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Américo Saldívar encontró en la lucha popular aires de explayarme en el gozo de vivir
 
Periódico La Jornada
Martes 15 de octubre de 2024, p. 3

El militante comunista Américo Saldívar narra en su libro Senderos de vida: Memorias de solidaridad, represión y lucha el thriller de sus experiencias que también son parte de la historia de México. Una de las más importantes es la alegría y la libertad que significó el movimiento de 1968.

Ese año, refirió el economista y sociólogo a La Jornada, fue “una erupción, un auge de felicidad; el de 1968 fue un movimiento muy vivaz y emotivo que sacó de las catacumbas a quienes veníamos luchando.

Como brigadista y profesor de la Escuela Superior de Economía del Politécnico, Saldívar (Montemorelos, Nuevo León, 1942) recordó que le trajo aires de libertad, de explayarme en todo lo que significa el gozo de vivir, de luchar por los intereses populares y manifestarlo, digamos, de forma abierta. El 68 permitió esas expresiones, que estaban muy reprimidas.

En su texto publicado por Editorial Ítaca consignó su educación en la Universidad de la Amistad de Los Pueblos Patricio Lumumba, en Moscú, y lo inaudito e increíble desde que se te forma la conciencia a los 15 o 17 años, con las huelgas y la represión contra Vallejo, Campa y Othón Salazar y el movimiento revolucionario del magisterio, los telegrafistas, Siqueiros en 1962, así como el asesinato de Jaramillo.

Ese tiempo, agregó Saldívar, conjuntó la guerra fría, los movimientos de liberación nacional, la revolución cubana, Vietnam y la guerrilla en Centroamérica. “Cualquier manifestación libertaria que se diera en México, hasta un movimiento estudiantil popular, ponía en pánico a las fuerzas hegemónicas del PRI, aunque el de 1968 fuera un movimiento pacífico extraordinario.

Era un momento que estaba esperando la sociedad en su conjunto, pero la vanguardia fue del estudiantado y los centros de estudio en todo el país, en Sonora, Sinaloa, Nuevo León, Tabasco, Puebla y, obviamente, la Ciudad de México. Fue un estallido de rebeldía, de salir a las calles, de vencer esa inercia opresiva que no nos dejaba respirar desde el punto de vista de las libertades políticas; incluso, en la cultura, el cine y las expresiones musicales; había mucha, mucha represión.

Américo Saldívar explicó que campeaba la Dirección Federal de Seguridad, que lo había fichado desde que tenía 18 años, cuando como líder estudiantil participó en una manifestación contra de la intervención en playa Girón, en Cuba, en abril de 1961. Tras ser apresado, el 2 de octubre de 1968, de los 700 u 800 detenidos fue uno de los que salieron al final, en el último grupo de 20 personas reprimidos por su participación en el movimiento, liberados en 1971.

El doctor en sociología por El Colegio de México sostuvo que el movimiento estudiantil de 1968 tuvo una secuela en 1988 con el Frente Democrático Nacional, donde se aliaron “las fuerzas democráticas, la izquierda con sus matices: los lombardistas, Rafael Galván y los electricistas, nosotros los comunistas y el grupo de Herberto Castillo.

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▲ El sociólogo, sobreviviente de la represión de 1968, dio a conocer su libro Senderos de vida.Foto Yazmín Ortega Cortés

Los años que terminan en ocho son protagónicos: 1968, 1988 y el 2 de julio de 2018, un movimiento y una expresión libertaria en el plano político-electoral de una especie de revolución pacífica moderada, consecuente, que encabezó el líder social Andrés Manuel López Obrador.

Se congratuló de que cuando Claudia Sheinbaum ganó la jefatura del Gobierno de la Ciudad de México realizó en la estela de Tlatelolco una expresión de solidaridad con el movimiento de 1968 y, en nombre del gobierno capitalino, pidió perdón. Ahora lo repite como primera Presidenta del país. Es algo que hay que celebrar.

Me acusaron de matar a nueve soldados

Saldívar dijo que así hay que seguir adelante, pues la historia no culmina aquí: “son pasos que se han dado de manera lenta, pero firme, en que se ha avanzado en términos de las libertades democráticas, de expresión y, sobre todo, del respeto a los derechos humanos. Incluso, antes no existía la noción de estado de derecho.

No puedes imaginar. Prueba de ello es cómo me echaron todo el Código Penal encima y los jueces avalaron lo que las procuradurías señalaron y de lo que los llamados ministerios públicos nos señalaron. Fui acusado de haber matado a siete o nueve soldados, estando en la plaza desarmado, con este físico, etcétera. Era risible, era una locura.

El profesor universitario agregó: no había juez que nos defendiera. Estaban en nuestra contra. No recibían consigna, ellos sabían perfectamente lo que tenían qué hacer. ¿Cuál autonomía del Poder Judicial? Ahora que está esa pugna, me río de la gente que cree que alguna vez fue autónomo.

Sintetizó: En 1968 era un mar de represión. La prensa estaba en contra de nosotros, el Poder Judicial estaba en contra de nosotros, las procuradurías, el Ejército, y luego dentro de la cárcel nos reprimen. Ya era demasiado.

En Senderos de vida incluyó un apartado por los 42 días de huelga de hambre que hicieron los presos políticos y la visita del obispo de Cuernavaca, Sergio Méndez Arceo, junto con Pablo González Casanova y otros personajes que pidieron una ley de amnistía a principios de 1970, así como el capítulo de la noche de los apaches, cuando se permitió un enfrentamiento entre los presos comunes y los políticos en el palacio negro. Eso realmente es para contarse. Nosotros lo vivimos, lo sufrimos.

Saldívar concluyó: “Cuando los de la Comisión de la Verdad me entrevistaron, hace más de un año, me preguntaron: ‘¿cómo se siente: héroe o víctima?’ No, no soy ni héroe ni víctima. Soy un sobreviviente de la lucha por la causa popular. Aunque hayamos pasado por esa represión, el infortunio, la cárcel no se la deseo a nadie”.