Sábado 26 de octubre de 2024, p. a12
El nuevo disco de Arild Andersen es un discurso magistral acerca de lo bello, lo amable, lo sereno. As Time Passes se titula esta grabación con la que el contrabajista noruego celebra 60 años de carrera. Mañana, domingo 27 de octubre, cumplirá 78 años, consolidado como uno de los grandes creadores de belleza con su contrabajo acústico.
Comenzó hace seis décadas como integrante de bandas de jazz hasta una noche en que lo escuchó Jan Garbarek y lo integró a su equipo, el Jan Garbarek Quartet (1967-1973), junto con Terje Rypdal y Jon Christensen, legendarios todos ellos.
Vivió la era en que los grandes maestros del jazz estadunidense acudían devotamente a Noruega y Suecia para crecer junto a los músicos que formulaban el mundo como nadie más en el planeta. Fue así como hizo música trascendental con Don Cherry, Phil Woods, Dexter Gordon, Bill Frisell, Sony Rollins y Chick Corea, entre otros gigantes.
Ha grabado una docena de discos como líder para la mejor disquera del orbe: ECM, creadora precisamente de ese sonido que hoy el mundo celebra como jazz nórdico
, pero que en realidad es un fenómeno de la naturaleza, una suerte de aurora boreal perenne, una aparición en la blancura extensa de la nieve sobre los campos nórdicos. Un poema de Jon Fosse.
Arild Andersen mantiene en el mástil de su contrabajo acústico un pulso. El pulso del mundo.
Su nuevo disco es un remanso, un paraíso, un hermoso juego de abalorios. El equilibrio que sostiene con el guitarrista británico Rob Luft y el baterista danés Daniel Sommer equivale a la exacta sucesión de ondas cristalinas cuando observamos el curso de un río.
La combinación guitarra-tambores-bajo acústico es una constante en la luenga vida artística de Andersen y cada vez descubre nuevos matices, deslumbramientos, azoros.
La pieza inicial se llama igual que el disco: Mientras el tiempo pasa (As Time Passes) y es una suerte de arte de magia donde todo queda suspendido, como una lluvia amable que observamos cuando el sol también tiene su esplendor sin demasiado brillo y percibimos los hilos de agua y las motas líquidas en azoro.
Porque uno escucha con azoro la invención sin límite de sus declinaciones, conjugaciones, articulaciones y fraseos en el contrabajo, bajo los resplandores de las melodías metálicas de la guitarra y encima del tendido de trigo recién cortado, el efecto acústico que producen las escobillas al rebotar contra los parches.
El punteo del bajo acústico, las chispas de agua en la guitarra, la ternura, la liviandad, la lenta caída de gotas de agua desde las ramas, sobre la hierba.
Apenas hace dos años grabó un álbum también de trío con el baterista estadunidense Bob Moses y el guitarrista esloveno Samo Salamon titulado Pure and Simple.
De la manera más pura y simple muestra el balance entre lo etéreo y lo terrenal, con una música meditativa, en especial en las piezas bellamente tituladas The Golden Light of Evening y The Moon Departing After Us.
De una revisión de su extensa discografía extraeremos varias constantes en su carrera, entre ellas el gusto por el trío con guitarra, contrabajo y batería.
Recomiendo mientras tanto su álbum Live at Belleville, considerado el más poderoso de los discos con trío de Arild Andersen, luego del enigmático e imantador Triptykon, con Jan Garbarek y el percusionista finlandés Edward Vesala.
A los tempranos Clouds in My Head (1975, ECM) y Shimri (1977) siguió Lifetimes (1981) y una obra maestra: Hyperborean, en el sello ECM, disco emblema del sonido nórdico y sus leyendas.
El álbum Hyperborean es una obra de arte, un sello de identidad noruego, ecos de Garbarek, espíritu de cuarteto de cuerdas con el Cikadas String Quartet y el sonido mágico del contrabajo de Arild en diálogo con sax soprano y coro de metales. Una música de gran intensidad nórdica.
El título Hyperborean alude a los hijos del dios del viento, Bóreas, cuya morada se creía estaba al norte de Tracia, según la antigua mitología griega. El país Hiperbórea estaba más al norte de este reino. Todo esto lo hace sonar un conjunto de músicos de una manera ciertamente epopéyica.
