os teóricos clásicos decían que la democracia era la confianza que el pueblo brindaba a sus representantes elegidos para hacer cumplir las leyes y atender sus necesidades. A pesar de ello, observamos que en la modernidad el proceso electoral de distintos países se ha centrado en utilizar los medios de comunicación para influir en la opinión pública sobre el voto y tratar de inclinar la balanza hacia su persona. Los debates presidenciales en México comenzaron a televisarse en 1994, cuando se buscaba la alternancia en el gobierno (aunque no se logró hasta el siguiente sexenio).
Este ejercicio permitió dialogar las propuestas que tenían los candidatos de aquel momento, al brindar información a la ciudadanía, al tiempo que ejercía un involucramiento indirecto en la participación política.
A 30 años del primer debate, ¿la agenda de derechos humanos sigue estando ausente? ¿Cuál ha sido el avance en propuestas que se han compartido, pero sobretodo, cumplido en sus mandatos? A pesar del cambio de partido político en el gobierno, ¿hubo cambios significativos en el cumplimiento y progreso de los derechos humanos? Es importante mencionar que ha habido alternancia partidista en el gobierno mexicano, incremento de la presencia de la sociedad civil para exigir el cumplimiento de los derechos humanos y una mayor participación política de la población. Pero en los años recientes estos elementos fundamentales para la existencia de la democracia han venido en decremento. Incluso podría intuirse que el panorama electoral de 1994 y 2024 no es tan distante, pues el asesinato de candidatos y candidatas en diversos niveles se ha incrementado; no se han respetado las condiciones de equidad, neutralidad e imparcialidad en las elecciones, y las exigencias sociales para ejercer nuestros derechos y vivir en dignidad han sido temáticas aún sin atender integralmente. El primer debate presidencial de esta contienda electoral, realizado el pasado 8 de abril, estuvo lleno de matices y altibajos que nos permiten visualizar las propuestas de las candidaturas a la Presidencia del país. Diversas personas analistas pueden dar detalladas interpretaciones del debate; sin embargo, hubo una cuestión a indagar que quedó al aire y sin acciones concretas que generaran eco o coincidencia en la exigencia de las víctimas y organizaciones sociales: la agenda de derechos humanos.
Si bien, los derechos humanos se han mencionado, su protección y garantía han retrocedido. Es paradójico que, por un lado, se enuncien los derechos humanos constantemente en los discursos de las personas contendientes y, por otro, que carezcan de acciones concretas que provengan desde la promoción, protección, respeto y garantía de los mismos, siendo estas las obligaciones del Estado hacia su población. Además, es preocupante la ausencia del enfoque de derechos humanos de forma real e integral en las acciones de gobierno, la instrumentalización del discurso y la utilización discursiva sobre la situación de víctimas de violaciones graves de derechos humanos como ataque entre adversarios.
Si las próximas personas a encabezar el gobierno mexicano se preocupan más por descalificar a su contrincante en lugar de proponer cómo garantizar el acceso a la verdad y justicia hacia las víctimas para caminar hacia vidas dignas y libres de violencia, ¿qué podemos esperar en su gobernanza?
De la misma manera, es angustiante que carezcan de proposiciones en torno al seguimiento de los compromisos adquiridos por el representante del Ejecutivo federal con colectividades de víctimas de múltiples problemáticas y regiones del país.
Por tanto, es indispensable vigilar y analizar las iniciativas que cada candidata/candidato emite, no sólo en materia de derechos humanos, sino en las propuestas incluidas en los planes de gobierno que comparten. También es necesario que nos informemos e involucremos en el proceso electoral de manera que nuestro voto sea informado, libre y secreto para tratar de elegir a quien consideremos que velará por nuestros intereses y exigencias. Y, como sociedad civil, seguir en la búsqueda y lucha por la justicia, la verdad y la memoria, para no olvidar a quienes nos hacen falta ni a los derechos humanos, ni a la dignidad que nos ha sido arrebatada.