Las autoridades federales y estatales de Guerrero tienen la gran oportunidad de recuperar el terreno perdido frente a los grupos delictivos que operan en Acapulco; es el momento de formar un frente y construir una seguridad en beneficio del puerto y sus ciudadanos, considera Alejandro Martínez Sidney, presidente de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios Turísticos en esa ciudad.

Tras el impacto del huracán Otis, la Marina, el Ejército, la Guardia Nacional y la fiscalía estatal pueden aprovechar para tomar el control de las playas, de las áreas comerciales y también ir a buscar a estas células criminales, desintegrarlas, desmantelarlas, señala.

Es tiempo, agrega, de que se revise quiénes regresarán a las playas; es momento de ponernos de pie y empezar a caminar.

Considera que aun con la devastación que dejó el meteoro en este destino turístico, la delincuencia organizada continúa; incluso, dice, se presume que estuvo detrás de los saqueos a las grandes tiendas departamentales.

Aunque no hay ahorita a quién cobrarle la cuota, no hay a quién extorsionar, no hay informes de ejecuciones, el problema ahí sigue, subraya Martínez Sidney.

Sin comparación alguna

–¿Usted cree que antes del paso de Otis, en algún momento Acapulco se vino abajo como destino turístico por los altos índices de violencia que prevalecen?

–El daño que ha dejado el huracán no tiene comparación alguna con el causado en la última década por la inseguridad y la violencia. El huracán afectó gravemente la economía de Acapulco, su sistema productivo, no hay comparación.

La violencia pudo haber cobrado la vida de cuatro personas y aquí la vida económica seguía, pudo haber un asesinato allá por Pie de la Cuesta, pero aquí en toda la Condesa continuábamos trabajando; había 10 comerciantes amenazados de extorsión en el mercado central, pero seguíamos laborando de este lado.

Sin embargo, para enfrentar el problema de inseguridad y violencia que ha golpeado a Acapulco en la época reciente, el empresario propone la realización de campañas de concientización entre los jóvenes sobre el daño que causan las drogas.

Apunta que mientras haya quien compre estas sustancias, el problema persistirá: Con una persona que consuma cocaína, va a haber tres grupos tratando de vendérsela; es una cadena de violencia y destrucción.

Martínez Sidney refiere que a unos 300 kilómetros de Acapulco pasan los embarques de Colombia a Estados Unidos, o de Ecuador o de Sudamérica; entonces, no sabemos de dónde la han traído, pero desgraciadamente mucha de esta droga se ha infiltrado en nuestra juventud.