Sábado 12 de octubre de 2024, p. a12
El nuevo disco de Eric Clapton es una suerte de juego de matrioshkas rusas donde una muñeca contiene a otra y así sucesivamente, con un efecto donde la sorpresa forma parte de la repetición misma.
Meanwhile (Mientras tanto, o Por lo mientras) se titula, recién salido hace unos pocos días del horno. Reúne las características de varios de los discos donde El Manolenta expone de manera sencilla y honesta la música que le gusta nomás porque sí; en eso consiste la magia de la repetición: nos sorprende con recursos artesanales que ya le conocemos. El disfrute es enorme.
Estamos frente a un disco misceláneo cuyos ingredientes pueden satisfacer a distintos públicos y eso forma parte de la naturaleza de este músico, porque hay varios Eric Clapton, entre ellos destaco tres: el del rock electrizante (por ejemplo, su pieza Badge), el de las baladas (Tears in Heaven, por supuesto), y el de mi preferencia, el del gran blues (Wonderful Tonight, que incluye el gancho de la balada romántica).
El Eric Clapton de Layla es el que se acerca a su mejor definición y acusa sus orígenes, motivos, genealogía: las enseñanzas de su maestro John Mayall, quien lo encaminó por los senderos del blues y cumplió con creces primero en el grupo de Mayal y luego con Cream y Yardbirds.
Sesenta años de carrera no es poca cosa y bajo ese puente han corrido aguas turbulentas. De hecho, hay también varios Eric Clapton como biografía: el héroe que algún día nombraron Dios en una barda, el hijo de la guerra (su padre fue un combatiente de la Segunda Guerra Mundial, como lo fueron los progenitores de John Lennon y Roger Waters), el sobreviviente del infierno del alcohol, el mujeriego (no se sabe si ha tenido más mujeres que guitarras
, dice la prensa del corazón, cuando en realidad es un macho alfa vulnerable que necesita depender de una mujer, como confiesa en varias de las letras de sus canciones) y entre otros, el Eric Clapton que es, el melómano, el que ama la música.
Enumero todos esos elementos porque configuran el juego de matriosh-kas que mencioné al principio como figura comparativa para definir su nuevo disco.
Meanwhile se inicia con un buen rocanrolito, titulado Pompous Fool (Tonto pretencioso) que contiene los ingredientes que hacen inconfundible a Eric Clapton: ráfagas en su guitarra, coros, estrofas, música de enorme calidad, propia de un gigante de la música, pero en este caso una historia frente a la que uno puede muy bien repetir la frase filosófica del gran Juan Gabriel: ¿pero qué necesidad?
En primer lugar, el tonto pretencioso del título ya no está en el poder, pero el odio que le tomó Clapton sigue ahí, no solamente por la arrogancia de la que se queja el músico, sino porque el célebre rubio despeinado, Boris Johnson, implementó el cerco sanitario en el Reino Unido, el mismo que adoptaron todos los países frente a la tragedia mundial por la pandemia. Y eso irritó a Eric Clapton, quien emprendió una campaña mundial antivacunas.
Todos tenemos derecho a tener un punto de vista y elegir no vacunarnos de nada o de todo, pero de ahí a llamar a las masas, porque Clapton tiene multitudes como seguidores, a no hacer caso del tonto pretencioso
y no vacunarse contra el covid, ya tiene implicaciones de otra índole en la que no nos vamos a detener precisamente porque todos somos autónomos, libres y soberanos.
Libres y soberanos, sin embargo, es uno de los argumentos
que escribe Clapton en otra de las tres canciones antivacunas que escribió y cantó en este disco con su aliado Van Morrison, otro gigante de la música:
Magna Carta, Bill of Rights
The Constitution, what’s it worth?
Y habla luego así:
In this sovereign nation
Or just a police state?
Y remata:
Do you wanna be a free man
Or do you wanna be a slave
y enlaza, en su nuevo disco, con el estribillo de la pieza inicial: no le hagas caso al tonto pretencioso, no hagas lo que él quiere que hagas
. Es decir: no te vacunes.
Tres canciones tres dedicó Eric Clapton al tema con su amigo Van Morrison: la citada Pompous Fool, luego Stand and Deliver, de la que cité los versos anteriores, y la que se salva porque podemos llevarla hacia otro contexto, la pieza titulada Rebels:
Where have all the rebels gone?
