La novena escarlata hace historia
Remontaron con un grand slam ante el júbilo de la afición
Martes 26 de marzo de 2024, p. a10
¿Se acuerdan cuando Diablos Rojos derrotaron dos veces a los Yanquis de Nueva York? Fue la noche del 25 de marzo de 2024 cuando remontaron con dos jonrones. ¿Serán acaso esos los nuevos recuerdos que sobrevivan al tiempo? Ayer nació una nueva épica tras estos dos juegos en la primavera en los cuales los escarlatas derrotaron 8-5 a los Bombarderos del Bronx. En el segundo duelo vencieron otra vez al equipo de la Gran Manzana, y ahora con una remontada con ocho carreras en el tercer inning. La historia de hace 56 años en el Parque del Seguro Social no se repitió en el estadio Alfredo Harp Helú.
En el beisbol hay juegos que se instalan en la memoria y otros que nacen con ella. Ayer, la segunda victoria de Diablos sobre Yanquis fue uno de esos duelos repletos de ecos del pasado. En marzo de 1968, dos encuentros entre estos dos equipos tuvieron otro relato, el primero con una victoria para Ramón Arano y los escarlatas; el segundo, una derrota con Alfredo Zurdo Ortiz en el montículo. En esta redición medio siglo más tarde, parecía que sucedería algo parecido cuando el abridor de los pingos, Ronnie Williams, vio cómo se le escurría el juego como arenilla fina entre los dedos. Pero sólo en los veteranos se reactivaron esas imágenes en la memoria, porque en los más jóvenes se instalaron nuevos recuerdos, los de estas dos victorias.
Una nueva memoria
En el libro Blockade Billy, de Stephen King, un relato sobre beisbol, el narrador reflexiona sobre la ironía de hacerse viejo como jugador en este deporte. Mientras se es joven –cuenta– todo mundo está dispuesto a escuchar tus historias, pero lo que no hay es tiempo para hacerlo. En cambio, un veterano lo tiene de sobra pero ya nadie se interesa por sus añejos días de gloria.
A mí no me pasa eso
, afirma Alfredo Zurdo Ortiz de 80 años, serpentinero que en marzo de 1968 lanzó para Diablos contra aquellos Yanquis de Mickey Mantle, ese mismo que le pegó a su bola ensalivada, pero que tuvo la gracia de batear por el lado seco y sacarla del Parque del Seguro Social. Dice la leyenda improbable que aún reposan esos restos de cuero en el Panteón Francés junto al Viaducto.
Los jóvenes me preguntan en estos días sobre el juego de hace 56 años y les digo que ningún lanzador quiere ser recordado por un cuadrangular que sufrió. Pero qué se le va hacer si ese fue un monstruo como Mickey Mantle; entonces hasta se siente bonito
, bromea el Zurdo.
Las fotografías gigantes en blanco y negro para conmemorar aquellos juegos de 1968, instaladas en la entrada del estadio actual de Diablos, parecen un rapto en el tiempo. Mujeres con peinados altos y abrigos elegantes flanquean a las estrellas de los Yanquis, Mickey Mantle, quien ofrece autógrafos al público mexicano de aquel entonces. Muchos veteranos aseguran haber estado en ese par de partidos.
El Zurdo cruza esta tarde de lunes el diamante del Harp Helú. Es un histórico de los Diablos y lo homenajean por aquel partido de hace medio siglo. Al llegar al montículo, las pantallas revelan a un hombre feliz, no a uno nostálgico y atrapado en el pasado. No importa si ese pasado implica un jonrón en contra, uno de una leyenda apellidada Mantle. Lanza la primera bola del juego, uno que será muy distinto al que le tocó en su turno ante los Yanquis.
La épica local
Ayer las primeras carreras fueron de los Yanquis. Parecía que como si el recuerdo de 1968, esta vez el triunfo sería de los Bombarderos. José Treviño conectó un doble que produjo las anotaciones de Oswaldo Cabrera y Óscar González. Y Kevin Smith empujó a Treviño con un sencillo que pusieron la tercera en la pizarra ante unos Diablos sorprendidos.
El pítcher Ronnie Williams abandonó la loma tras una reunión porque en el inning de apertura ya se le había caído el juego. Erick Leal subió a tratar de recobrar el horizonte.
Pero en la tercera, Treviño estaba en la antesala y fue remolcado por un sencillo de JC Escarra para anotar la cuarta carrera de Yanquis que hacían pensar en aquel segundo juego de 1968.
Pero en parte la baja de la tercera nació un nuevo mito beisbolero. Al pitcher de Nueva York, el sonorense Luis Serna, quien tenía una actuación impecable, de pronto le falló el brazo y se le llenaron las bases. En esas circunstancias y con un out, regaló un pasaporte a Julián Ornelas y la primera carrera de Diablos entró de caballito. Una que fue sólo el prólogo infernal.
Entonces, Diosbel Arias hizo lo que todo pelotero sueña en su vida, pegar un jonrón con casa llena y remontar con un grand slam. No será el batazo de Mantle, pero el cuadrangular se fue por encima del jardín central y será recordado por mucho tiempo.
Y para asegurar este que era el mejor inning de los escarlatas, Juan Carlos Gamboa, el capitán a quien corean su apellido a ritmo de La Boa, de la Sonora Santanera, desapareció la bola con un leñazo por encima del jardín central que aportó tres carreras más.
Los Bombarderos volvieron a la pizarra con una anotación de Carlos Narváez impulsado por Nelson Medina, pero los escarlatas jugaban como poseídos. En la nueva memoria, en la primavera de 2024, los Diablos barrieron en dos juegos a los Yanquis de Nueva York.