Opinión
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Ciudad perdida

Clanes y tribus matarán mayoría

S

i alguien piensa que en el Congreso, es decir, la Cámara de Diputados y la de Senadores, Morena será la aplanadora tipo tricolor que impondrá condiciones, permítanme desilusionarlos.

Las mayorías, tanto en el Congreso federal como en el local, son una alucinación que produce sed de poder, pero nada más, porque la realidad es que los clanes y las tribus en formación dentro de Morena sólo harán valer el peso de la mayoría cuando les venga bien.

Para decirlo de otra manera: cada grupo de los que integran el partido triunfador en las elecciones pasadas, obedece y juega bajo las reglas de los liderazgos de grupo y lo que se diga en las alturas políticas poco les va a importar.

Vendrán tiempos de venganza, de luchas internas. Además de los clanes a los que ya nos hemos referido, el de la familia Batres y el de la Alcalde Luján, hay tribus que lograron insertarse en las curules.

No mercy será el lema entre las tribus y los clanes. Todas las deudas tratarán de ser cobradas y cada cual defenderá lo poco o mucho que les haya tocado en el reparto del poder.

Veamos: además de las ya enlistadas, están las otras tribus. Tal vez no serán las dominantes, pero con todas se tienen adeudos que la dirigencia de Morena y en las alturas del poder aún no se han cubierto del todo.

Es muy probable que la deuda más grande sea con Martha Ávila. La hoy diputada fue sacrificada dos veces por los acuerdos entre grupos. La primera, cuando le habían prometido la alcaldía de Iztapalapa, y la segunda, cuando su segundo periodo en el Congreso local. El acuerdo era que ella fuera la coordinadora del grupo mayoritario. El acuerdo se esfumó.

Si bien es cierto que Ávila no construyó un grupo de apoyo, una tribu para ser más exactos, también lo es que había quienes estarían más que dispuestos a respaldar su mandato como coordinadora, pero otra vez los compromisos hicieron de las suyas.

De todas formas, más allá de esos datos que dan idea de posibles resquemores, las tribus y los clanes ya están en pleno combate. Así, en la arena de la disputa están, además de los ya mencionados, la tribu de Ariadna Montiel, Amor por la Ciudad; el grupo de José Luis Rodríguez, Vamos Juntos; Suma, que está liderado por los hermanos Morales, siempre dispuestos a cualquier traición; pero además los liderazgos de Rigoberto Salgado, el de Tláhuac; el de Julio César Moreno, de Venustiano Carranza, y el de Víctor Hugo Romo, de Miguel Hidalgo, entre otros.

Entre esos grupos no hay ningún acuerdo, por el contrario, existen agravios vivos que no se han zanjado y que ahora se acompañan con tambores de guerra.

Esto, aunque los estatutos de Morena adviertan que dentro del movimiento están prohibidas las divisiones de cualquier tipo. Por ejemplo: Martí Batres está seguro de que el quehacer político dentro del partido no puede darse sin las llamadas tribus.

Todo esto indica con bastante claridad que la mayoría parlamentaria no será tan concluyente como muchos suponen, y eso, además, porque cuando menos en el Congreso local no hay liderazgo que pueda aglutinar bajo una causa a todas las tribus y los clanes.

Y eso porque el liderazgo del grupo mayoritario es ficticio y obedece a acuerdos de momento que no se podrán sostener con el tiempo. Es decir, todo nos indica que el Congreso local, para empezar, será una danza de locos. Ya veremos.

De pasadita

No sabemos de qué se extrañan muchas personas por los ataques de Ken Salazar. Nadie podía creer eso del gringo bueno. Salazar, como todos, todos los de las barras y las estrellas, no tienen amigos, tienen intereses, nada más.