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Un complejo médico industrial público
D

esde hace muchos años hay una fuerte crítica al complejo industrial militar, en particular de Estados Unidos, que se nutre y crece con las guerras. Esta crítica tiene gran importancia en estos días, cuando presenciamos la guerra en Ucrania y el genocidio en Gaza. Sin embargo, durante las décadas pasadas ha crecido otro complejo industrial que es el complejo médico industrial privado, que ya engloba una parte importante del mundo. Tiene una profunda influencia sobre el derrotero de la medicina. Abarca los consultorios de grupos, las farmacéuticas, las cadenas o consorcios de hospitales, las aseguradoras privadas y, recientemente, las financieras que ofrecen inversiones en todos estos negocios.

La orientación de este complejo es la búsqueda de ganancias al igual que el complejo industrial militar. Dada su fuerza económica, tiende a transmitir su lógica al sector público, directa o indirectamente. En este sentido, genera relaciones de dependencia no sólo de las personas y familias, sino también de las instituciones públicas.

En este contexto, resulta muy interesante un planteamiento vigoroso en el sector salud brasileño. Consiste en promover un complejo económico industrial de salud desde el sector público. Se está pensando en la garantía de la seguridad sanitaria como un elemento esencial de la independencia nacional, hecho que resalta en los bloqueos que se han impuesto a Cuba y a Venezuela con el fin de obligar a esos países a asumir otra forma de gobierno. Adicionalmente, se conceptualiza al complejo económico industrial de salud público como la garantía última de la universalización de los servicios públicos y acceso equitativo a la salud.

Por otra parte, la salud es actualmente un ámbito importante de industrialización y reindustrialización que, siendo público y no encauzado sólo a la ganancia, puede orientarse hacia una industria de cuidados compatible con la tención del medio ambiente. Asimismo, puede contribuir a crear empleo calificado, bien remunerado y con seguridad social. Para hacer realidad esta propuesta, 11 ministerios, encabezados por los de Salud, Finanzas y Educación, se juntaron. A ellos se han adherido las universidades públicas, otros sectores académicos y el poderoso instituto de salud pública, Fiocruz, el Consejo Nacional de Salud, así como las centrales sindicales y entidades que representan a los sectores productivo, público y privado, entre otros.

Este planteamiento tiene una clara aplicación en México. Es más, era un sector económico importante antes del desmontaje no sólo del sector público, sino también del privado. Por ejemplo, México era autosuficiente en producción de vacunas hasta 1998, principalmente, porque Birmex producía todas las del esquema básico. Esto permitía tener coberturas altas en los diferentes grupos de edad. Actualmente hay escasez de esos productos y los importamos de India. Esto repercute en coberturas deficientes en grupos de edad prioritarios. La vacuna Patria, fabricada en México, es un ejemplo de la colaboración entre los sectores público, privado y académico.

México también tenía una industria farmacéutica nacional que fue abandonada o vendida a la industria trasnacional para quedarse los nacionales principalmente con la distribución, que garantizaba márgenes de ganancia bastante altos. Estamos como país saliendo de casi 30 años de privatización del sector público de salud por varias vías que lo han debilitado considerablemente. Hemos tenido, legítimamente, médicos privados en sus consultorios durante mucho tiempo, pero ahora los consultorios en farmacias y supermercados crecen a una velocidad vertiginosa. También hay un crecimiento de hospitales privados para los sectores medios, aparte de centros médicos privados. Para apuntalar esto, tenemos el florecimiento de los seguros médicos privados destinados a los grupos de edad rentables.

Estas tendencias son el resultado de los planteamientos del Seguro Popular, cuya base era separar el financiamiento de la prestación de servicios con el fin de introducir la competencia. En este contexto, la propuesta brasileña de impulsar un poderoso complejo médico industrial público para la soberanía nacional y sanitaria es una idea inspiradora.