Abundan los ejemplos de discos de Arild Andersen con trío de guitarra. Destaco el titulado If You Look Far Enough, de 1993, con Naná Vasconcelos en las percusiones y en la guitarra el legendario músico Ralph Towner, célebre por fundar el grupo Oregon, con Paul McCandless, Colin Walcott y Glen Moore, en uno de los episodios más bellos de la historia de la música.
En el track tercero de este disco, una derivación improvisatoria a partir de la famosa pieza For All We Know, con la que Arild Andersen se consolida como uno de los mejores contrabajistas acústicos, dueño de una inspiración tan honda como la que muestra a lo largo del disco, de cadencia deliciosa.
Arild Andersen hace cantar a su contrabajo.
El disco Molde Concert Live es la cúspide de las colaboraciones de Arild Andersen con guitarristas, en este caso uno de los más importantes de entre la legión: Bill Frisell, quien hoy es considerado un gigante, mientras muchos atribuyen su descubrimiento a Pat Metheny, el mejor de todos los guitarristas, sin duda alguna, y quien recomendó a Bill Frisell ante Manfred Eicher, el productor de la disquera ECM, cuando Metheny se indispuso y no pudo participar en una grabación y puso a tocar en su lugar a Bill Frisell, quien se encarreró enseguida participando en tres discos de Jan Garbarek para ECM y logró luego su primer álbum solista: In Line, con Arild Andersen en algunas de las piezas de ese disco.
Hay otro aspecto sumamente interesante en la carrera de Arild Andersen y consiste en una serie de grabaciones celebratorias de la vida veraniega en su país. El álbum Sommerbrisen, de 1988, que forma parte de este ciclo, celebra las canciones de verano de ambas partes de la frontera entre Suecia y Noruega con 16 piezas llenas de flores, días soleados y la esencia perfecta del verano, acompañado por Stian Carstensen en el acordeón y Frode Alnaes en… atinaron: la guitarra.
El volumen de esta serie titulado Varslaap incluye una versión formidable de un clásico: You Must Believe in Spring, de Michel Legrand, escrito originalmente para el filme Las señoritas de Rochefort, de 1967, y que Bill Evans inmortalizó con su trío clásico de jazz en estado puro.
Con el disco Hostlov, de 2006, este trío comandado por Arild culmina el ciclo de las cuatro estaciones que comenzó 25 años antes.
Un disco reciente muestra otra de las facetas de Andersen: Affirmation, de 2022, con el Arild Andersen Group, donde los tracks están titulados con nombres de números progresivamente (one, two, three) y en paréntesis otras parcelas (Affirmation Part I, hasta el 5, Part II, y 8 y final: Short Story), grabado en Oslo con la participación de músicos jóvenes, que es otra de las características de Arild: su generosidad para formar nuevos músicos; en este caso tres noruegos: Marius Neset en sax tenor, Helge Lien en piano y Hakon Mjaset Johansen en los tambores.
Otro disco reciente de Arild es Across Mountains, de 2022, cuyo nombre indica una de las dificultades que hubieron de vencer los músicos participantes para lograr esta grabación: las montañas y la división territorial entre Atenas y Oslo, pero de manera simbólica e irónica, pues se trató de uno de esos discos heroicos grabados durante la pandemia: a distancia.
Arild Andersen trabajó este disco con otras dos leyendas: Markus Stockhausen (hijo del compositor Karlheinz Stockhausen) en trompeta, flugelhorn, voz, y el músico griego Vangelis Katsoules en piano y dispositivos electrónicos.
Tenemos entonces no sólo a uno de los más grandes contrabajistas acústicos de la historia, sino también a un gran reformador de la manera de hacer música y a un representante cabal del sonido nórdico, perceptible en el disco que hoy nos ocupa, el más reciente: As Time Passes, cuyo corte 6, Meditation, muestra un dejo místico y mucha magia, melodías de encantamiento y el paisaje sonoro con el que podemos definir la naturaleza de la música de Arild Andersen: una cascada de colores.