar los restos de quienes son nativos y sus familiares, pero es escenario del encuentro de sus habitantes no sólo durante los sepelios, sino en determinadas fechas, cuando acuden a honrar a sus difuntos, además del 2 de noviembre.

Sin embargo, la festividad principal y que atrae a sus moradores al centro del barrio antiguo, donde se encuentra la iglesia, es la fiesta patronal a San Martín Obispo, que apenas se efectuó el 11 de noviembre.

La concejala Karla Álvarez explica que desde un día antes comienza el festejo, cuando se cierran las calles. En agradecimiento al santo patrón, los pobladores traen música de mariachi, banda y norteña que se toca hasta el amanecer. Se hace una novenario, se recorren las casas y se brinda de comer a todas las personas que llevan al santo, es una de las festividades más bonitas que termina con la quema de castillos.