Sábado 9 de marzo de 2024, p. 6
Los Ángeles. La película chilena El conde, de Pablo Larraín, está a la espera de un Óscar por mejor fotografía, montada encima de una sátira del dictador Pinochet y estrenada tras el aniversario 50 del golpe de Estado de 1973.
El lanzamiento de esa cinta trajo a la memoria de muchos los fatídicos sucesos cuando fue derrocado el presidente Salvador Allende dando inicio a la dictadura del terror de Pinochet.
Sin embargo, pese a la desolación que sumió durante años al país austral, el filme se inserta en el género de comedia negra y terror el cual presenta a un Pinochet como un vampiro de 250 años buscando su propia muerte.
Independiente a la dirección de Larraín, El conde también lleva su firma y la de Guillermo Calderón, protagonizada por Jaime Vadell, quien encarna al dictador.
Vampiro de 250 años
En su sinopsis se narra que Pinochet nunca murió porque es un vampiro, pero tras 250 años de vida decide morir de una vez por su complicada situación familiar y por la deshonra de su figura (le molesta ser acusado de ladrón y no de asesino).
Durante el largometraje una voz en off en inglés relata la historia de cómo el conde realiza su periplo durante sus dos siglos y medio de existencia.
La voz fuera de cámara es la de una mujer que, por su timbre, es idéntica a la de la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, en la vida real, amiga incondicional de Pinochet.
Es toda una crítica en la cual Larraín retrata al militar como un vampiro, plasmándola en una sátira gore que también le clava la estaca a la Iglesia, según resumieron varios medios y redes sociales.
Imaginar a un dictador fascista como un vampiro que chupa la sangre del pueblo era una elección tan obvia la cual apenas contó como metáfora
, confesó Larraín.
La inspiración real de esta idea fue el hecho de que Pinochet nunca se enfrentó a un juicio por sus crímenes, explicó el director, y esa impugnación lo convirtió en el personaje que fue
, manifestó.
En la cinta el público es testigo de una crisis existencial del vampiro, el cual siente que ya no tiene razón para seguir viviendo; en su declive, sus parasitarios hijos se desplazan a la mansión con la esperanza de encontrar los millones robados durante su brutal reinado, pues todos, incluido él, lo saben ladrón, indican los sitios de reseñas.