La muestra explora la influencia del cine en la obra de la artista, una de las pocas mujeres consideradas dentro del movimiento fundado por Tristan Tzara
Viernes 5 de enero de 2024, p. 5
Berna. El Zentrum Paul Klee presenta Assembled Worlds (Mundos ensamblados), retrospectiva dedicada a Hannah Höch (1889-1978), una de las estrellas del modernismo alemán y pionera del fotomontaje. Por primera vez se explora la influencia que tuvo el cine en el desarrollo de su arte durante medio siglo de actividad.
Höch es una de las contadas mujeres dadaístas y la única del grupo berlinés; ante todo es famosa por ser coinventora del collage en 1918, lenguaje gráfico que distinguió a ese movimiento anárquico, antiburgués y antiartístico, fundado por Tristan Tzara en Zúrich, en 1915, y rápidamente expandido en Europa y Estados Unidos.
La muestra, curada por Martin Waldmeier, recientemente inaugurada, proseguirá en Berna hasta el 25 de febrero y viajará después al Museo Belvedere de Vienna (21 junio al 6 octubre 2024). La obras de Höch dialogan temáticamente con las primeras películas de arte de los años 20, mismas que la nutrieron.
La República de Weimar (1919-1933) fue el periodo dorado anterior a la represión nazi que definió el fotomontaje como arte degenerado
, y a Höch, la consideró artista sospechosa y bolchevique
, lo que la orilló a replegarse en su casa en la periferia de Berlín, y a sus colegas a emigrar.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Höch abandonó el collage en blanco y negro para experimentar el color, con un uso más íntimo, cercano al surrealismo y a la abstracción. La muestra recorre su obra desde sus primeras creaciones, de 1915, con un tipo de trabajo gráfico y fragmentado hasta Lebensbild (1973), collage que sintetiza su vida.
La ambigüedad de su físico, su bisexualidad e independencia económica son características que representan a la Mujer Nueva surgida de los detritos de la Primera Guerra Mundial. Su obra explora temas tan actuales que explican su vigencia, como la identidad de género, la androginia, el cambio de papeles sexuales de una sociedad y un grupo (los dadaístas) fuertemente machista.
Berlín creció de forma exponencial y se convirtió en una metrópolis de vanguardia artística, a pesar de su inestabilidad económica y política.
La serie del Museo Etnográfico de finales de los años 20 incorpora en sus collages otro tema tópico del arte globalizado actual: el arte y las poblaciones extraeuropeas, aspecto innovador en un momento en que el racismo se encendía en Alemania. El tema no dejará de interesarle en la madurez. La muestra expone Gräber in Mexiko (Tumbas de México), collage abstracto a color de 1956 que evoca el desierto mexicano.
En la vejez, Höch gozó de pleno reconocimiento internacional. Heinz Ohff, editor de arte del Der Tagesspiegel, escribió la primera monografía de la artista (1968). Sus obras fueron adquiridas por diversos museos y expuso en el Museo de Arte moderno de Nueva York (1948 y 1968). En Tokio se organizó su primera gran retrospectiva (1974), seguida por París y Berlín (1976).
No fue sino hasta la triple muestra itinerante estadunidense (1996-1997) cuando Höch empezó a desprenderse de la sombra dadaísta para ser apreciada como artista individual. Seguirán las grandes muestras en Madrid (2004), Berlin (2007), Londres (2014) y ahora en Suiza.
Fotomontaje
En un manuscrito de 1948, Höch habla sobre el nacimiento del fotomontaje y su desarrollo inicial, y pide que sea entendida como una rama independiente de arte.
Nacida en el pueblo de Gotha, la artista llegó a Berlín en 1912 para estudiar artes aplicadas. Desde 1916 y por una década, trabajó de diseñadora de encajes para el Ullstein Verlag, editorial de diarios y revistas más importante de Alemania, donde tenía a su disposición multitud de imágenes.
