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Culminan cuatro días de cónclave en Chicago

Más plural y progresista, la convención de demócratas

Llama la supernación a la unidad frente amenazas internas y externas

Corresponsales
Periódico La Jornada
Viernes 23 de agosto de 2024, p. 22

Chicago. Después de cuatro días de la Convención Demócrata Nacional, que culminó con la coronación de la hija de inmigrantes Kamala Harris, mucho ha cambiado con un nuevo impulso y, por primera vez con un panorama electoral positivo para los demócratas, las tendencias en las encuestas lo registran.

Harris ahora está empatada o ganando la contienda. Se trata de un cambio logrado en un solo mes desde que Joe Biden era candidato y estaba al borde de una muy posible derrota.

Tal vez el indicador más claro es la creciente histeria de Donald Trump, el adversario en las urnas, expresada en sus cada vez más tontas declaraciones: Ella fue comunista, es comunista y será comunista, acusa a Harris cada día, algo que, más allá de ser falso, parece ser un ataque posiblemente caduco del político viejo que creció en la guerra fría.

Y es que aquí en la convención en Chicago nació un optimismo ausente durante la campaña de Biden y, con ello, cambió la narrativa en los medios y en las calles sobre la elección. De repente, se pusieron en jaque las ambiciones y pronósticos republicanos, y con únicamente 11 semanas antes de elección del 5 de noviembre, el cambio es esencial para los demócratas.

El mosaico de las bases y militantes del Partido Demócrata es una expresión visual de la diferencia entre los partidos. Aquí en Chicago, tanto el desfile de oradores como los 20 mil participantes en la arena subrayaron el llamado a la unidad a pesar de diferencias, que fue uno de los mensajes retóricos principales para marcar un contraste con los republicanos y su convención abrumadoramente blanca.

Políticos latinos –algunos con expresiones en español–, afroestadunidenses, asiáticos, gays, musulmanes, judíos y más se combinaron con estrellas del mundo de los espectáculos y deportes.

Por cierto, se podría decir que los que más provocaron el júbilo del público fueron los no políticos, como el músico Stevie Wonder, las Chicks, Pink y el entrenador de basquetbol Steve Kerr, entre otros.

También se notó en la ruta sonora de esta fiesta política, desde rock y country hasta motown, R&B y rap, aunque no blues, la música más identificada con Chicago (quizá porque choca un poco con uno de los temas de la convención, que es la felicidad, una decisión de alguien que no entiende el blues).

Hubo momentos que ofrecían algunas interrupciones cómicas, por ejemplo: referencias a la matriarca del partido, la ex presidenta de la Cámara baja Nancy Pelosi, a quien le colocaron el apodo de La Madrina –en el sentido de El Padrino– por su manejo férreo del poder partidario, incluyendo, aunque no se dijo públicamente, su papel ya conocido en poner fin a la candidatura de Joe Biden y trasladarla a Harris.

Sin embargo, si algo tuvieron en común las dos convenciones fue esa extraña obsesión con la familia de los candidatos. A diferencia de otros países, los esposos, hijos, nietos de los candidatos de pronto son parte del enfoque: quien podría ser el primer esposo de una presidenta estadunidense, Doug Emhoff, marido de Harris, ofreció un discurso que incluyó hasta cómo conoció románticamente a su esposa.

El presidente Biden fue presentado por su hija. Los hijos de ambos políticos fueron captados por las cámaras, y también participaron en videos trasmitidos aquí para hablar de sus padres. Nadie los eligió, pero son protagonistas en las pugnas electorales.

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▲ El entrenador de basquetbol Steve Kerr y los cantantes Pink y Stevie Wonder, entre otras celebridades, mostraron el mosaico de esta plataforma política.Foto Ap y Afp

Y como es de esperarse, no falta el patriotismo fácil. En cada convención se coreaba, cuando se elogiaba a este país: U-S-A, U-S-A. Cada noche empezaba con el himno nacional, el juramento de lealtad y, en la versión republicana, con expresiones marciales. Mucho énfasis se colocó en el heroísmo de los que son y fueron militares, con algunos de los oradores afirmando que ellos arriesgaron sus vidas en lugares como Afganistán e Irak para defender a la libertad y su país. No mencionaron las consecuencias de estas aventuras bélicas estadunidenses. Aquí se usó repetidamente para criticar la cobardía de Trump, quien evadió el servicio militar con un pretexto médico.

En ambas, se repitió sin cesar que este país es el elegido por Dios, cada noche pedían la bendición del ser divino, y esa mezcla de religión y política tenía lugar al inicio y al final de cada noche, incluso en voces de líderes religiosos. Se trata probablemente de la democracia más religiosa del mundo.

Con tanto patriotismo, odas al sueño americano, referencias a este país como la nación indispensable del mundo y, como se expuso repetidamente: una fuerza del bien, resultaban un poco desconcertante las referencias a esta elección como un momento existencial donde estaba en riesgo el futuro del superpoder. Según lo que se dijo en ésta y la otra convención (la republicana), hay amenazas por todas partes dentro y fuera del país. Una vez más, dejaron la impresión de que es un superpoder muy asustado.

Aquí no se decide nada, algo que decepciona a los novatos entre los delegados, no entienden que una convención es nada más un comercial muy largo, un espot publicitario.

Una superproducción bajo control

Es una superproducción obviamente realizada por profesionales del mundo de espectáculo.

Casi todo está coreografiado, nada fuera del control de la campaña presidencial y la cúpula máxima del partido, aunque a veces hay interrupciones mínimas y breves, como las que expresan disidencia sobre el apoyo estadunidense al genocidio perpetrado por Israel en la franja de Gaza.

Hay algo de pan y circo, pero también es la única vez cada cuatro años que cada partido se reúne a escala nacional, donde se pueden expresar de cierta manera diversas corrientes, como fue el caso aquí con legisladores y funcionarios progresistas y sus aliados en movimientos de derechos y libertades civiles, y donde a pesar de la prioridad política de mostrar unidad con los candidatos, se registran algunas de las luchas internas y externas en el país más poderoso del mundo.

Existen niveles dentro de la convención. Hay asientos especiales para invitados importantes, donantes y otros asistentes distinguidos; también hay secciones con trago gratis, por ejemplo el área Captain Morgan.

Empresas y grupos de interés poderosos han comprado suites con cocineros y meseros, y para los más especiales hay fiestas privadas con entretenimiento exclusivo. A pesar de la retórica desde el podio, no todos aquí son iguales.

En África, todos mueren de risa al ver a Estados Unidos, comenta un taxista de Uganda en Chicago al conversar sobre el dinero que domina la elección, la retórica falsa y, sobre todo, Donald Trump, quien, opina, ha aplicado el modelo autoritario de varios líderes de aquel continente.