El homenaje sinfónico a Héctor Lavoe, un hito musical salsero
randioso, espectacular y altamente disfrutable fue el concierto-homenaje a Héctor Lavoe llevado a cabo en el Auditorio Nacional la noche del miércoles pasado. Un gran momento para la salsa protagonizado por el cantante venezolano Joseph Amado quien acompañado por la Camerata y Coro Opus 11 (más de 100 músicos en escena) y destacadas leyendas de la Fania, presentó su Lavoe Sinfónico demostrando que no hay dicotomía entre música académica y música popular.
Considerado uno de los relevos más destacados del movimiento salsero actual, Joseph Amado ha dedicado su carrera a interpretar las canciones de Héctor Lavoe con honestidad
. Su voz, muy parecida a la del salsero borincano ha hecho pensar a algunos que le imita, pero Amado aduce que Dios le bendijo al proveerle una coloratura parecida a la de esta leyenda y lo que pretende es revivir el gran aporte musical que dejara el cantante de los cantantes.
Con esa idea trabajó durante largos años en el proyecto sinfónico que ahora presenta. Acudió a los músicos del Sistema Nacional de Orquestas de Venezuela, encargó los arreglos de cuerdas y voces al maestro Jairo Gómez y una noche de diciembre de 2015 presentó en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela (UCV) lo que él ha considerado un sueño hecho realidad
. Al año siguiente lo replicó con gran producción escénica en el Teatro Teresa Carreño de Caracas y luego lo llevó de gira por varios países latinoamericanos. Ahora, con el apoyo del empresario Miguel Moraga, lo presenta en México.
Tras un monumental opening, Joseph Amado inició el periplo Lavoe Sinfónico de manera puntual con temas icónicos del músico, que en su voz y nuevo tratamiento orquestal cobran brios destacables. Arrancó con El rey de la puntualidad, en el que el propio Héctor se describe como un tipo desenfadado, para continuar con un Rompe Saragüey de espléndida factura con solo de piano a cargo del mexicano Eric El Pochis González, y Juanito Alimaña, el primo hermano de Pedro Navajas. La noche iniciaba bien.
La Camerata y el coro dirigidos por el maestro venezolano Jesús Uzcátegui, cubrían casi la totalidad del escenario y en medio de ese corpus musical, leyendas de la salsa que pertenecieron a la orquesta original de Lavoe: Ray Martínez en el contrabajo, Eddie Montalvo percutiendo las tumbadoras; Pablo El Chino Núñez repiqueteando en los timbales y el histórico José Mangual Jr en el bongó y la campana haciendo lo suyo.
Completaban la nómina salsera neoyorkina tres grandes del trombón: Reynaldo Jorge, Willie Álvarez y Hommy Ramos, además del excelente trompeta cubano Dennis Hernández y el genial Alfredito de la Fe, veterano violinista, fundador de La Típica 73, invitado para lucirse en los solos.
Da gusto ver ese efecto liberador que suscita la música en el espectador. La alegría, el desparpajo y las ganas de fiestar estuvieron por todo lo alto en un público entregado, con cultura salsera y fiel seguidor del jibarito de Puerto Rico. Una concurrencia que nunca paró de ovacionar, cantar y moverse entre el butaquerío con los temas que Lavoe diera a conocer desde los años setenta.
Salsa brava, pero también boleros, esos de gran intensidad que gustaba cantar Lavoe. Canciones encendidas con un montón de filigranas tocados a la perfección con argumentos de cuerdas y ribete coral: Escándalo, de Rafael Cárdenas; Emborráchame de amor, de Mario Cavagnaro; Un amor de la calle, de Orlando Brito, y dos temas dedicado a las madres, en adelanto a su día
: el tango de Arquímides Arci, Consejo de oro, y Retrato de mi madre, de María Falero y Carlos Ruso.
Tras el recogimiento bolerístico vino un crescendo apreciable con los temas más salseros de Lavoe. Se escuchó entonces el lingo afro Aguanile, La murga de Panamá con su alegoría de trombones, Malos pensamientos, que en realidad se llama Ah ah/ O no,un vacilón que escribió Willie Colón para Héctor; El Todopoderoso, que en la nueva versión luce un suntuoso arreglo de cuerdas al igual que El cantante, de Rubén Blades. Al iniciar las primeras notas de este tema la algarabía existente se tornó ensordecedora ovación como si el propio Héctor Lavoe hubiera aparecido para cantarla. Y de hecho si, ahí estaba en la enorme pantalla, sonriéndole al gentío
Con esto, Amado cerró la noche pero vinieron las peticiones de rigor. La orquesta en su conjunto realizó un largo encore con Mi gente y Todo tiene su final. Cierre que dejó satisfecho y convencido al público de haber asistido a un concierto de los que marcan un punto y aparte.
Gracias Joseph Amado por evocar magistralmente a Lavoe. ¡Felicidades Miguel Moraga por lograr el cometido!