Sábado 31 de agosto de 2024, p. a12
La aparición del álbum titulado Astor, del célebre agrupamiento Axiom Brass, pone de relieve un hecho histórico: estamos frente a la consagración definitiva de Astor Piazzolla (1921-1992) como uno de los gigantes de la música popular y de concierto, junto a los que ya eran considerados grandes nombres inmortales, digamos Beethoven, Jobim, Brahms, Dylan, Sibelius, Pérez Prado, Ligeti, Lecuona, Mozart…
Ya lo era, hace décadas, pero si echamos un vistazo a las novedades discográficas, nos llevaremos grandes sorpresas: crecen con los días las grabaciones de la más diversa índole; no se limitan a las consabidas recopilaciones, que también brindan hallazgos insólitos, sino que cada vez hay más músicos interesados en interpretar la música de este genio bonaerense y dejar constancia en álbumes que tienen éxito monumental.
Hay casos semejantes que el tiempo está resolviendo en su transcurso, como el de Philip Glass, quien es intérprete de su obra y hace años nos preguntábamos qué pasaría en el futuro, si solamente quedarían sus discos, pero han ido apareciendo, como flores en un jardín, cada vez más y más intérpretes muchos de ellos de prestigio y calidad suprema.
En el caso de Astor Piazzolla, el gran detonador de esta eclosión y suma fue la celebración de su centenario, en 1921 y como suele ocurrir en efemérides globales, los discos se reproducen como conejos y hoy en día tenemos una cantidad y calidad asombrosas en honor de la devoción y gozadera que multitudes profesamos por Piazzolla, porque además forma una parte de nuestra educación sentimental, y para asombro mayor, también de las nuevas generaciones.
De hecho, todos quienes quedamos embelesados para siempre con la música de Astor Piazzolla, la conocimos en años mozos y meses enteros pasamos escuchando una y otra vez nuestras piezas favoritas y esa alegría se traspasa y se trasvasa como el agua de un río (en este caso el Río de la Plata) que danza curveado hacia la mar.
El influjo Piazzolla es amplio e insospechado. En su país. En el nuestro. En todo el mundo. Bastan tres compases para que el ambiente se vuelva cadencia, aroma, sensualidad y energía. Bastan tres compases para que el escucha aún el más desprevenido, exclame: ¡Piazzolla!
Cadencia inconfundible.
En Argentina, la revolución Piazzolla rebasó desde su mero inicio la escena tanguera. Otros músicos geniales reconocieron de inmediato su prodigio. Un ejemplo: uno de los grandes maestros de la cultura rock en Argentina, Luis Alberto Spinetta, exclamaba a los cuatro vientos: ¡Piazzolla es el futuro!
, y volteaba a ver a Charly García, otro genio con la capacidad de transformar la música, que es lo mismo que transformar la vida.
Tenemos, entonces, a un autor clásico, que encontramos en los lugares más insospechados: en la programación de una orquesta sinfónica, nada menos que la mejor del mundo: la Filarmónica de Berlín, por igual que en la discografía del Kronos Quartet, agrupamiento de excelencia para el que Astor escribió Four, For Tango en 1988, obra maestra que recogieron los integrantes del Kronos para su disco Winter Was Hard.
Las colaboraciones de Astor Piazzolla con las mejores orquestas, los mejores grupos y otros artistas legendarios siempre fueron actos naturales, los que ocurren cuando la lógica de la calidad artística hace su magia entre los músicos.
El ejemplo del Kronos es ilustrativo: después de escucharlos en un concierto, Astor, deslumbrado, se puso a escribir Four, For Tango, para ellos y, fenómeno de la física cuántica, en ese mismo momento ellos estaban caminando para encontrarse con él y pedirle que escribiera una pieza para ellos y así nació Five Tango Sensations, en 1989: estructurado en la siguiente secuencia: Asleep-Loving-Anxiety-Despertar-Fear, que estrenaron ese año en Nueva York y grabaron de inmediato y viajaron para tocar, juntos, en Alemania. Estas experiencias cuya intensidad es otro de los atractivos de la música de Piazzolla, expandieron en su momento su público hacia los escuchas jóvenes y a todo aquel interesado en músicas distintas, originales y que garantizan gozo.
