El voto se decantó por la 4T
abemus presidenta... y de izquierda: Claudia Sheinbaum.
Alrededor de esta decisión, libre y razonada, de la mayoría de los ciudadanos mexicanos, resulta evidente la vocación política de un país que se niega a creer y rechaza a los voceros del desastre y a quienes financian las campañas de odio.
Hicieron de todo, utilizaron la fuerza de millones de dólares para pervertir la voluntad de la gente, pero fue más fuerte lo que Sheinbaum representa: la idea de no volver a las páginas de la corrupción y el saqueo. La única propuesta seria que presentó la oposición representada por el panismo se estrelló en la oferta de lucha por lograr un país más justo, la reiteración de la 4T.
El resultado es como la sentencia de muerte para el PRI de Alito y deja en agonía a los azules. Esto quiere decir que la reorganización del ala derecha del espectro político del país sería la única medicina que los rescataría de una ominosa desaparición.
Para decirlo de otra manera: el odio suministrado día con día desde los micrófonos y las cámaras de las empresas privadas de comunicación perdieron fuerza, credibilidad y la confianza del ciudadano común en todo el país; fue ineficaz.
Al final se acusó incluso al presidente Andrés Manuel López Obrador, en un intento ruin de ensuciar el resultado, de haber cooperado en un buen porcentaje en el triunfo de Claudia, pero fueron incapaces, también, de reconocer y de poner en conocimiento de la gente que las patrañas que difundieron y que la gente rechazó, si hacemos caso a la votación, fueron la causa de la derrota de la candidata Gálvez, porque en lugar de apoyar sus muy pocas y flacas propuestas, sólo se dedicaron a poner veneno en la elección.
Pero lo peor es que traten de desconocer el valor de la participación de la gente. ¿O qué? ¿También fue el Presidente el que los llevó a votar? Es irrefutable, la ciudadanía derrotó de igual forma a los lideres de opinión
que esta vez parece que no lograron influenciar a las masas, no obstante que tuvieron los medios en las manos.
Sí, como nunca, las ciudadanas y los ciudadanos formaron filas de horas para dejar en claro su decisión, y como nunca también dieron una lección de independencia. Eso no mató el veneno mediático, pero tampoco inclinó la balanza ni la palabra desde el Zócalo; fueron los hechos el fiel de la balanza.
Por eso, ahora que ya es un hecho, pensar en el abandono a que se ha sometido al ciudadano y sus derechos no saldría sobrando; es más, debería formar parte de las prioridades del gobierno de Claudia Sheinbaum porque fue la gente la que la ha convertido en su representante y eso pesa, y pesa mucho.
Hoy seguramente recibiremos sorpresas; hay muchas cosas que deben ser resueltas de inmediato, y no nos referimos a la creación de leyes o algo así, no, más bien se trata de dar confianza a quienes sufragaron en favor de la 4T. Los nombres de quienes acompañarán a la triunfadora, algunos de ellos, podrían construir ese piso de confianza que aplauda la gente. Ya veremos.
De pasadita
Xóchitl Gálvez salió a dar un mensaje a sus seguidores, que no estaban muy entusiasmados, poco después de cerradas las casillas y tuvo cuidado en declararse triunfadora, pero Santiago Taboada sí levantó las manos para decir que él sí había triunfado.
Casi al mismo tiempo, Clara Brugada se presentó ante la militancia de Morena para enarbolar la bandera del triunfo. Más tarde se confirmaría que el panista y el cártel inmobiliario no lograron superar a la fuerza de Morena. Ya es hora de que piensen en otra cosa.