Martes 2 de abril de 2024, p. 12
Los incrementos al salario mínimo han ayudado a impulsar el sueldo de las mujeres trabajadoras, en particular de aquellas que menos ganan; sin embargo, aún persisten las brechas de participación y salariales con respecto a los hombres derivadas de condiciones sociodemográficas como estado civil, presencia de infantes, grado de estudio y flexibilidad para cubrir horas extras, factores que afectan sus ingresos.
La Comisión Nacional de los Salarios Mínimos presentó el informe mensual sobre el comportamiento de la economía de marzo, en el que una de las explicaciones es la manera en la que los centros laborales de determinadas ocupaciones y/o sectores dan incentivos a personas que trabajan más horas, perjudicando principalmente a las mujeres que demandan mayor flexibilidad en sus horarios o que no pueden hacerlo en horas extras por las labores no remuneradas en sus hogares.
El ejercicio estima la brecha salarial entre hombres y mujeres de diferentes rangos en una jornada laboral: para las personas que trabajan más de 48 horas a la semana, de 40 a 48 y de 35 a 40 horas. Se tomó el salario promedio por hora de la población ocupada, subordinada y remunerada de 25 a 54 años de edad para calcularla.
Se encontró que la brecha salarial de género para el grupo de personas que trabaja más de 48 horas a la semana es de a 20.3 por ciento. Para las personas ocupadas de 40 a 48 horas es de 18 por ciento; por último, para las ocupadas que trabajan de 35 a 40 horas los resultados son cercanos a cero y son no significativos, por lo que no se puede hacer inferencia de este grupo.
En el estudio también se agrega una estimación de la probabilidad de las mujeres para participar en el mercado laboral. Destaca que las casadas tienen una probabilidad 21.5 por ciento menor de participar respecto a las que no están casadas; la presencia de infantes de hasta 5 años y de 6 a 12 años reduce la participación en 7.1 y 2.8 por ciento, respectivamente, en comparación con los hogares sin niños.
En caso contrario, se observó que a mayor escolaridad es amplia la posibilidad de ser parte de la fuerza de trabajo, 31 por ciento superior para las mujeres con estudios universitarios y de posgrado respecto a aquellas que no tienen la educación básica terminada.