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Crisis Diplomática
El momento más triste de mi carrera: funcionaria de embajada
 
Periódico La Jornada
Jueves 11 de abril de 2024, p. 4

Cuando arriamos la bandera te sientes de cierta forma derrotado, no sé, impotente. Tengo bastantes años en el servicio exterior y, sí, para mí ha sido el momento más triste de mi carrera. Es la voz de Eva Martínez Balbuena, jefa administrativa de la embajada de México en Ecuador al momento de la irrupción de las fuerzas de seguridad de ese país en esa misión diplomática.

En un video difundido en la pantalla del Salón Tesorería del Palacio Nacional durante la conferencia de prensa presidencial, se presentaron diversos testimonios de la experiencia que tuvo el personal diplomático mexicano la noche del viernes 5 de abril, cuando se perpetró el ataque. Percibí que la situación estaba grave cuando escuchamos el ruido. Y cuando damos la vuelta, porque se tenía que ir por un pasillo y da uno la vuelta, y ahí ya yo veo que ya sometieron al guardia, añadió Martínez.

Según la embajadora Raquel Serur, esa noche los elementos de seguridad ecuatorianos estaban esperando a que ella saliera de la embajada (a su residencia), para emprender el asalto. Ella se enteró por una llamada telefónica de Martínez Balbuena: “me dice: ‘Marta, entraron a la embajada, se están llevando al ministro, lo están sometiendo’, como que iba describiendo lo que pasaba. Y yo le contestaba: ‘¡¿qué?!, ¡no, no puede ser!, ¡cómo!’”

Para Serur, el respaldo que recibió el personal desde un principio y hasta la llegada a México por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador y la secretaria de Relaciones Exteriores es muy importante.

Testimonio de Canseco

Roberto Canseco, diplomático que resistió la irrupción e intentó impedir que se llevaran al ex vicepresidente de Ecuador Jorge Glas, narró que escuchó un ruido muy fuerte en el inmueble, por lo que intuyó que ya estaba ingresando a la embajada el personal de seguridad de ese país.

Cuando finalmente tenían que salir, me empujaron, creo que ahí fue donde me pegaron en el ojo, que tengo una marca aquí, porque era con un escudo que llegaba hasta mi cabeza. Sale un intruso y me doy cuenta de que van a abrir nuevamente la puerta. Muevo un librero para impedir que ingresen; en eso, me quitan a mí, mueven el librero, yo opongo resistencia lo más que puedo y me retiran hacia el fondo de la biblioteca. Un guardia entra y me apunta con un arma.