Palabras para Alberto*
ablar de poesía es como no hablar de nada y como si del todo –no nosotros, no nadie– el Todo hablara. Tal ocurre con todo libro de poesía, tal ocurre con –todo oídos– cada lector o autor de poesía, de poemas.
Lector/autor, la même chose, la misma cosa. Poetas sólo aquellos que nos hacen, por derivación, por participación, poetas ser. Ser luego de él, ella (los autores), lo más próximo a lo que vive, a lo que siente, a lo que experimentan, a lo que les es o ha sido dado. Ante tales excesos de cordura, que cómo a la locura se parecen, nuestro agradecimiento.
Agradezco al oído que es Alberto Paredes (los Paredes, perdonarán la gracejada, oyen) el haberme invitado a escuchar la música de lo que en clave de soles –enclave de soles, enclave de soledad acompañada– ciertamente le pasa, y que esa música, esos soles, inunden y atraviesen las paredes, haciendo del espacio tiempo y de éste sugerencia, cuando menos, de duración un algo más que eso. La cortesía, la deferencia, la sensatez de ser, amplia y profundamente, claro con quien se pare enfrente, en este caso yo, simple lector, un yo casi sin habla ante lo que se habla, se le habla, ante lo que no sé pero me dice.
No bordaré más en el vacío (pero el vacío nos borda, nos aborda, nos desborda; si no, ¿cómo poesía?, ¿cómo?). Pisemos firme en esta alfombra mágica que firme nos avisa que vivido no hemos, soñado sí, y que volamos; si no, ¿cómo vivimos?, ¿para qué?
Pienso en los poetas, en esa gente que no es nadie. Pienso en el Nadie (en esos Nadie) que hace(n) la poesía, pienso en la nada o Nada (creo que así comenzamos) que la poesía es. Y en el no pensar, que hace que nada, para nada, el pensamiento sea –y así poesía se muestre, se decida, evidencie. Y en callar, ese callar que hace encallar mi barca contra todo el silencio de la música –Alberto músico y su palabra acantilados del mar / en las tardes de invierno.
Estoy al borde de quien no soy. ¿Otra manera hay de ser poeta, que no estar al borde de quien nomás no, nomás nunca, se es y a la vez se está siendo? Estoy al borde de no ser quien ora soy, de ser ya otro, por ejemplo: la cal amarilla / de las casas junto al río.
Si poeta aquel que rebasar se deja por lo que la palabra dice, le dice, y de algún modo u otro con su palabra acaba, Alberto es un poeta que el sol (o sus nómadas soles) se dijera que baña(n).
* A partir de Los soles del nómada, de Alberto Paredes (Bon Art)