a incertidumbre es una palabra asociada inevitablemente a la economía y a los vaivenes de los mercados. Es como la neblina, que, sin ser una limitante concreta, obstruye la visión y con ello, la toma de decisiones. La gran paradoja es que los mercados asimilan mejor la certeza de las malas noticias, que la incertidumbre y sus mil probables escenarios. Esa incapacidad de ver más allá de la coyuntura, los efectos de nuevos elementos en el escenario sociopolítico, y la duda que inmoviliza a los capitales e inversionistas, es lo que hoy tenemos en el país y en el mundo.
No sabemos qué va a pasar con la elección de Estados Unidos. La absoluta certeza de que Joe Biden perdería frente a Donad Trump, fue sustituida por la incertidumbre de una Kamala Harris que repunta en la elección general, y empieza a dar la vuelta en estados clave. Esa incertidumbre definirá las políticas de nuestro principal socio comercial y geopolítico en materia económica, de seguridad y migración. Básicamente, nuestro futuro en el corto y mediano plazos. Eso, independientemente de los factores estructurales como la seguridad pública, la infraestructura y los servicios, es lo que hoy está frenando inversiones que se daban por descontadas con el fenómeno del nearshoring.
Un inversionista hoy no sabe si Trump reavivará su pleito con China y eso fortalecerá a México como plataforma logística; o si, como ha dicho nuevamente en sus mítines, impondrá aranceles a vehículos manufacturados en México. No hay incentivos para la toma de decisiones, ni para inversiones de largo plazo. Ante el miedo, el capital se refugia en las altas tasas de interés, en el dólar y en última instancia los más conservadores en el oro.
En este clima incierto, no sabemos aún la escala que puede tomar el conflicto en Medio Oriente, que ya no es entre Hamas e Israel, sino entre Irán, Líbano, Hamas, Israel y Estados Unidos, con el claro riesgo de involucrar a Rusia. Lo que se ha visto en las últimas semanas, con la incursión en tierra del ejército israelí en el Líbano, es el punto más álgido de un conflicto que noticiosamente parece ser eterno, pero que sin duda está moviendo desde el precio del barril de petróleo, hasta el apetito de riesgo de los capitales mundiales.
En el flanco interno, la implementación de la reforma judicial y las leyes secundarias, serán un elemento de incertidumbre constante, por lo menos, en el primer año de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien, dicho sea de paso, ha actuado de manera estratégica en estos primeros días en el poder. En ese sentido, estimo que, aunque la reforma está consumada, al mercado y a las empresas inversionistas aún les falta una prueba definitiva sobre la reforma: un hipotético caso en el que un juez electo popularmente, falle en contra de una empresa extranjera y su ejemplo sea temido por otras más. Qué importante será en esas primeras resoluciones, que los nuevos jueces electos se apeguen a la legalidad, al marco normativo, pues de ello dependerá la percepción definitiva sobre el estado de derecho en México.
Viene un trimestre fundamental y cierre del año definitorio. En lo económico, en lo sociopolítico, en nuestro papel frente a Estados Unidos, y en el contexto financiero global permanentemente tenso por conflictos que de ser regionales (Rusia-Ucrania, Israel-Gaza), pueden escalar a niveles que esta generación no conoce.
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, en 1914, luego de 30 años de desarrollo científico, tecnológico y económico sostenido en prácticamente todo el mundo, había algo subyacente: había pasado un siglo desde las guerras napoleónicas y había una generación entera que no sabía lo que era la guerra. Guerra que generó tales heridas y odios, que provocó la Segunda Guerra Mundial en un pestañeo de la historia. En 2024 hay una generación entera que no conoce la guerra a esa escala, y múltiples factores que la alientan en todos los frentes, todo ello, en un ambiente de erosión democrática y polarización política. Un contexto no menor para los retos que enfrenta México, y el mundo que pretendemos heredar a nuestros hijos.