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Francés de corazón
S

er francés es, sobre todo, un acto de voluntad y de corazón, y esto aporta mucho al país, declaró el Palacio del Elysée al anunciar el ingreso al Panteón (templo laico dedicado por la Patria agradecida a los grandes hombres y mujeres en Francia) de Missak Manouchian, ejecutado con sus hermanos de armas hace 80 años en el Mont-Valérien. Mensaje que en la actualidad, cuando la inmigración está en el centro del debate político francés, cobra una importancia esencial.

La entrada de Manouchian es, después de la de Joséphine Baker, la segunda de una gran figura heroica no nacida en Francia. Pero Baker se había naturalizado francesa y él, a pesar de su decisión de adoptar Francia y su cultura, murió apátrida porque no se le acordó la nacionalidad francesa que solicitó en dos ocasiones, recordó el Elysée. Sin embargo, era francés de corazón y por la sangre vertida, y murió en nombre de los valores que son los de Francia desde 1789.

La ceremonia de su ingreso será tan solemne como emotiva. Los ataúdes, de Missak y Melinée, su esposa armenia, y resistente como él durante la guerra, serán cargados por legionarios, extranjeros que también decidieron combatir por Francia. Junto con Missak y Melinée, entran simbólicamente al Panteón sus camaradas de armas, cuyos nombres quedan inscritos en los muros del monumento. Entra también de manera simbólica el Partido Comunista, del cual fue miembro.

Nacido en Armenia en 1906, perdió a sus padres durante el genocidio perpetrado por los otomanos en 1915. Halló refugio en un orfelinato de Líbano (bajo mandato francés), donde aprendió el oficio de carpintero y se consagró a la lectura y la escritura poéticas. Llegó a Francia, su patria ideal, en 1924, donde ejerció su oficio, pero quedó sin empleo a causa de la crisis económica. Se adhirió al Partido Comunista en 1934. En sus filas, conoció a Melinée, con quien se casó en 1936. Francia dio a ambos la condición de apátridas, provistos del pasaporte Nansen, instrumento jurídico de protección a refugiados. Miembro de la Resistencia, dos veces detenido y liberado, la policía francesa lo arrestó finalmente y lo entregó a los alemanes, quienes lo condenaron a muerte junto con sus compañeros. Manouchian y sus 23 camaradas fueron fusilados el 21 de febrero de 1944. Por la mañana escribió a Melinée su última carta desde la prisión de Fresnes, que firmó como Michel, muestra de su apego a Francia:

Mi querida Melinée,
mi huerfanita bienamada:

En unas horas, ya no seré de este mundo. Seremos fusilados esta tarde a las 15 horas. Esto me llega como un accidente en mi vida, no lo creo y, sin embargo, sé que ya no te veré nunca.

¿Qué puedo escribirte? Todo es confuso en mí y muy claro a la vez.

Me enrolé en el Ejército de la Liberación como soldado voluntario y muero a un paso de la Victoria y la meta. Dichosos quienes nos sobrevivirán y gozarán la tranquilidad de la Libertad y la Paz de mañana. Estoy seguro que el pueblo francés y todos los combatientes sabrán honrar nuestra memoria dignamente. En el momento de morir, proclamo que no hay en mí ningún odio ni contra el pueblo alemán ni contra nadie, cada quien tendrá lo que merece, castigo o recompensa. El pueblo alemán y todos los otros pueblos vivirán en paz y fraternidad después de la guerra que no durará ya mucho tiempo. ¡Felicidad! ¡Para todos! Me pesa profundamente no haberte hecho feliz, habría querido tener un hijo contigo, como tú siempre lo quisiste. Te suplico, pues, casarte después de la guerra, sin falta, y tener un hijo en mi honor. Y, para cumplir mi última voluntad, cásate con alguien que pueda hacerte feliz.

(…) Hoy hay sol. Mirando el sol y la bella naturaleza que tanto quise, diré adiós a la vida y a todos ustedes, mi muy querida esposa y mis muy queridos amigos. Perdono a quienes me hicieron mal o quisieron hacérmelo, salvo a quien nos traicionó para salvar su piel y a quienes nos vendieron…

Adiós. Tu amigo, tu camarada,
tu marido
Michel Manouchian