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Lecciones que da la historia
S

i alguien siente hoy que le cae encima el peso de la historia (y la forzada educación que eso trae consigo), ése es el primer ministro Netanyahu y su entorno. La decisión de optar por la violencia y, además, violencia extrema, que cobró la vida de decenas de miles de niños, niñas, ancianos, mujeres y jóvenes en su casas y en sus calles, ahora se vuelve contra él y arrastra al pueblo israelí a una situación peor a la que tenía. En un video de hace años –que aquí se comentaba después de octubre pasado–, el dirigente insistía en que para lidiar con los palestinos había que golpearlos y golpearlos duro, y de manera tajante desdeñaba la importancia de posibles reacciones internacionales. Ahora Israel está cuestionado como nunca, abandonado o confrontado por muchos países, con su líder mayor al final del túnel sin retorno en que él mismo se encerró con la opción por la violencia y, en caso de una situación fortuita, a un paso de ser arrestado y confinado en una cárcel.

En el fondo, estamos frente a otro episodio de lo que ha sido la confrontación histórica entre los que rodeados de armamento y muertes inocentes proclaman su superioridad moral y, ahora con la heroica resistencia del pueblo palestino, los desarmados y oprimidos.

El enorme poder militar, político y monetario de los superiores y atrabiliarios, aparece ahora no sólo como incapaz, sino contraproducente, pues profundiza su imagen como prepotente y genocida. Además, acusar de antisemitas a todos los que protestan, ha hecho que esa palabra ya no suene más como un justo reclamo, sino a hipocresía. Por ponerla en una imagen, es el soldado rodeado de cadáveres y de las ruinas de sus casas, hospitales, escuelas y universidades destruidas que con esa palabra intenta callar a quienes lloran de dolor y lo acusan. La profundidad de la derrota moral que sufren los perpetradores es que cada vez más la única reivindicación posible es que dejen de sabotear la creación de un Estado Palestino Libre y aprendan a vivir con él en un mismo mundo.

En otra historia, en México, estos días las elecciones traen consigo un justo y antiguo reclamo. Que el aparato, partidos y políticos, a pesar de años y hasta muertos parece que nada han aprendido y por eso nada han podido. Con el solo hecho de que un grupo –no de inversionistas ni de políticos colgados de las elecciones– de maestras y maestros de las profundidades del México real, de la CNTE, haya decidido plantarse a mitad del Zócalo y vivir ahí, así sea por unos días, ha trazado una línea que todavía hoy divide claramente en dos al país. Por una parte, la estridencia electoral y, por otro, las voces y argumentos de millones que siguen sin ser atendidas. Las voces de advertencia que no se oyeron a tiempo y que ahora se han transformado en mujeres que recorren el campo buscando a sus muertos, hijos, hermanos, hijas y hermanas. En millones de jóvenes que ahora menos que antes tienen posibilidad de ingresar a una universidad real donde el debate sobre qué se debe conocer en cada región y cómo hacerlo parte de sus vidas, puedan darlo también niños y jóvenes que, en autonomía, estudian con maestros no elegidos a capricho de una persona y que son dignamente tratados. En millones de niños y jóvenes que no tuvieron escuelas donde crecer libres y universidades donde las y los jóvenes –como requiere la autonomía– participen en la conducción de la institución y en la investigación y servicio y difusión de la cultura. ¿Escucharán las voces de hoy? En un reciente foro en la Universidad Veracruzana sobre Gobiernos progresistas y universidades autónomas en América Latina, las carencias y logros en varios países fueron presentadas y discutidas frente a audiencias compuestas sobre todo por estudiantes. Hubo voces de advertencia como la tendencia de gobiernos progresistas –también el mexicano– a abrir la conducción de la educación a la derecha y de abaratarla. Con ominosas consecuencias: en Brasil, gracias a un robot que califica tareas, un solo profesor universitario debe atender a 40 mil estudiantes. Escuchar también que en Colombia estudiantes y maestros de una universidad pública están en huelga porque quien tuvo 8 por ciento de preferencias fue designado rector, pero no quien obtuvo cerca de 48 por ciento por su currículum y desempeño en la institución. Pero, afortunadamente, apareció, colándose en el programa, la experiencia de la sinfónica universitaria que organiza conciertos didácticos para niños y jóvenes de secundaria y que, además, lleva música y músicos a todas partes. Las escuelas y la universidad, el arte y la autonomía (porque son otro y amplio horizonte) son poderosas armas para ayudar a pacificar un país, y traen bienestar. Y muchos más maestros y estudiantes que piensan de otra manera, más noble e inteligente, más allá de puestos y presupuestos. Y evitar así que el pasado nos alcance.

* UAM-X