Club cero
na dulce tiranía. El recinto escolar en que transcurre la acción de Club cero (Club Zero, 2023), la cinta más reciente de la realizadora austriaca Jessica Hausner (Hotel, 2004; Lourdes, 2009; Little Joe, 2019;), bien podría ser un espacio monástico de disciplina rígida y rituales de autolaceración y penitencia. Se trata, en cambio, de un internado mixto, de corte liberal y laico, para jóvenes estudiantes, hijos de familias acomodadas, donde, entre otras materias, se imparten cursos muy heterodoxos de nutrición radical consistentes en reducir al máximo el consumo de carne y alimentos procesados.
La llegada a dicho plantel de una profesora nueva, la señorita Novak (Mia Wasikowska), conduce la disciplina alimentaria a extremos preocupantes para los padres de familia y para las propias autoridades escolares. La propuesta potencialmente explosiva de la maestra seduce a cinco de sus alumnos, pronto adeptos a este tipo de secta fanática, quienes sueñan con volverse paladines de una lucha contra el consumismo y el daño ambiental, al aceptar reducir su ingesta diaria a un nivel cero, un punto casi de inanición, para ser dignos miembros del club exclusivo al que alude el título de la película.
Aunque la idea de Jessica Hausner y su coguionista, Géraldine Bajart, es interesante y atractiva, y de una actualidad innegable, el relato no tarda mucho en parecer inverosímil. No sólo es poco creíble que con privaciones semejantes los alumnos consigan mantener el aspecto sano de un ser bien alimentado, también sorprende que un joven diabético, con fuertes trastornos colaterales, salga venturosamente bien librado de una dura prueba que rápidamente habría acabado con la vida de cualquier otro paciente.
Apenas se mencionan en la cinta los términos de bulimia o anorexia, dado que lo que en ella se juegan son metáforas más ambiciosas relacionadas con el delirio enajenante de un consumismo voraz que, a la par del cambio climático y otras catástrofes ecocidas, amenaza con destruir a toda la humanidad.
Hay ciertamente aquí reminiscencias del cine del austriaco Ulrich Seidl sobre extravagancias semejantes llevadas con él a mejor puerto, o incluso del inquietante filme noruego Enferma de mí (Kristoffer Borgli, 2022), presentado en la pasada Muestra, sobre el narcisismo y trastornos radicales de la conducta; desafortunadamente en este Club cero, es evidente la relativa ausencia de aquel auténtico filo satírico y corrosivo, y de la fusión convincente de fantasía y realismo, que han caracterizado a las obras anteriores de esta cineasta talentosa.
Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional a las 16 horas.
Twitter: @CarlosBonfil1