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Penultimátum

Pessoa, del texano Bob Wilson, en París

E

l acontecimiento teatral de este noviembre en Francia es la puesta en escena de Pessoa en el bello teatro Sara Bernhardt, en París. Se trata de una creación del veterano y siempre controvertido Robert Wilson (Waco, Texas, 1941). Es un nuevo fruto de la exitosa asociación de la dramaturgia parisina con el Teatro della Pergola, de Florencia.

El personaje único es un hombre corriente absorto en alguna meditación. Sentado en la terraza de un café, su mirada ausente refleja un desfile de nubes. Estamos en Lisboa. Su nombre es Fernando Pessoa (1888-1935). Al menos, eso dice su acta de nacimiento, porque podría reivindicar muchas otras identidades: Álvaro de Campos, Ricardo Reis, Alberto Caeiro, Alexander Search, Bernardo Soares o Vicente Guedes.

Él y varios de sus heterónimos son los héroes de la creación de Robert Wilson. Su puesta en escena ofrece los fascinantes juegos de espejos sugeridos por la diversidad de escritos inventados por el poeta. Desde El pastor hasta Fausto pasando por El libro del desasosiego.

La diversidad se refleja en el virtuosismo de los actores que dan sustancia a este ensueño resplandeciente al restaurar las palabras del escritor en una multiplicidad de idiomas: francés, italiano, inglés y portugués.

El elenco, internacional y de gran calidad, lo encabeza la reconocida actriz, cantante, compositora y realizadora Maria de Medeiros, y con ella, Aline Belibi, Rodrigo Ferreira, Klaus Martini, Sofia Menci, Gianfranco Poddighe y Janaína Suaudeau.

Pessoa es una obra testamentaria de Bob Wilson, que teje puntos comunes inesperados entre el esquivo escritor de 72 heterónimos (autores ficticios a los que atribuyó sus obras) y el gran mago de un teatro de sensaciones e imágenes.

Ambos terminan fusionándose en este trabajo surrealista, donde siete personajes vestidos de negro y rostros blancos –tantas figuras del poeta– destilan risa y melancolía, disfrute del momento y vértigo de la muerte.

La relación entre el alma humana y el mundo físico, representada en esta ensoñación teatral evoca las diferentes atmósferas de las obras de Fernando Pessoa: la fluidez del humor, meditativa o cómica, racional o anárquica, que surge de una vida compartida con heterónimos.