Lunes 29 de abril de 2024, p. 5
A ratos caótico, con frecuencia atropellado, en el segundo debate presidencial las descalificaciones personales marcaron el rumbo y alcanzaron mayor intensidad cuando Claudia Sheinbaum no pudo contener su temperamento, mientras Xóchitl Gálvez, rijosa desde el inicio, dejó de lado la realidad nacional para desgranar propuestas que rayaban en la fantasía. La sistemática descalificación personal de Gálvez terminó por conducir a Sheinbaum a un terreno que había evitado desde el primer encuentro, para pasar a la ofensiva y añadir a su referencia permanente de “candidata del Prian” el contundente epíteto de corrupta
.
Con los tiempos de la campaña en contra y la urgencia de intentar noquear a la aspirante puntera, Xóchitl le reviró con desmesura: “narcocandidata”. Y con ese adjetivo, a querer o no, la abanderada opositora se insertaba y hacía eco de que la millonaria campaña anónima en redes sociales –de varias semanas ya, y dirigida también contra el presidente Andrés Manuel López Obrador– no es precisamente una expresión social espontánea y se nutre mucho de patrocinio.
“Tú eres la candidata de un narcopartido porque esta es la promoción que hace Morena en las redes sociales y le rinde culto a la Santa Muerte”, lanzó Gálvez en el amanecer del debate al mostrar la fotografía que se ha vuelto famosa en estos días.
Dejaba claro así que buscaba armar un pleito de callejón que le ayudara a revertir las encuestas y desmarcarse de las críticas por su actuación del primer encuentro.
Y de entrada advirtió que se refería a Sheinbaum como la candidata de las mentiras
. Sabía que los temas (economía, política social, cambio climático e infraestructura), con el mejor saldo para el obradorismo, difícilmente le permitirían confrontarlo. No había más ruta que un debate a navaja limpia, de descalificación personal, y hacia allá condujo la discusión.
Aunque durante la primera mitad Sheinbaum no se apartó de su carta de navegación prevista, la reivindicación de los logros económicos y sociales del presidente López Obrador –a quien en esta ocasión aludió explícitamente dos veces–, al final sucumbió al nivel de discusión al que apostó Xóchitl.
La economía y la política social eran propicias para reivindicar los logros del gobierno federal y, en ese tenor, Sheinbaum arrancó abrumando con cifras a su opositora.
Sólo destinó un par de minutos para aludir a la ilegalidad en los contratos de las empresas de Gálvez porque los obtuvo mientras era funcionaria pública.
Tener contratos legales no es un delito, ver al ex marido robando eso sí es un delito
, respondió Gálvez.
Conforme avanzaba el debate, la candidata de Fuerza y Corazón por México apostó por ofrecer hasta la exención fiscal a todos aquellos trabajadores que perciban menos de 16 mil pesos (salario promedio del país) para beneficiar a 20 millones de mexicanos.
Criticó las emblemáticas obras del obradorismo. Dos Bocas es un capricho, el Tren Maya una ocurrencia, cancelaron el Aeropuerto de Texcoco porque dijeron que había corrupción y no hay un corrupto en la cárcel
.
Sheinbaum respondió: 85 por ciento de la población está de acuerdo con el Tren Maya; la política energética permitirá reducir la importación de gasolinas, Texcoco es un área natural protegida.
Xóchitl radicalizó entonces sus posturas: le imputó haberse apropiado ilegalmente de una casa; le espetó la corrupción de su ex marido Carlos Ímaz; que es propietaria de una empresa; le atribuyó la presunta corrupción de la ex secretaria de Energía Rocío Nahle y hasta de los hijos de López Obrador.
Con el debate encaminándose hacia el final, con el medio ambiente como pretexto, pero ya con la discusión crispada por las descalificaciones personales, Claudia tronó.
“Vamos a hablar más todavía de la priandilla inmobiliaria. Cuando fue jefa delegacional en la Miguel Hidalgo (en referencia a Gálvez), aprobó esta plaza (la cual mostró en imagen), tres pisos ilegales a cambio de contratos para sus empresas. Aquí la única que daña el medio ambiente y que extorsiona es la candidata del Prian, la corrupta.”
Molesta, Gálvez no se contuvo: “yo le podría decir la narcocandidata, porque eso no es cierto. Ella, como jefa de Gobierno sabe que los usos de suelo los da la Ciudad de México. ¿Por qué no los demolió? Entonces, de aquí en adelante, la narcocandidata”.
Pero cerró la discusión doblando su apuesta y acusó a Sheinbaum de ser una mentirosa serial
.
El nivel del debate tocaba fondo.
“Destruiste o no empleos? ¿Hay o no más deuda en el país? ¿Te gastaste el dinero en tu imagen personal? ¿Apoyaron a tu empresa? ¿Está metida tu familia en el Panamá Papers? ¿Te robaste o no una casa? ¿Vas a investigar los negocios de Andy, Bobby y los sobrinos? ¿Vas a investigar a Rocío Nahle? ¿Le das o no agua contaminada a los habitantes de Iztapalapa cuando fuiste jefa de Gobierno?”
La respuesta de la morenista le desdibujó el rostro: “Muy rápidamente. No, no, no, no, y pon tu denuncia. A pesar de las calumnias de la candidata del Prian, de la corrupta, a pesar de eso hemos ganado el debate, porque hemos presentado propuestas”.