Si yo fuera presidenta… (decálogo 5, 6, 7)
utrición. Entre más pequeños los infantes, más graves son los estragos de la desnutrición, que es una tragedia producida socialmente
y nos deja niños muertos o sobrevivientes con debilidad física y mental irreversible. El Valle de la Muerte es el nombre que –aunque evoca a Juan Rulfo– se refiere a la gráfica (crestas y valles) de la estadística que muestra cómo va cayendo la salud infantil, entre el destete y la muerte, o la sobrevivencia de los que logran atravesarlo a pesar de episodios continuos de infecciones intestinales y respiratorias. Es evidente que todos los niños tienen derecho a comer
, pero México condena a su infancia, desde hace muchas generaciones, al hambre y la disminución permanente de su desarrollo físico y mental. Seis de cada 10 niños mexicanos viven en pobreza: es indispensable crear programas sociales reales contra la desnutrición. No más clase política millonaria con tanta niñez pobre y vulnerada.
6. Educación gratuita, laica y obligatoria, establecida en la Constitución; se cumplirá sin demoras, con participación de maestros y especialistas probos elegidos por los mismos docentes. El cerebro infantil alcanza la mayor parte de su crecimiento durante los primeros 12 años de la vida si recibe nutrición adecuada. La educación básica debe ser prioritaria y no ofrecer becas, sino alimentación (desayuno y comida), espacios dignos y materiales educativos completos. Las becas no llegan a los niños ni son suficientes para cubrir los gastos escolares. La pedagogía en educación básica estará dirigida al desarrollo de facultades mentales y no a la acumulación de información, que los niños aprendan a pensar con libertad y con alegría.
7. Centros de cuidado y estimulación temprana instalados en todo el país como derecho de todo infante y de toda madre, sea o no trabajadora. Es la mejor forma de asegurar una nutrición completa y una buena estimulación temprana, ambas definitivas para el desarrollo. Entre más pequeños, más hambre
tienen los niños de proteínas, amor y estímulos. Crecer tempranamente entre otros niños de la misma edad es, además, magnífica experiencia para el desarrollo afectivo y mental de los más pequeños.
La igualdad de oportunidades en la niñez es el primer fundamento de la democracia.