Nueva gira de Luiz Márquez
n la actualidad resulta fácil localizar al menos una treintena de jazzistas mexicanos trabajando activamente en 11 o 12 ciudades europeas. Algunos de ellos tienen apenas tres o cuatro años mostrando su música en el viejo continente, pero otros llevan allá toda una vida, escribiendo y esparciendo líneas, armonías y compases sin ceder un ápice ante la dictadura del mercado.
Un estupendo ejemplo es Luiz Márquez, saxofonista y armonicista de excepción con 35 años radicando en Gante. El maestro suele subir a los escenarios con diferentes propuestas. La aventura europea la inició con su propia visión del etnojazz, en la que, además del sax alto, despliega varias conchas marinas, flautas de carrizo, ocarinas, teponaztles y un sinfín de pequeñas percusiones.
Pero igual deambula dentro y fuera de Bélgica con sax y armónica en mano para blusear como los grandes, como lo hacía en los años 70 con el legendario grupo Árbol, en la Ciudad de México. O se clava en los sonidos del folk contemporáneo con cantautores de Gante y Bruselas. Y pa’ no dejar, desde hace un par de años ha incursionado en la música para teatro. Nomás.
Pues Luiz Márquez ha llegado nuevamente a su país natal para montar una gira de nueve fechas por Oaxaca, Tlaxcala y la Ciudad de México, acompañado por los guitarristas Kari Antila (Finlandia) y Eduardo Vega (Chile), ambos radicados también en Bélgica. Además, estará presentado el disco compilatorio Memorias (Pentagrama, 2023).
El calendario decembrino indica lo siguiente: Claustro de Sor Juana (1º); Val’Quirico, en Tlaxcala (7); Biblioteca Henestrosa, en Oaxaca (8); La Nueva Babel, en Oaxaca (8); Sol y Luna, en Oaxaca (9); Xochimilco, embarcadero Cuemanco (13); Radio Educación, en Ciudad de México (14); Foro del Tejedor, en CDMX (16), y Fundación Sebastián, en CDMX (16).
Platicamos brevemente con el maestro y nos dijo: “Estamos aquí para presentar el disco Memorias, que es un acoplado, una selección de los seis cedés que he grabado en Bélgica, y que gracias a Modesto López, el director de Discos Pentagrama, será mi primer disco en México. Y al mismo tiempo, para celebrar más de 50 años de músico alternativo con una gira en la que me acompañan dos de los guitarristas con los que he estado trabajando en los últimos años”.
–¿Cómo has vivido estos 52 años en la resistencia cultural, en la música alternativa? –le preguntamos.
–He vivido muy feliz porque así lo escogí.
–Desde los legendarios tiempos de Árbol.
–Sí, lo recuerdo bien, cuando conocí a Alejandro (Anaya) y a Víctor (Illarramendi) y empezamos a improvisar juntos. Julio Spíndola fue el que me invitó, Fue algo curioso porque de chavito, cuando estudiaba en la Nacional de Música, me invitaron a tocar con los Teen Tops, que eran toda una institución en México, y con esa fama que tenían, se presentaban en las plazas de toros y en muchos lugares donde se ganaba buen dinero; y yo de principiante, pues ahí iba con los profesionales.
“Pero después de un concierto en el Teatro Ferrocarrilero, me llegó Julio Spíndola y me dijo que acababa de entrar a una banda de blues y rock que sonaba suave y me invitó a tocar con ellos. Y ahí fuimos a Durango, entre Insurgentes Sur y Monterrey, y empezamos el jam y cuando terminé dije: Noooo. Yo de aquí soy, así que dejé el trabajo donde podía ganar dinero bien y todo, para irme a aventurar. Sí necesitas dinero para vivir, pero necesito más alimentar mi espíritu.
–Aunque nunca grabaron un disco, Árbol es toda una leyenda acá en México.
–Sí. Lo estaba comentando con algunas personas, porque independientemente de que no hayamos hecho ningún álbum, la banda sonaba realmente con fuerza. Me mostraron algunos casetes que aparecieron por aquí y por allá, y sí se escuchaba bastante decente, porque pienso que todos tocábamos con esa pasión, con entrega; y no estábamos pensando en nada más que en expresarnos y tocar con cuerpo y alma.
Salud