Por su diversidad y riqueza biológica, México ocupa el segundo lugar a nivel mundial en el uso de hongos comestibles silvestres, sólo por detrás de China. Distribuidos en todo el territorio nacional, se estima que más de 200 especies también son medicinales y cumplen una función central para preservar bosques y selvas, afirma Magdalena Martínez Reyes, doctora en microbiología del Colegio de Posgraduados.

Experta en el estudio de estos organismos, en entrevista con La Jornada, destaca que durante la temporada de lluvias (junio-octubre) se produce un verdadero milagro, y gracias a las mujeres hongueras (recolectoras de hongos silvestres) tenemos acceso a casi un centenar de especies distintas de hongos comestibles, lo que no ocurre en otras latitudes.

Hay países en Europa, añade, que sólo acceden a cuatro o cinco especies, mientras aquí tenemos cientos de hongos silvestres que aportan una enorme riqueza nutricional y de sabor.

Sin embargo, apunta que el consumo de estos organismos del reino fungi, distinto al que integran plantas y animales, no es tan elevado debido al temor de consumir alguna especie tóxica, lo que es muy raro, pues en una investigación en al menos 20 mercados tradicionales del centro del país, no localizamos ni una sola de ese tipo.

Considerado como uno de los grupos de organismos más grandes, sólo inferior al de los insectos, se estima que en el planeta existen cerca de 10 millones de especies, pero menos de 10 por ciento han sido identificadas.

Al respecto, Martínez Reyes sostiene que el conocimiento ancestral de los pueblos originarios que por generaciones preservaron el saber que adquirieron, mucho antes de la llegada de los españoles a América, sobre qué hongos eran comestibles y cuáles no. Lamentablemente este conocimiento se ha ido erosionando, pues durante la pandemia de covid-19 muchos adultos mayores que eran guardianes de esta sabiduría ancestral fallecieron.

Por ello, resaltó que con una inversión del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt), a través del Programa Nacional Estratégico de Soberanía Alimentaria, logramos impulsar diversas líneas de investigación que incluyen la preservación de este conocimiento, pero también el desarrollo de técnicas novedosas para garantizar mayor impacto en los procesos de reforestación utilizando esporas de estos organismos.

Los hongos, agrega, tienen una función central para la preservación de los bosques, y lo que nosotros cortamos y consumimos, son en realidad los frutos que dan esos hongos que se encuentran bajo la tierra, donde cumplen una función de descomposición de diversos sustratos, por eso es tan importante la labor de preservación que realizan las mujeres hongueras.

Se trata de campesinas que salen durante la madrugada, en época de lluvia, para realizar la recolección de diversas especies de hongos comestibles, que después ofertan en mercados tradicionales para su consumo, como ocurre en el mercado de Ozumba, estado de México, considerado uno de los más antiguos del país.

La investigación, que encabeza el doctor Jesús Pérez Moreno, del Colegio de Posgraduados, ha permitido, precisó, “profundizar en el conocimiento ancestral de estos organismos, y ahora con el apoyo del Conahcyt, avanzamos en el estudio de la biología molecular de algunas especies, e incluso logramos identificar nuevas especies, y una de ellas fue nombrada Chroogomphus conacytiensis en honor de este consejo”.