Domingo 24 de marzo de 2024, p. 3
No fueron las grandes multitudes, pero sí cientos de personas las que acudieron de forma incesante este sábado al Museo Jumex en el día inaugural de Vivir para siempre (por un momento), primera gran exposición de Damien Hirst en un espacio museístico mexicano.
En las tres grandes salas que la albergan, además del trajín y barullo, se percibía cierta expectación ante la posible asistencia del célebre y polémico artista británico (Bristol, 1965), a quien se le vio recorriendo la muestra hace unos días.
El pitido de las alarmas no dejó de sonar de manera constante y ominosa, dando aviso de que alguien se había aproximado a menos de un metro de distancia a alguna de las obras. El personal de vigilancia no se daba abasto en solicitar a los visitantes no rebasar tal límite. Esto apenas comienza, y ya es enloquecedor
, confesó uno de esos elementos, al no tener tregua.
Si bien había personas de todas las edades y familias, la preminencia de jóvenes fue inobjetable, gran parte de ellos con su celular en mano para tomar infinidad de selfis o solicitar que los retrataran al lado de las obras.
Las más taquilleras fueron las de los cadáveres de dos tiburones, tres ovejas, la vaca y el becerro conservados en formol. Algo similar ocurrió con un enorme vitrina de alrededor de 8 metros de largo por 2 y medio de alto repleta de zirconias cúbicas, cuyos coloridos destellos eran hipnóticos.
Un globo suspendido de forma agónica en el aire entre afilados cuchillos; un extenso escritorio blanco con un cenicero, una caja de cigarros y un encendedor en una vitrina de cristal; una serie de hermosos cuadros de tipo gótico elaborados con mariposas; pinturas en movimiento; instalaciones de objetos punzocortantes, medicamentos o insectos; sartenes de colores colgando de la pared; un juego de radiografías de diferentes partes del cuerpo humano…
La imaginación y creación de Damien Hirst no tienen límite. Vista en conjunto, esta muestra –conformada por 57 obras, entre instalaciones, esculturas y pinturas– podría ser considerada uno de esos gabinetes de curiosidades que acostumbraban los burgueses europeos entre los siglos XVI y XVIII.
Al llamativo acervo de esta retrospectiva, que abarca de los años 80 hasta 2019, debe sumarse una de las obras más costosas jamás producidas en la historia del arte: Por el amor de Dios, cráneo realizado por el artista británico en 2007 con un molde de platino, incrustaciones de diamantes y dientes humanos, inspirado en parte en los cráneos decorados de la cultura azteca.
Si algo piensa Damien Hirst es que el arte puede cambiar la vida del ser humano, según Ann Gallagher, especialista en la obra de ese creador y curadora de la muestra.
La ciencia y la religión juegan para él un papel importante; sin embargo, siempre ha llegado a la conclusión de que el arte es lo más importante
, afirmó ayer la investigadora en una charla con Tim Marlow, director y jefe ejecutivo del Museo de Diseño de Londres.
Entre otros aspectos, los especialistas destacaron que esta exposición revisa la extraordinaria práctica de Hirst de examinar la muerte desde múltiples puntos de vista y explorar los medios que encontramos para superar el agobio de su inevitabilidad, ya sea a través de las ciencias médicas, la religión, los museos, la historia, la belleza en el arte y la naturaleza, o incluso la riqueza y el poder.