egún el país que más ha enemistado a la comunidad internacional, el mundo se divide en buenos y malos. Lo que se traduce, según la mentalidad que prevalece en la política y economía bélica estadunidense, en amigos y en enemigos.
Nunca un presidente de los partidos Demócrata o Republicano ha apoyado humanitariamente, con tecnología avanzada y financiamiento benéfico a cualquier país que lo necesite. Sobre todo, si ese país necesitado no cuenta con algún recurso natural de utilidad para el autonombrado, ejemplo de país más libre y democrático del mundo.
No obstante, Estados Unidos cuenta con una ley que regula la ayuda exterior con la aprobación de los únicos partidos que han dirigido el gobierno de ese país. Han pasado 75 años de ayuda externa y lo que han logrado es una práctica tramposa conocida como la Ley del Garrote. Nunca ha dejado de ejercer esta práctica.
No descalificamos los programas de ayuda externa estadunidense, como la de Seguridad Mutua, que es parte de su política constitucional diplomática. Además, es punto de coincidencia del Poder Legislativo y del Judicial. Curiosamente, también coinciden en aplicar dicha ley, casi siempre, los únicos dos partidos que han estado en el poder. Sin embargo, la cantidad destinada para llevar a cabo la aplicación de esta ley de apoyo es apenas uno por ciento de su producto interno bruto.
En la historia de Estados Unidos no destacan precisamente la civilidad ni el humanitarismo de cualquiera de sus gobiernos, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial. Han simulado interés solidario y ayuda desinteresada en casi todas sus intervenciones en otros países, ayuda que se fue convirtiendo en neocolonialismo con gran perjuicio en soberanía e independencia de los pueblos que la recibieron. En 1979, cuando Estados Unidos reconoció a la República Popular China, continuó de hecho el apoyo a ese país. Conforme fue creciendo y desarrollando una economía fuerte, los gobiernos estadunidenses ya no vieron con buenos ojos la ayuda que recibió durante algunos años. En la actualidad, los gobiernos recientes ven al gobierno chino y sobre todo a su desarrollada economía como enemigo a vencer.
En contraste, la República Popular China, si bien ha recibido el apoyo de Estados Unidos, desde la declaración del gobierno revolucionario sobre su afiliación comunista, la solidaridad desinteresada –entre comillas– de los gobiernos que dijeron apoyar a la joven república asiática fue convirtiéndose en críticas injustificadas, ya fuera del orden económico, social o cultural. Las acusaciones por la violación de los derechos humanos, ha sido una constante, por ejemplo.
China ha sido un país que, no obstante los periodos iniciales, después de la revolución, el desarrollo y el crecimiento llegaron con cierto atraso. Actualmente, con un bien ganado 5 por ciento de crecimiento económico, demuestra que no ha sido la producción de armamento bélico lo que les ha llevado a las grandes ligas del comercio internacional.
Además de esa cifra, meta del gobierno de Xi Jinping, para el presente año, la propuesta es la creación de 12 millones de empleos, situación que no está sujeta a la creación de guerras ni depende de agregar más pedidos de armamento bélico a su lista de clientes. Sin embargo, en materia de defensa, el gobierno podría aumentar su gasto militar a 230 mil 600 millones de dólares, segundo presupuesto más alto después de Estados Unidos.
Hacemos hincapié en que el desastre humano provocado por del SARS-CoV-2 que nos afectó a casi todos los países del orbe, especialmente a China, lugar de origen de la pandemia, no fue obstáculo para solidarizarse con otras naciones en mayor desventaja.
Diversos países africanos continúan recibiendo el apoyo técnico y económico del gobierno de Jinping; otros más, en América Latina hemos recibido la misma solidaridad. Recordemos que el aporte de equipo médico y las vacunas que nos permitieron avanzar en la defensa contra el coronavirus (covid-19) fue un respaldo muy importante para el cerco epidemiológico que se pretendía y que se logró con la coordinación del Dr. Hugo López-Gatell.
En otro escenario, y con respecto a la masacre de palestinos en la franja de Gaza, China juega un papel importante ante la ONU para llegar a acuerdos sólidos entre el gobierno israelí y los grupos palestinos de defensa nacional. Ese país ha estado presente, en las buenas y en las malas, con las naciones que exigen la paz mundial y duradera.
De acuerdo con la declaración de funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, es responsabilidad moral apremiante garantizar la ayuda humanitaria… más de 2 millones de habitantes de Gaza están luchando al borde de la supervivencia. Es necesario implementar de forma eficaz la resolución del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre la asistencia humanitaria y establecer cuanto antes un mecanismo de entrega rápida, segura y libre de obstáculos al pueblo de Gaza.
Los ministros de Relaciones Exteriores de China y de Egipto (Wang Yi y Sameh Shoukry, respectivamente) en conferencia de prensa, el 14 de enero de 2024, acordaron proporcionar el tercer lote de asistencia humanitaria de emergencia a la población de Gaza.
Esperemos que no sea un motivo más para aumentar los asesinatos de gente inocente perpetrados por el ejército israelí.