Miércoles 27 de marzo de 2024, p. 3
Para un artista, los detalles cotidianos no pasan inadvertidos
, asegura la dramaturga y directora teatral Belén Aguilar Aguilar (Ciudad de México, 1987), quien se propuso transmitir en escena la intensidad y profundidad emocional
que experimentó al leer la novela autobiográfica Canción de tumba, del escritor mexicano Julián Herbert.
Auspiciada por la compañía El Mirador, el unipersonal Flores negras se presenta los miércoles y jueves en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico.
Se trata de una adaptación de la novela de Herbert. Cuando leí la obra del escritor, me encontré con dos personajes entrañables, a la vez complejos, que tejen una relación de amor-desprecio entre ellos: un artista e hijo conflictuado, y una madre ex trabajadora sexual convaleciente que pasa sus últimos días al cuidado de su único vástago
, comentó Aguilar Aguilar en entrevista con La Jornada.
“José Juan (Sánchez) y yo nos enamoramos del libro e incluso sentimos que Julián nos hablaba a cada uno de nosotros. Sin conocer al autor, sentí que ya había compartido con él largas pláticas y en aquellos diálogos de su autoría yo también participaba. No sabíamos si la narración de su vida era ficticia o no.
“Me pareció un desafío enorme e intenso hacer una propuesta escénica que pudiese transmitir al espectador lo mismo que yo experimenté como lectora. Nuestra única fórmula creativa, si es que existe, es mantener la curiosidad y dejarse sorprender.
En la actualidad es muy difícil mantener el silencio, el cual me parece fundamental para poder crear cualquier cosa, una obra de teatro, de danza o de cualquier disciplina. Valoro mucho los espacios en los que predominan el silencio y la contemplación.
La obra basa su discurso estético en la cinematografía. La madre (Lorena Glinz) se hace presente con imágenes proyectadas como recuerdos que evoca su hijo (José Juan Sánchez) durante su espera en el hospital. Los boleros cubanos ambientan la trama sentimental que va desde el dolor y la pérdida hasta la reconciliación y el amor.
Este proyecto también es un espejo de la relación entre nuestro país y sus habitantes, así como un recuento de la historia y de la innegable dicotomía nacional del gusto por el melodrama y la afición a la violencia
, añadió Aguilar Aguilar.
Hacer de lo cotidiano algo bello. Ese es mi propósito con esta puesta en escena: reconciliarme con la idea de la muerte y encontrar en el dolor la belleza
, concluyó la dramaturga, que con José Juan Sánchez fundó en 2017 El Mirador, cuyo principal interés es crear, mediante laboratorios escénicos, obras colaborativas entre artistas de distintas disciplinas.
Las funciones de Flores negras serán los miércoles y jueves a las 20 horas en el foro La Gruta del Centro Cultural Helénico (avenida Revolución 1500, colonia Guadalupe Inn, alcaldía Álvaro Obregón). Las localidades cuestan 250 pesos y la temporada concluye el 25 de abril.