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Andrés Neuman dedica su nueva obra a una etapa poco recordada: el acceso al habla
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▲ El poeta presentará hoy Pequeño hablante en la Feria Internacional del Libro de las Universitarias y los Universitarios, en el Centro de Conferencias y Exposiciones UNAM.Foto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Domingo 1º de septiembre de 2024, p. 3

La llegada de un bebé da origen a discusiones que, bajo el manto de la ternura y la inocencia, esconden conflictos muy serios, antropológicos, sociológicos, políticos y lingüísticos, explicó el narrador de origen argentino Andrés Neuman, quien refirió que en su libro Pequeño hablante se divirtió al abordar esas importantes cuestiones en un tono entre lo poético y lo infantil.

El escritor contó a La Jornada que cuando su hijo empezó a hablar, se me juntaron tres pasiones y tres asombros: el amor por él y la atención emocional que le presto a cada detalle; mi trabajo de escritor e interés por las palabras y mi formación académica en filología y lingüística, hicieron que tuviera la sensación de que iba a asistir en casa todos los días al nacimiento de la gramática.

El título, editado por Alfaguara, será presentado hoy a las 16 horas, en el Foro sin Fronteras de la Feria Internacional del Libro de las Universitarias y los Universitarios (Centro de Exposiciones y Congresos UNAM). El también poeta estará acompañado por la novelista Mayra González Olvera.

“El libro es una pequeña crónica de cómo mi hijo –en realidad cualquiera de nosotros–, empieza a hablar. Me parece fascinante porque todo lo que aprendemos en los primeros años de nuestra vida, y que nos define como seres humanos y especie, todo lo decisivo y radicalmente fundacional, nacer, conocer nuestro cuerpo y seres queridos, aprender a comer, a caminar, a hablar, sucede en una etapa de la vida que está trágicamente destinada al olvido.”

Neuman (Buenos Aires, 1977) dijo que hacer este relato era un regalo de amor para su vástago, al tiempo que una oportunidad de asistir a una etapa que no recordamos: nuestro acceso al habla. “Tiene mucho que ver con la poesía, porque ésta de algún modo trata de trabajar con el asombro de cada palabra; en cada poema, cuando lo leemos en voz alta y lentamente, por ejemplo, hay una puesta en valor de cada sílaba, del ritmo, de la dificultad de la belleza de articular.

“Hay un fenómeno naturalmente poético en aprender a hablar, que es empezar a saborear cada palabra, su dificultad, sus posibilidades y, sobre todo, la sensación de tener todo el lenguaje por delante.

Me resultó muy refrescante conocer, cuidar y querer a una criatura que tenía todo el diccionario por delante y para quien el lenguaje era todavía un completo misterio que poco a poco se va develando.

El texto, continuó el también traductor, consigna el descubrimiento y uso que hace su hijo de los sustantivos mientras enfrenta el entorno como un conjunto de objetos en busca de su nombre; de la aparición de las preposiciones, cuando el pequeño “pasó semanas probando poner ‘a’ en cualquier parte, a ver qué pasaba con la frase; cuando se inicia la conciencia del adjetivo; es decir, la relación subjetiva entre tú y los objetos.

“Luego vienen los adverbios, donde se van deslizando los conceptos del tiempo y el espacio. Casi todos tienen que ver con donde estamos o cuando sucede algo (…) entonces tu cuerpo va tomando el GPS respecto del mundo a través de ellos. Hasta llegar a los verbos, que quizás es lo que más me conmovió. Siempre me dio curiosidad saber cuándo termina un bebé y empieza un niño. Una tarde tuve la sensación de que ocurrió cuando habló en pasado por primera vez. Quería decir que sabía que ya no estaba e iniciaba un diálogo con la ausencia.

“La frase tan sencilla ‘pasó coche’ no pude evitar traducirla como ‘pasó bebé y pasará papá y pasaremos todos’, así que hay una especie como de intento de analizar lingüística y poéticamente pequeñas anécdotas que están en la crianza de cualquier persona y que produce muchas emociones, pero no siempre tenemos tiempo de pararnos a pensar, a conceptualizar.”

Neuman sostuvo que esta obra y la anterior, Umbilical, se pueden leer por separado, pero forman un díptico que cuenta “la historia de los primeros años de la vida, desde el embarazo y el nacimiento hasta que se adquiere por completo la lengua materna. Los cuatro primeros años de la vida son los más misteriosos en la existencia de cualquier persona; prácticamente, no generan recuerdos y casi tampoco han generado literatura ‘para adultos’”.

Mencionó que aunque su punto de partida es autobiográfico, sabía que estaba escribiendo una experiencia que han tenido millones y millones de personas durante muchísimos años, compatible y universal. Quería que fuese como una especie de infancia muy íntima, pero también muy colectiva.

En la literatura, agregó el poeta, se habla muy poco de historias de amor filial entre “hombres y criaturas muy pequeñas. Son un poco tabú en nuestra tradición, porque no nos enseñan a contarla ni cómo vivirla. Es una experiencia que muchísimos hemos tenido, pero a la vez es un poco contracultural respecto de nuestra educación tradicional.

Me parece que es natural y saludable que la literatura lo registre y, en ese sentido, todavía estamos empezando. Tenemos muchos libros de grandes escritoras, pensadoras, sociólogas, que han reflexionado sobre la maternidad o sobre la no maternidad, sobre tener hijos, pero no querer ser madre canónica, o en los que discuten qué es serlo; entonces, nada más natural que los padres empecemos a hacer también ese trabajo desde nuestro lugar. Es inevitable en realidad.

Recordó que durante el acompañamiento a un hijo “hay una serie de flashbacks brutales: nuestra infancia, nuestra crianza y la relación con nuestros padres.

No es sólo que los niños crecen rápido, es que el amor y la crianza de un niño pone a prueba los límites de lo que entendemos por paso del tiempo; sentía que era tan abrumador e interesante, que escribir acerca de eso podía ser un modo de tratar de entenderlo un poco mejor y de compartirlo con el prójimo.