Viernes 17 de noviembre de 2023, p. 4
San Francisco., A poco menos de un kilómetro del Moscone Center, donde los 21 líderes de las naciones que integran el Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC) realizan su 35 reunión para discutir el futuro económico de la región, se encuentra la Sexta Avenida, en el barrio de Tenderloin, donde se desarrolla una de las más crudas expresiones de la decadencia del imperio estadunidense.
Decenas de hombres deambulan desconectados de este mundo, del que primero fueron marginados por el sistema: padecen los efectos del fentanilo y otras drogas sintéticas, que consumen insaciablemente.
Apremiada por la cumbre y afecta al deber ser de la sociedad, la autoridad de San Francisco intentó desaparecer
, aunque fuera por unos días, estas expresiones de descomposición colectiva. Una suerte de limpieza social de algo que le avergüenza, para confinar a esas personas en lugares alejados, donde pocos pudieran verlas. Pero fue insuficiente. Acostumbrados a su entorno, muy pronto los deambulantes recuperaron su espacio.
Y aunque las limusinas y las camionetas que trasladaron a los líderes de la APEC no cruzarían por esta zona, al menos –dicen algunos residentes– por ahora los adictos redujeron su presencia. La gente dice que hay que evitar al máximo transitar por estas calles.
Con sus vidas destrozadas por la intoxicación, algunos yacen tirados en las banquetas, totalmente fuera de sí. ¿Esperando el final? Quizás viven el colapso personal saturados por la droga, ajenos a la letalidad que les provoca los insumos químicos.
Mientras, otros más se desplazan en estrambóticas posturas, ansiosos por consumir más droga, aunque en ello les vaya una implacable devastación personal. Día a día se acercan al final de su existencia, en una especie de suicidio. ¿Placentero? Quizá. Dramático e inevitable, seguro.
Quienes aún no alcanzan las profundidades de esta vida autodestruida, caminan con la mirada perdida, intentando reconectarse con la realidad. Una realidad que, tal vez, fue tan ruda en el pasado con ellos que los precipitó a esta condición como leitmotiv de su existencia o como una fuga. Hay quienes a la distancia se comportan sin signos de afectación por la droga: a las luces están apenas en el principio de este tobogán que los llevará al mismo destino.
Algunos se muestran totalmente ajenos a este mundo, en el que los dos máximos líderes del planeta, el presidente Joe Biden y su par chino, Xi Jinping, vista la emergencia y la proliferación de drogas químicas, finalmente se comprometieron a actuar. Como parte de su agenda, la víspera acordaron en esa compleja relación entre las potencias caracterizada por las tensiones geopolíticas y comerciales, buscar fórmulas para frenar la distribución de drogas químicas. A esos niveles sólo se mira la estadística, cuyo ascenso apremia a los gobiernos a detener urgentemente esta situación, más allá de sus divergencias.
Barrio en emergencia
Mientras llega esa solución global, si lo hace, en Tenderloin los adictos viven en comunidad, aunque apenas cruzan palabra. Apenas hace tres años este barrio fue declarado en emergencia. En 2020 murieron 700 personas por ingestión de fentanilo. Aunque los decesos disminuyeron durante la pandemia, en 2023 se dispararon nuevamente, con un aumento de 43 por ciento.
Más allá del drama que se vive cotidianamente en ese barrio, las cifras son brutales, a pesar del alza de 150 por ciento en el decomiso de fentanilo y un incremento presupuestal de la ciudad para endurecer las acciones contra esa droga sintética. Según estimaciones oficiales, una persona fallece cada 10 horas por consumirla en esta metrópoli californiana. Si bien el fentanilo tiene la propiedad de ser altamente adictivo, su bajísimo costo, en comparación con otros enervantes menos letales, alienta la expansión de su consumo: entre dos y tres dólares la dosis.
Mientras tanto, los líderes que participan en la cumbre del APEC conocerán, en cifras, otra realidad de San Francisco. Este distrito aduanero reporta anualmente intercambios comerciales con los 21 países del mecanismo Asia-Pacífico por 100 mil millones de dólares anuales. Lo demás, parece ser lo de menos...