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Discurso de recepción
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▲ Joan Manuel Serrat y la iraní Marjane Satrapí al recibir el premio Princesa de Asturias de las Artes.Foto Afp
S

e me ha recomendado brevedad. Me parece muy prudente. Por mi experiencia, la brevedad, en general, siempre se agradece. En mis años universitarios, obligado a complementar la magra beca de estudios, antes de que fuesen remuneradas mis habilidades en el mundo de la música, tuve que recurrir, como tantos de ustedes, a empleos eventuales. En uno de ellos, para casos de urgencia de los empleados, la empresa tenía habilitado un teléfono que funcionaba a base de fichas celosamente controladas por el encargado, un hombre de confianza de la casa, que racionaba el tiempo en plan estajanovista y distribuía celosamente los codiciados objetos.

Tiene para tres minutos, joven, tal vez le parezca poco tiempo, pero cuando se tiene algo importante que comunicar, tres minutos son más que suficientes.

Trataré.

Como ven, soy un señor mayor tirando a viejo.

Vengo de una larga posguerra y de una familia humilde que me dio lo mejor que podrán hallar en mí. En el camino azaroso fui encontrando las razones para seguir adelante y con el impulso de los sueños llegué hasta aquí.

Soy una persona que se siente querida y respetada, a la que le gusta su oficio. Cantar y escribir canciones.

Soy un hombre partidario de la vida.

Prefiero los caminos a las fronteras, la razón a la fuerza y el instinto a la urbanidad.

Soy un animal social y racional que necesita del hombre más allá de la tribu.

Creo en la tolerancia. Creo en el respeto al derecho ajeno y el diálogo como la única manera de resolver los asuntos justamente.

Creo en la libertad, la justicia y la democracia. Valores que van de la mano o no lo son.

Tal vez por eso no me gusta el mundo en que vivimos, hostil, contaminado e insolidario donde los valores democráticos y morales han sido sustituidos por la avidez del mercado, donde todo tiene un precio.

No me gusta ser testigo de atrocidades sin unánimes y contundentes respuestas.

No me conformo al ver los sueños varados en la otra orilla del río.

¿Cuándo llegará el tiempo de vendimiar los sueños?, me pregunto de mala gana, al ver partir a los amigos sin cosechar.

Quiero dejar el recuerdo de un buen hombre, justo y agradecido y espero no haber llegado hasta hoy para mostrar gratitud y afecto a quienes generosamente me han regalado su amistad, su compañía y su consejo pero, por si acaso desde aquí, quiero dar las gracias a mis maestros, que han sido muchos, a mis compañeros, a los amigos que han compartido el camino conmigo y que me han estimulado y ayudado a sabiendas o no a recorrerlo y sobre todo quiero agradecer a mi mujer haberme permitido compartir la vida con ella. Gracias a mis padres que me la dieron y a mis hijos y a mis nietos que son mi mayor orgullo. Gracias a los que han hecho suyas mis canciones y a todos los que desde los cuatro puntos cardinales se alegran conmigo al ver mi nombre unido a la rotunda lista de galardonados con este premio.

Gracias por su tiempo y buenas tardes.

* Publicado con autorización de la Fundación Princesa de Asturias.