La cabecilla es Mamá Chicha y operan en Zapotitlán
Sábado 12 de octubre de 2024, p. 25
A compradores de buena fe les fueron arrebatados, a punta de pistola, sus propiedades ubicadas en los terrenos del ejido Santiago Zapotitlán, en la alcaldía Tláhuac, sin que autoridades o representantes comunales pongan un alto a los despojos de los que han sido víctimas por parte del grupo criminal Los Borregos.
Los hechos han sido denunciados ante la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México y la comisaría ejidal, pero las autoridades han hecho caso omiso o si se enteran no hacen nada
, aseguraron los afectados.
En la colonia La Concha y la zona conocida como Tempiluli, suman más de un centenar los afectados, todos con nombre y apellido, pero el temor de que las amenazas de golpes, secuestros y hasta la pérdida de la vida se materialicen, los omiten y cubren sus rostros.
Las historias coinciden al describir la forma de actuar de Los Borregos, que encabeza la señora Teresa, Mamá Chicha o La Jefa, como se le conoce. Sus integrantes son jóvenes entre 18 y 25 años que recorren las colonias en motocicletas para identificar a sus víctimas.
Al ubicarlas, llegan varios a la propiedad y exigen desocupar las viviendas, terrenos o parcelas, según sea el caso. También les roban sus documentos personales y de los predios, contratos de compraventa, recibos y pagarés para impedir que puedan reclamar.
Para atemorizarlos, golpean a hombres y mujeres por igual; además, con el fin de evitar que las víctimas los denuncien antes de echarlos a la calle, amagan con dañar a la familia, relataron algunos que decidieron hablar de lo que ocurre en esa parte de la ciudad.
La banda de Los Borregos fue el brazo armado del cártel de Tláhuac; tras la muerte del líder Felipe de Jesús Pérez Luna, El Ojos, Mamá Chicha ha controlado el territorio por medio del cobro de piso, el secuestro, la extorsión y los despojos.
En La Concha y Tempiluli es conocida por todos la forma de operar de dicho grupo delictivo, el cual, aseguraron los afectados, actúa bajo el cobijo de las autoridades, que han sido omisas ante los reclamos.
En un llamado desesperado, los quejosos piden la intervención del gobierno para recuperar las viviendas que les fueron arrebatadas y que adquirieron con sus ahorros, préstamos y trabajo. Algunos llevan varios años tratando de recobrar su patrimonio sin que ninguna autoridad los escuche, por lo que decidieron recurrir a la denuncia pública con el fin de detener los despojos.