Desde el primer día de su mandato, el próximo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, intentará poner en práctica su objetivo de deportar a un millón de inmigrantes irregulares, alertaron ayer especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Va a ser una política muy represiva en todos los estados de ese país, anticipó Paz Consuelo Márquez, experta del Centro de Investigaciones sobre América del Norte.

Para Trump, México es un enemigo por los fenómenos del fentanilo y la migración, agregó, y señaló que para el ciudadano estadunidense es claro que quien tiene realmente el control de la frontera y de regresar a los migrantes es él.

Amando Basurto, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), afirmó que el gobierno mexicano tendrá espacios reducidos de negociación con la administración Trump y opinó que necesitará mayor capacidad de actuar ante las contingencias que surjan.

Ningún gabinete está preparado para lidiar con la administración Trump, por lo errática que puede ser, consideró. Pero hay elementos rescatables de las tareas que el actual secretario de Economía, Marcelo Ebrard, realizó como canciller, subrayó.

El académico recalcó que el empresario regresa a la Casa Blanca con unos 2 millones de votos menos de los que obtuvo en 2020, cuando perdió la carrera presidencial contra Joe Biden. Quiere decir que gana siendo electoralmente menos popular. No hay que creer que posee un gran poder político; en realidad es moderado.

Para Jesús Gallegos Olvera, académico de la FCPyS, el triunfo del republicano no es una buena o mala noticia, sino un hecho. Observamos implicaciones, como el cuestionamiento sobre las instituciones y el valor que se da al ejercicio democrático en Estados Unidos, y otras más amplias que tienen que ver con la economía, por ejemplo.

Lo positivo para México es entender que la interdependencia entre ambas naciones conlleva a diálogos y anticipa desde nuestro país condiciones para llevar a cabo una serie de estrategias encaminadas a los temas migratorio, de seguridad o comercial.

Lo negativo sería no tener esa comprensión y, frente a la actitud errática del magnate, tener la esperanza de que sea un aliado, porque no lo es. Trump ha demostrado que no somos amigos, sino socios comerciales con algunos intereses en común.