El magnate Emile Bührle y el expolio nazi
os herederos de Emil Bührle (1890-1956), tratan inútilmente de limpiar su nombre. Él fue poseedor de una de las grandes fortunas de Suiza. De origen alemán, el magnate no militó en el nazismo, pero tuvo trato directo con ese régimen. Gracias a que le vendió cañones y otras armas, aumentó su fortuna personal más de 25 veces entre 1938 y 1945. En paralelo, se hizo de 600 obras de arte, algunas de ellas obtenidas de manera criminal.
Con esas piezas integró uno de los acervos más importantes de Europa. Siempre se sospechó que en ella había algunas confiscadas a judíos por el régimen nazi, que vendió muchas a personajes relevantes que lo apoyaban, como Bührle.
Terminada la guerra, comenzaron los reclamos de las obras confiscadas. El nombre del magnate apareció en la lista de favorecidos por el despojo y tuvo que devolver algunas a los verdaderos propietarios.
En 2021, los herederos de Bührle cedieron 203 piezas de la colección a uno de los museos más importantes de Suiza, el Kunsthaus, en Zúrich, donde tienen un espacio preferente. Siempre se sospechó que varias eran de familias judías.
Recientemente, dicho museo anunció el retiro de cinco pinturas de la citada colección y estudia hacer lo mismo con una sexta, por una investigación que dio pruebas de que son cuadros expoliados por los nazis. Se trata de un retrato del escultor francés Louis-Joseph, realizado por Gustave Courbet; Jardín de Monet en Giverny, de Claude Monet; otra de Henri Toulouse-Lautrec; La antigua torre, de Vincent van Gogh, y La ruta ascendente, de Paul Gauguin. La sexta obra, que aún no se retira de la colección Emil Bührle, es La sultana, de Edouard Manet.
Luego de un litigio internacional, en 2006, el museo Belvedere de Viena se vio obligado a devolver a sus antiguos propietarios cinco cuadros de Gustav Klimt robados por los nazis.
En 2009, la ciudad austriaca de Linz entregó otra de Klimt a los herederos de una mujer judía que murió durante el Holocausto, y en 2021, el Orsay de París, también una de Klimt.
Muchas más expoliadas están en prestigiosos museos y colecciones privadas, y se niegan a devolverlas.