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Nosotros ya no somos los mismos

La danza de los números en la alimentación // Ya no seremos los hijos del maíz // Otras cifras de la pandemia // El epitafio de Siempre!

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▲ En Latinoamérica, una de cada cinco personas no tiene recursos para pagar una comida elemental, por lo que sufren desnutrición.Foto José Carlo González
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espués de platicar la anécdota sobre el sui géneris reloj marca Rector del doctor Ignacio Chávez durante la primera sesión del Consejo Universitario que presidía ya como máxima autoridad de nuestra casa de estudios, retornamos a la faceta de esta columneta denominada numeralia. Mi intención original era presentar los números, de tal manera que, con una sola vista y sin necesidad de leer el texto, nos ahorrara la lectura de muchas líneas ágata y nos develara una lamentable, pero inapelable realidad. Déjenme iniciar la ejemplificación de lo dicho con un dato que como gancho de campeón, pega demoledor en el vientre colectivo: según la información que nos proporciona Braulio Carbajal, la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) informa que, la desigualdad, pobreza y cambio climático han revertido años de progreso en la lucha contra la desnutrición. Combatir el hambre es un pilar fundamental para erradicar la pobreza, disminuir las desigualdades y alcanzar un mundo más pacífico. Y una terrible conclusión: una de cada cinco personas en la región latinoamericana no tienen recursos suficientes para acceder a una alimentación nutritiva ningún día de su vida. Y aquí engarza un editorial de La Jornada del 12 de noviembre, encabezado así: Granos básicos: la paradoja mexicana. Claro que de inmediato nos corregiría la excelentísima embajadora de nuestro país en la anonadante República de Argentina: estás hablando no de una simple paradoja –diría–, sino una rotunda parajoda. Y vean si le falta razón: para el noveno mes de este año, las exportaciones agroalimentarias al sumar 38 mil 791 millones de dólares, tuvieron un avance de 4.3 por ciento en relación con el año anterior, únicamente que México produjo tan sólo 20 millones 977 mil toneladas de maíz, frijol, arroz, trigo y soya. Si el consumo nacional fue de 44 millones 644 mil toneladas, una simple operación aritmética (de las cuales, según el sistema internacional PISA, los mexicanos poco sabemos), nos dice que si México produjo tan sólo 20 millones 977 mil toneladas y el consumo nacional fue del doble, el país se vio obligado a la importación de 24 millones 421 mil toneladas. Lo peor de todo es que estas malas noticias de lo que ocurre en nuestro país son tan sólo un oscuro vaticinio de lo que puede llegar a suceder en un futuro inmediato: Según estimaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, en la próxima década México se convertirá en el principal importador de maíz, por encima de China. La inminencia de este deterioro en la capacidad del país para alimentar a su población obliga tanto a tomar medidas urgentes contra el cambio climático como a repensar un modelo agroindustrial diseñado para ganancias y no comida. Termino este tema sacando mi pancarta y gritando una vieja consigna: ¡Sin maíz no hay país!

Tengo para ustedes otros importantes datos de por qué el capitalismo mantiene el hambre en el mundo, que nos proporciona la ilustrada computadora de Víctor M. Toledo, pero no quise dejar a medias sus argumentos. Los reservo para más adelante. Por ahora, en este afán de tirar al aire informaciones que puedan estar al alcance de quienes levanten mano, daré apenas unos adelantos, por ejemplo: la pandemia aumenta el número de matrimonios; sin embargo, los divorcios han roto récord en una década. En Latinoamérica, unos 11 mil jóvenes y adolescentes contraen el VIH cada año. Luego, las mujeres aportan al hogar 2.6 veces el valor económico que los hombres.

¿Les parece que hay suficientes temas para el próximo lunes 18? Pues a esto agreguemos algún obligado comentario sobre la portada de la extinta (desde ha tiempo) revista Siempre! Dejemos que se calme el vendaval ocasionado por la estúpida e infamante carátula y luego, por su torpísima explicación de la misma. Adelantemos tan solo un hecho: aun cuando la expresión de repudio a la acción de la directora y propietaria de esa publicación se entienda como una justificada respuesta al despropósito cometido, de entrada, a mí me parece un tanto excedida: el número de los firmantes de la propuesta supera con creces el de los lectores que se atreven, simplemente, a hojearla. El número de ejemplares que imprime se ajusta al de los anunciantes a los que presenta su factura.

@ortiztejeda