Palenque, Chis., El trabajo de restauración que realizan en la zona arqueológica de Palenque cinco especialistas liderados por Haydeé Orea, coordinadora de los trabajos de conservación del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza), es increíble, integral y completo.

Así lo consideran los encargados de revertir diferentes daños en los majestuosos edificios mayas. El trabajo para la preservación de los bienes implica estudiar el entorno, la interacción de éste con los edificios, el comportamiento de los materiales y entender el sistema constructivo, hasta proponer metodologías adecuadas a las necesidades de los materiales, explicó la restauradora Stephanie Juárez.

Por ejemplo, el Palacio de Palenque, una de las edificaciones más importantes del recinto ceremonial y político central de esa zona arqueológica, es objeto de una amplia y profunda temporada de restauración y conservación en vistas a la inauguración de la estación del Tren Maya en esa localidad chiapaneca, el 31 de diciembre.

La temporada de trabajo de 2022 a 2023 se concentró en el Palacio y sus estructuras, denominadas casas A, B, C, D e I, con el fin de intervenir elementos arquitectónicos de cubiertas, frisos, cornisas y muros, para después abordar los acabados decorativos, relieves, pintura mural y aplanados, detalló la restauradora Krista Velarde.

Agregó que se realizó el registro gráfico y fotográfico de los edificios y sus elementos, como cubiertas, frisos, cornisas, muros y acabados. Todo queda documentado para que se pueda consultar y ayude a entender la técnica de manufactura. Esto nos da pie a tener intervenciones muchísimo más cuidadas, respetuosas y asertivas.

Juárez destacó que la finalidad es dar la mayor estabilidad a estos elementos que se encuentran en constante exposición a la lluvia, temperatura y otros fenómenos. La afluencia de personas también es un factor que puede determinar la estabilidad de los materiales. Si los visitantes no tienen cuidado, es obvio que van a generar deterioro.

El Palacio de Palenque fue un espacio administrativo donde la élite y el gobernante se reunían con motivos políticos o religiosos, y se tomaban decisiones importantes para la sociedad maya de ese lugar, que tuvo su auge en los siglos VII y VIII.

Juárez mencionó la importancia de restaurar, por ejemplo, las cubiertas, con lo que se evitó la filtración de humedad en los muros, la cual producía el crecimiento de microorganismos sobre las paredes y plantas superiores, y manchas de la suciedad que fue arrastrada.

Ejemplificó que se solucionó la pérdida de una cornisa y el problema del agua de lluvia que corría sobre la pilastra que cuenta con relieves modelados. Nuestro trabajo fue reponerla para desviar el escurrimiento y que no llegara a los relieves ni a los aplanados. Redujimos el impacto directo de la naturaleza.

Juárez y Velarde, junto con los demás restauradores y el equipo de trabajadores especializados, también retiraron parte de las sales que se depositaron sobre la policromía, para que se aprecien los colores y formas y se cerraron grietas.

También se sustituyeron por mortero y cal intervenciones previas hechas con cemento, principalmente en estuco o en algunas juntas de las escalinatas, porque este material provoca retención de agua.