a primera imagen es un flashforward a una escena en la que tres personas conversan en un bar. Un hombre y una mujer asiáticos, y un tercero caucásico. Mientras, escuchamos en off cómo otra pareja especula de manera equivocada sobre la naturaleza de esa relación. Pronto sabremos la identidad de esos personajes y lo que transcurre entre ellos.
De esa forma inicia Vidas pasadas, el original debut como cineasta de la dramaturga sudcoreana-norteamericana Celine Song, quien ha empleado elementos autobiográficos para contar una historia irónica sobre el destino y el amor.
Un letrero nos informa que la acción se sitúa hace 24 años. En Seúl, los niños de 12 años, Na Young (Moon Seung-ah) y Hao Sung (Leu Seung-min), son muy buenos amigos, aunque rivales académicos. Ella especula si en el futuro se casará con Hao, pues son algo así como novios de manita sudada. Sin embargo, la familia de Na emigrará pronto a Toronto. La separación entre ellos se dará literalmente en un camino bifurcado, donde ella tomará la ruta ascendente.
Doce años después, ella se ha cambiado el nombre a Nora Moon (Greta Lee, una revelación), se ha mudado a Nueva York y descubre que Hao Sung (Teo Yoo) la ha buscado en Facebook. Ambos reconectan y entablan una comunicación frecuente por Skype. Pero sus planes no concuerdan. Él quiere viajar a China para aprender mandarín, ella va a asistir a una residencia para escritores en Montauk, pues desea escribir obras de teatro. La pareja hace una larga pausa. En dicha residencia, Nora conoce a otro escritor en ciernes, Arthur (John Magaro) y se enamoran.
Pasan otros 12 años y Hao Sung ha cambiado. Tiene trabajo, ya no vive con sus padres y ya no se peina como Moe, de los Tres Chiflados. Para un viaje de vacaciones él elige Nueva York, con el propósito de rencontrarse con Nora, quien lleva varios años casada con Arthur. La reunión de los tres va a tener consecuencias imprevistas.
Sin recurrir a tópicos de la comedia romántica o del melodrama, Song reflexiona sobre el carácter caprichoso del amor. En su momento de seducción, Nora le cuenta a Arthur sobre el concepto coreano del In-Yun, que significa destino o providencia: una pareja se siente atraída mutuamente porque se conocieron en varias vidas previas. ¿Quién es el In-Yun de Nora? ¿Acaso Hao Sung? ¿O es Arthur? La realizadora no brinda respuestas fáciles.
Mediante diálogos inteligentes y sensibles –los tres personajes lo son– Vidas pasadas establece varios niveles en su relación. Hay incluso cuestiones de identidad. ¿Es Nora más gringa que sudcoreana? En una escena, ella le comenta a Arthur que Hao es un hombre coreano-coreano. ¿Eso le evoca a su terruño, a un pasado perdido?
Todo va a entrar en juego en la ya mencionada secuencia del bar, donde Nora y Hao hablan entre ellos como si Arthur no existiera. De hecho, el encuadre lo elimina de la ecuación. Una canción de John Cale suena en el bar: Tú sabes más que yo, es el título.
Finalmente llega el momento de la despedida entre Nora y Hao. Esta emotiva exploración sobre lo que pudo haber sido concluye con un silente torrente de emoción cuya intensidad no he visto en el cine desde hace mucho tiempo. No se pierdan Vidas pasadas.
Vidas pasadas
(Past Lives)
D y G. Celine Song/ F. en C: Shabier Kirchner / M: Christopher Bear, Daniel Rossen / Ed: Keith Fraase / Con: Greta Lee, Teo Yoo, John Magaro, Moon Seung-ah, Leem Seung-min / P: A24, CJ ENM Co., Killer Films, 2AM. Estados Unidos-Corea del Sur, 2022.
X: @walyder