Otra colaboración espontánea, natural y lógica, la hizo Astor con otro integrante del Olimpo: el egipcio-francés George Moustaki, cuyas grabaciones discográficas forman parte del patrimonio cultural del mundo y así se sucedieron muchos encuentros de los cuales nos regocijamos.
Escuchar a Moustaki con Piazzolla es otra de las expansiones de entre las muchas que hizo el músico bonaerense en su galaxia. La unión de la canción social (llamada en su momento de protesta
), la gran revolución cultural hippie, la recuperación y actualización de la chanson francaise, la poesía, entre otras cualidades que distinguen el legado de Georges Moustaki (1934-2013), con la gran fogata que sale del bandoneón de Piazzolla y los dejos de música de concierto que imprimió a su Quinteto de Tango, constituyen una de las elaboraciones más interesantes de la historia reciente de la música.
Hay otro ejemplo muy atractivo en el disco recientemente re-editado por causa del centenario, de título Piazzolla Completo en Philips y Polydor, en varios volúmenes de los cuales el cuarto inicia con una canción cantada en portugués y la siguiente en español por una leyenda: Ney Matogrosso, a quien Astor Piazzolla invitó en 1975 a grabar en Italia y así nació As Ilhas, con letra de Geraldinho Carneiro y la composición titulada 1964, a partir de un texto de Jorge Luis Borges.
A sus 83 años, el maestro Ney Matogrosso continúa imperando en el ámbito de la música contestataria, diferente, con una dignidad a toda prueba y es precisamente con la composición titulada As Ilhas, con la que continúa vigente en el mundo musical, en versiones que siempre renueva porque esa es su naturaleza: el reinventarse.
Ney Matogrosso causó escándalo y rechazo en su momento debido a su propuesta artística, radical: inspirado en el teatro kabuki, se pintó la cara de blanco y enarboló un repertorio impecable con su grupo Secos e Molhados y una de las causas del rechazo de buena parte de la audiencia, fue que se alejó, conscientemente, de lo que todos esperaban de un músico brasileño: la samba, el bossa nova.
Ney Matogrosso, en cambio, mostró otras maneras de hacer buena música, desde la libertad y es por eso que Astor Piazzolla lo invitó a grabar con él As Ilhas, Las islas, cuyo texto fue escrito por Geraldinho Carneiro y del que perfilo versiones mías de algunos versos:
Vi una mosca haciendo temblar los cables
como sombras de madrugada
Vi pájaros transparentes
y cosas que salían de la nada
vi a un perro sin maestro
en el portal de un cementerio
vi la desnudez en los espejos.
He visto cosas de puro miedo
en la oscuridad espejeada
vi ángeles en el amanecer
vi fuego sobre la olla
en el horno de una cocina
vi peces en el cielo
y tigres en el azul de las aguas
pero no vi nada claramente
porque las islas se movían
y vi que no vi nada
nada, nada. Nada, nada.
Estamos frente a una de las facetas menos conocidas, menos difundidas, de ese gran poliedro que es el universo Astor Piazzolla. En la pieza 1964, él, Piazzolla, y Ney Matogrosso hacen sonar un texto de Borges:
un instante cualquiera es más profundo y diverso que el mar. La vida es corta, y aunque las horas son tan largas, una oscura maravilla nos acecha.
Y así se suceden, en una revisión a vuelo de pájaro, los hallazgos en el universo Piazzolla, como su colaboración con el cantante, compositor, teatrista austriaco André Heller, con quien grabó María Magdalena y Der Alte Pierre: tango en alemán, con el dejo inconfundible del bandoneón y el Quinteto de don Astor.
Otro de los inmensos confines de la música de Piazzolla está en el fabuloso disco titulado Piazzolla: Obras desconocidas para piano solo, donde Natalia González Figueroa nos muestra al Piazzolla autor de música de concierto con todo lo que aprendió con su maestra en París, Nadia Boulanger, mentora de Philip Glass y Leonard Bernstein y Aaron Copland y Quincy Jones y quien definió la ruta para que Astor edificara el Universo Piazzolla: sea usted mismo, sea usted Astor Piazzolla
y fue así como nos beneficiamos millones con el bandoneón y el Quinteto Nuevo Tango del autor de Biyuya, Escualo, Oblivion, Adións Nonino…
El autor de ese dejo de vaporosa sensualidad, elegantes velos de erotismo y gozo, instantes de magia en un giro, la vida en un lance.
El Universo Piazzolla.