Hiding behind their computer screens
(...) One for the money, and two for the show
It’s not very rock n’ roll
En YouTube están publicados los videos oficiales de las piezas del nuevo disco de Eric Clapton, Meanwhile. Ahí vemos, en dibujos animados, a Boris Johnson, cuyo nombre no menciona Clapton en la canción, a manera de desprecio, pero en la pieza Rebels aparece en esos dibujos animados y luego, en la pieza Rebels, vemos a Lennon, Marley, Patti Smith, entre otros héroes rebeldes, por lo que podemos interpretarla como una dura y merecida crítica al negocio de la música, del que forma parte, pero sobre el que mantiene un espíritu crítico. Esos héroes mencionados son de izquierda, defensores de la libertad desde el lado de los que luchan por los valores que nos hacen más humanos, libres en el sentido más profundo.
En distintas ocasiones he demostrado en este espacio cómo es posible separar la obra del autor, porque siempre nos hemos concentrado en lo que técnicamente se denomina materia acústica; es decir, el producto sonoro, y no nos interesa si el autor tiene tal o cual ideología.
En Eric Clapton, un genio de la música y un ser humano como cualquier otro, tenemos momentos que llegan a lo sublime, como la versión que hizo con su amigo Jeff Beck, otra leyenda, de la célebre pieza titulada Moon River, y el gesto amoroso y de humildad de Eric Clapton de mostrar en esta pieza un solo de guitarra que no hizo él sino Beck, un bello homenaje a su amigo, quien falleció poco después de esta hazaña musical póstuma.
Grabar Moon River dibuja a cabalidad uno de los Eric Clapton que existen: el gran degustador del tesoro lírico estadunidense, cualidad por la que otorgaron a Bob Dylan el Premio Nobel de Literatura, por cierto. Y ya que mencioné a Dylan, el final de la segunda pieza de este disco, Heart of a Child, es una joya musical con guitarra acústica cuyo final es un interludio que une a la siguiente pieza en un procedimiento artístico semejante al que hizo Bob Dylan con el disco que grabó a su vez durante la pandemia, titulado Rough and Rowdy Days.
Curiosamente, Dylan asumió una responsabilidad diferente frente a las masas que lo siguen: en el momento más cruento de la pandemia, lanzó un tuit poderosísimo: Keep safe
. Y grabó el disco que referí en el párrafo anterior, como un mensaje de aliento y esperanza.
El Eric Clapton amante y rescatador del tesoro lírico estadunidense lo llevó a tener como ritual, al final de sus conciertos, ofrecer como encore una versión también bellísima de Over the Rainbow.
En el caso de Moon River, composición de Henry Mancini y Johny Mercer de 1961, interpretada por Audrey Hepburn en el filme Desayuno en Tiffany’s a partir de la novela homónima de Truman Capote, los versos –que hacen alusión a los personajes del gran escritor Mark Twain: Huckleberry Finn y Tom Sawyer– son de oro:
Two drifters, off to see the world
There’s such a lot of worlds to see
We’re after the same rainbow’s end
sailin’ ‘round the bend
my Huckleberry friend
Moon river and me
Hay otras piezas clásicas en el disco: Always on My Mind y Sam Hall, ambas en homenaje a Willie Nelson, y la conocida miscelánea de géneros que dispensa El Manolenta, donde no puede faltar su apego por el reggae (recordemos I Shot the Sheriff), en este álbum con la pieza titulada One Woman.
En su nuevo disco, Eric Clapton se acompaña de los mismos músicos con los que tocó hace unos pocos días en el Foro Sol de la Ciudad de México. Curiosamente, no interpretó ninguno de los temas de su nueva grabación, pero sí hizo lo que acostumbra: un juego de matrioshkas de géneros musicales.
En su nuevo disco tenemos un total de seis piezas, de las cuales ocho son sencillos previamente difundidos por él mismo y seis estrenos.
Es claro que tenemos en Meanwhile un gran disco de un gran creador, de quien celebramos su genialidad, su talento, sus obras, su amor por la música, ese don que nos conecta a todos, siempre, con la divinidad.
Gracias, Manolenta.