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Aire de papel: una vida dedicada a la pintura
I

rma Palacios, nacida en Iguala, Guerrero, en 1943, ha mantenido durante seis décadas, con constancia y trabajo, la esencia de la pintura. Su obra sublima y evoca la creatividad y el poder de la materia con una sensibilidad única. Con distintos colores y texturas nos transporta a universos naturales y minerales: la tierra y el cielo, el día y la noche, el universo, el mar profundo, los ríos, el crepúsculo, la lluvia, las piedras y la música. Estas composiciones atemporales, sobre lienzo y papel, se acercan a las pinturas rupestres, códices y escrituras antiguas.

Según el pintor italiano Giorgio Morandi (1890-1964), no hay algo más abstracto que la realidad, y la obra de Irma es pintura abstracta con una riqueza cromática y posibilidades que parecen inagotables en la realidad.

Irma Palacios muestra un compromiso auténtico con su trabajo; ha dedicado su vida a la pintura; no busca entender, sino sentir. Algunas de sus obras, como dijo un observador, son paredes viejas que caen como la vida de los seres humanos cuando mueren. Un cuadro de Palacios se termina cuando el observador lo contempla.

Después del divorcio de sus padres, a los 12 años, Irma se mudó a la Ciudad de México, procedente de Iguala, Guerrero, al internado de niñas Agustín García Conde, en el centro de Tlalpan. Durante su estancia, aprendió a dibujar, mientras lloraba, copiando las ilustraciones del diccionario Larousse. Extrañaba a su mamá, Hilaria Flores Estrada, a su hermano Héctor, a su papá y a sus perros.

Repentinamente, doña Hilaria le informó que no podría pagar la escuela. Irma rezó tres rosarios, se armó de valor y pidió permiso en el internado para hablar por teléfono con su padre, Humberto Palacios Osorno, inspector de la Secretaría de Educación Pública, para solicitarle que terminara de pagar su educación.

Durante sus estudios secundarios, aprendió a ver, observar y cuestionarse: ¿Qué soy en esta ilustración? ¿A dónde voy? ¿Quién soy? A los 17 años empezó a trabajar en el Banco Comercial Mexicano mientras estudiaba en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, de 1973 a 1979, donde conoció a su compañero de vida, Francisco Castro Leñero.

Todo lo grande que puede ser una persona fue Paco, considera Irma Palacios con cariño. El arte siempre estuvo presente, integrado en la historia de cada uno. La vida con él fue fantástica, increíble; fue un gran hombre, un gran maestro, un gran intelectual.

Ante el último aliento del artista, Irma Palacios logró transmitir su energía creativa, mostrando papeles de lino que el maestro Francisco Toledo le regaló y que quería intervenir con acuarela y esperanza, tratando de hacer suyo el dolor y alargar por largos segundos la respiración del pintor y compañero con quien se casó por todas las leyes.

Después de la muerte de Paco, la vida de Irma es difícil, pero también sencilla y se-rena. Intenta cada día estar conectada con los papeles, los materiales, las telas, los co-lores, los pinceles, con la vida, pero ahora sin preguntar: Maestro, ¿cómo ve esto?

Irma Palacios, artista destacada en el arte contemporáneo, encuentra inspiración en la naturaleza y la convierte en un elemento esencial de su proceso creativo, reconocida por su contribución al arte con múltiples distinciones.

Con más de 100 exposiciones individuales y colectivas en su trayectoria, su obra forma parte de importantes colecciones públicas y privadas, testimonio de su influencia en el mundo del arte. Tiene presentes valores extraordinarios como la pintura, su integridad, su sabiduría, su humildad, creando, quizá sin darse cuenta, un cuerpo de obra extraordinario y elegante, con luz propia y reflejos entre el cielo y la tierra, que dejará un legado perdurable en la historia del arte nacional.

* * *

Pintar las manchas donde más se aíslan,
aislar las áreas donde el ámbar brota.
Una ventana para darle al rostro su paisaje,
su aparente final en la ceniza.

Un aire de papel siempre me sigue,
más que el aire de tela o el de piedra.
Cuando se arruga es mi bandera blanca,
al ocultarse cubre el horizonte.

El sol a plomo.
Busco bajo las ramas alguna protección
para mis vainas.

¿Mi pelo corto será por el calor
que me traje bordado de mi tierra?
Para enmarcar, dejé de usar madera.
Mejor uso el futuro de mi ventana abierta.

Irma Palacios