Se sabe que empezó con el fotomontaje después de un viaje en la isla Wolin, en Polonia, que hizo con Raoul Hausmann, su amante. En verano de 1918, cuando la Gran Guerra estaba por terminar, comenzó a usar tijeras y pegamento para inventar imágenes que disolvieran conceptos rígidos, integrándose la imaginación con los principios del arte por el arte
.
La primera Feria Internacional Dada (1920) bautizó el fotomontaje a gran escala con la participación de grandes artistas, como John Heartfield, George Grosz, Max Ernst, Hans Arp y Franz Picabia. Höch presentó algunos de sus collages más famosos y politizados que pronto dejaría como el Corte con el cuchillo de cocina dadá, a través de la última época cultural alemana de Weimar (1919).
Recuerda que pasada la emoción de la novedad, los visitantes notaban la ironía y contestación política que expresaba el sentido de profunda angustia espiritual de una juventud torturada y decepcionada
, que empleó el fotomontaje para diferenciarse y criticar al poder.
El collage no era inédito en el arte, pero los dadaístas lo usaron por primera vez para crear una imagen que no era suya, sino elaborada por otros. La habían utilizado los cubistas y los futuristas italianos, que fueron referenciales para los dadaístas.
Si bien cada uno de ellos se adjudicaba la paternidad del collage, Höch fue más sincera, y recordó que simultáneamente explotó en Francia, Suiza, Rusia y Estados Unidos.
El cine
Höch recuerda cómo el fotomontaje sería adoptado pronto por la publicidad, el fotoperiodismo y el cine, para crear efectos sorpresivos.
Höch fue cinéfila apasionada, asociada a las ligas de cine de La Haya (donde vivió con su compañera, la poeta Til Brugman), Róterdam y Berlín, gracias a lo cual pudo acceder a filmes independientes sin censura.
Kristin Makholm nota en su interesante ensayo del catálogo la forma en que creció el cine en Alemania junto con el dadaísmo, frecuentado diariamente en ese país por un millón y medio de espectadores durante la Primera Guerra Mundial.
En 1917 nació en Berlín una fértil industria cinematográfica y el fotomontaje. Colegas como John Heartfield y George Grosz, por ejemplo, fueron de los primeros directores de cine que en 1917 crearon películas de propaganda. Se recuerdan también sus famosos fotomontajes.
Makholm resalta que en ningún dadaísta tuvo la cinematografía una influencia tan fuerte como en Höch, en parte por ser mujer, porque eran ellas las principales consumidoras y en las películas tenían papeles protagónicos.
Su amigo László Moholy-Nagy le mostró las cualidades cinéticas y visuales que el cine podía aportar a la imagen estática. Su obra Altas finanzas (1923) fue la primera en ser incorporada en el primer tratado de cine de vanguardia, titulado Pintura, Fotografie, Film (1925).
No tardaría en tener efectos La pasión de Juana de Arco (1928), de Carl Theodor Dreyer, película amada por los vanguardistas defensores del cine mudo a punto de desaparecer, valorado por sus cualidades estéticas. Höch lo captó en 1930 en la famosa imagen Bailarina hindú (ausente en la exposición), que muestra el rostro de Renée Maria Falconetti con un fragmento del de una estatua de India.
Otras obras como Roma (1925), donde Benito Mussolini es ridiculizado, al sustituir su cuerpo por el de una mujer en traje de baño y hacer un gesto de Asta Nielsen en Hamlet.
La artista menciona películas experimentales que la inspiraron, hoy grandes clásicos del cine de arte y presentes en la exposición como: El hombre de la cámara (1929) de Dziga Vertov; Tierra (1930), de Alexander Dovzhenko; las películas abstractas de Viking Eggeling, como Sinfonía diagonal (1924-1925), y de Hans Richter, Inflation (1928). Se muestran también filmes de Fernand Léger, Man Ray, László Moholy-Nagy, Jean Painlevé y Jan Cornelis Mol.
Höch adopta la tecnología del cine y el lenguaje de los medios masivos para crear un arte auténticamente moderno y para un nuevo público, y tocar temas tabúes de una sociedad cambiante, que la muestra ha capturado con originalidad.