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Penultimátum

Modigliani y Guillaume

N

o sólo en ensayos y libros se analiza la trayectoria de Amedeo Modigliani (Livornio, 1884-París, 1920). También en la obra en tres actos que Dennis McIntyre produjo en 1979, y en la película que el estadunidense Mick Davis dirigió en 2004, que protagoniza el actor Andy García. En ninguno de los casos se ofrece una visión certera sobre la relación de Modigliani con el marchante Paul Guillaume (1891-1934).

Ahora de nuevo el autor de retratos y esculturas de mujeres con rostros y extremidades alargados que lo hicieron famoso a principios del siglo XX es tema de otra película. La dirigen y producen Johnny Depp y Al Pacino. El reparto lo encabeza el actor italiano Riccardo Scamarcio. Se trata de una adaptación de la obra de teatro de McIntyre. Seguramente, los encargados del guion de este nuevo filme visitaron ya la exposición Modigliani, un pintor y su marchante, en el Museo de L’Orangerie de París, para documentar adecuadamente la amistad que hubo entre ambos personajes. Comenzó en 1915 gracias al poeta Max Jacob y duró poco más de un año. Pero Guillaume siguió adquiriendo las obras de su amigo, y coleccionándolas, al lado de las de Picasso, Soutine, Matisse, Gris, Cocteau, Brancusi…

En ese entonces, Modigliani no era muy conocido, igual que quien más lo promovió. Fue éste quien lo convenció de dejar la escultura por la pintura, pues tenía un mercado más amplio. Le alquiló un estudio en Montmartre y empezó a dar a conocer sus cuadros. El marchante quedó retratado por Modigliani en varias ocasiones, tres de ellas se incluyen al lado de las otras 51 obras que integran la exposición.

Entre ellas, el desnudo Nu couché, realizado en 1917. Igual que otros desnudos, fue declarado indecente, ofensivo, por incluir el vello púbico de la modelo. Los hizo cuando se fue a la Costa Azul para cuidar de su debilitada salud. Allí desarrolló plenamente el estilo figurativo por el que pasó a la historia.

Ambos personajes fueron de los pocos que en ese entonces consideraron las estatuas y máscaras africanas obras de arte, y Guillaume de los primeros en exponerlas junto a las modernas de Europa. La exposición muestra claramente cómo la relación artista y marchante no se circunscribió simplemente a lo mercantil. Los unía la admiración por las expresiones más refinadas del arte y las letras.