l pasado 20 de octubre constituímos formal y democráticamente la Asociación General de las y los Trabajadores (AGT) y, con ella, el movimiento obrero en México toma un renovado impulso. Esta asociación agrupa a las centrales obreras más fuertes e importantes del país, como el Sindicato Nacional de Mineros, que me honro en presidir, el Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana, la Federación Nacional de Sindicatos Bancarios, las y los trabajadores del Sistema de Transporte Colectivo Metro y del Monte de Piedad, así como la Conferencia Regional Obrera Mexicana (CROM), las confederaciones Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC) y de Obreros, Campesinos y Empleados de México (Cocem).
La AGT nace con el propósito de ser un instrumento al servicio de los trabajadores, un lugar donde cada voz sea escuchada, cada idea sea considerada, y cada esfuerzo sea valorado, todo esto con el fin de enfrentar los desafíos de un entorno laboral en constante cambio, donde fenómenos como la globalización y la automatización han modificado profundamente la relación entre el trabajador y su entorno laboral. En este contexto, la unidad no es sólo un ideal, sino una estrategia crucial para el fortalecimiento de los derechos laborales y para reivindicar y dignificar el trabajo humano. Esta central obrera de reciente creación surge para unificar a los diferentes sectores de la clase trabajadora en un frente sólido, decidido y en sintonía con las demandas de dignidad, justicia, respeto y equidad que el país necesita.
Esta unidad no es una concesión; es una necesidad histórica que nos fortalece y nos guía para seguir adelante.
La misión de la AGT no es únicamente preservar los derechos laborales ganados, sino también establecer un modelo sindical y laboral que impulse un progreso tangible en el nivel de vida de cada trabajador y de sus familias. Esto implica luchar por salarios justos, condiciones laborales adecuadas y una legislación que responda a las realidades de la clase obrera. En este sentido, nos hemos comprometido a promover cambios estructurales en el ámbito laboral, defendiendo el derecho al trabajo digno y enfrentando las desigualdades persistentes que aún afectan a millones de familias mexicanas.
Una de las propuestas centrales de la AGT es consolidar un sindicalismo que, además de combativo, sea capaz de establecer puentes directos con el gobierno y las instituciones, porque sabemos que sólo unidos lograremos cambios duraderos y favorables para todos. No podemos olvidar que nuestra lucha no es un conflicto aislado, debemos impulsar con diálogo y respeto algunas reformas que siguen pendientes, como la reducción de la jornada laboral, la ley silla, los 30 días de aguinaldo, deducción de impuestos en horas extras, viviendas dignas y fondo de pensiones.
Este es un modelo de colaboración que entiende al gobierno como un aliado potencial, no como un adversario. Sin duda, nos encontramos frente a una oportunidad histórica: construir una agenda compartida. Nada sin los trabajadores, todo debe ser basado en los derechos humanos, la justicia social y la prosperidad colectiva de quienes producen la riqueza de nuestra nación.
El resurgimiento del movimiento obrero a través de la AGT es un compromiso inquebrantable con cada trabajador mexicano. Con esperanza y determinación, la AGT mira hacia el futuro, buscando consolidar un modelo de sindicalismo que combine la tradición de lucha con una visión moderna de cambio estructural y equidad. La historia de nuestro país ha demostrado que los grandes avances en justicia social surgen de la fuerza y la unidad de sus trabajadores; hoy, esta promesa sigue viva.
Es, además, un recordatorio de que los derechos de los trabajadores no sólo deben ser defendidos, sino ampliados y renovados. La Asociación General de las y los Trabajadores marca el inicio de una nueva etapa histórica en la que los trabajadores, unidos y organizados, pueden mirar con esperanza hacia un futuro en el que el trabajo se valore, se respete y sea fuente de dignidad y orgullo para todos.
Este es nuestro tiempo, el momento adecuado para escribir un capítulo de renovación y fuerza, en el cual, el futuro del movimiento obrero está en nuestras manos. La lucha apenas comienza, pero hoy somos más fuertes, estamos más unidos y más decididos que nunca a defender la justicia laboral y a construir un México mejor para todos.