Opinión
Ver día anteriorViernes 10 de noviembre de 2023Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Economía moral

Historia de mi vocación, 41ª entrega // La Antropología Filosófica Marxista y el Perfeccionismo (2ª parte)

L

a 4ª consecuencia del carácter mediado del trabajo que narré parcialmente en la entrega del 3/11/23, sostiene que las necesidades (N) que orientan la producción no son las N biológicas del hombre, sino las N originadas por la producción. La concepción marxista del ser humano (SH), continúa György Márkus (GM), no separa tajantemente N de capacidades (C), sino que las considera determinaciones recíprocamente condicionadas del individuo activo. Marx designa a ambos con el término fuerzas esenciales humanas (FEH). El SH es una entidad activa, capaz de satisfacer sus N exclusivamente a través del desarrollo de ciertas C, y por ello la transformación de sus C ya desarrolladas en actividad real es una N para él. La escisión entre C y N es consecuencia de la división del trabajo y de la alienación. Las N biológicas originales se han humanizado: el objeto no es un objeto en general, sino un objeto determinado que tiene que ser consumido de una determinada manera. El hambre es hambre, pero el hambre satisfecha con carne cocida y comida con tenedor y cuchillo es un hambre diferente de la que se come la carne cruda con la ayuda de la mano, la uña y los dientes. La producción produce no sólo el objeto de consumo, sino también el modo de consumo y el consumidor. En el curso de la producción, aparecen N completamente nuevas, sociales en su origen y contenido. Surgen N sociales de objetos no aptos para la satisfacción de una N individual. Surgen necesidades radicales –necesidades que por su propia naturaleza van más allá de las posibilidades productivas y sociales dadas– que juegan un papel central en la teoría de la revolución de Marx. Si el trabajo constituye el ser del hombre, entonces el hombre es esencialmente un ser natural universal: es potencialmente capaz de transformar todos los fenómenos naturales en objeto de sus N o de sus actividades (AV), y también se vuelve capaz de adaptar su AV a la totalidad de las leyes naturales y alterar cada vez con mayor penetración su entorno.

5ª consecuencia. El animal se encuentra en una relación directa con los objetos de sus N constantes, biológicamente determinadas. Puesto que en la AV vital del animal el motivo (aquello que induce al acto) y el objeto (aquello a lo que se dirige el acto) coinciden, el objeto nunca aparece independientemente de la N real, sino siempre en fusión con ella. El mundo como algo objetivo, como algo aparte e independiente de las N, no existe para el animal y tampoco existe el animal como sujeto independiente de su objeto, es decir, el animal no es un ser consciente. En el trabajo, como AV mediada por objetos, motivo y objeto de la AV dejan de coincidir inmediatamente. El acto de trabajo no es idéntico a la satisfacción directa de una N, pues no significa la apropiación de una cosa natural apta para el consumo, sino que tiene como objetivo transformarla, a menudo a través de varios pasos intermedios. Por esta razón, el trabajo produce y presupone necesariamente una ruptura de la fusión animal entre N y objeto, entre sujeto y objeto. El trabajo engendra el ser consciente y el ser autoconsciente del SH. GM añade otro aspecto crucial del trabajo: “De hecho, la actividad productiva específicamente humana sólo es posible cuando se puede hacer una contraposición y una comparación entre el objetivo, la forma ideal deseada del objeto que se va a realizar, y la cosa realmente presente y percibida en sí misma; es decir, cuando la actividad está guiada y controlada por una intención, por el objetivo a alcanzar”. Y cita El Capital: Al final de cada proceso de trabajo, surge un resultado que ya había sido concebido por el trabajador, que ya existía idealmente. El SH no sólo efectúa un cambio de forma en los materiales de la naturaleza; También impone su propio propósito en ellos. Y este propósito es consciente, determina el modo de su AV con la rigidez de una ley, y debe subordinar su voluntad a ella. De este modo, el mundo objetual aparece ante el hombre al margen de la relación del individuo con él, como realidad objetiva frente a la cual los deseos, fines y N humanas, el mundo interior emocional e intelectual del hombre llegan a la conciencia como subjetivos. El trabajo mismo es, como consecuencia de su carácter finalista, actividad conjunta de la mano y el cerebro, y el producto del trabajo aparece como la objetivación simultánea de capacidades físicas y espirituales. GM aborda el rasgo de universalidad del ser consciente y el desarrollo cualitativo de la conciencia. A medida que la actividad material-práctica del hombre progresa y se vuelve más universal, abarcando una gama cada vez mayor de objetos y relaciones objetivas, también llegan a ser conocidos conscientemente por él. Como resultado necesario de su devenir práctico universal, el hombre desarrolla una universalidad intelectual, es decir, su desarrollo histórico se caracteriza por una tendencia dirigida a superar todas las barreras para el conocimiento humano. Esta universalidad no debe entenderse sólo en sentido extensivo como expansión puramente cuantitativa del cuerpo de conocimientos. En este proceso de universalización de la conciencia, el carácter de la actividad mental se transforma y este cambio concierne a su relación tanto con el sujeto cognoscente como con el objeto a conocer. Los SH no pueden llevar una vida humana excepto en su relación con otras personas. El trabajo es siempre social, ya que los SH trabajan en grupo o producen unos para otros; y como AV productiva es siempre una AV histórico-social, ya que los medios y la C de utilizarlos dependen de la apropiación de fuerzas productivas previamente creadas. El SH es, pues, un ser social universal. La universalidad se expresa en los tres primeros rasgos: en el trabajo los SH son seres naturales-universales; socialmente, son seres socio-universales e histórico-universales; en referencia a la conciencia, son seres universalmente conscientes. Marx niega que la esencia humana (EH) sea el conjunto de rasgos fundamentales que permanecen inalterados en el desarrollo histórico y que caracterizan a todo individuo, debido a la alienación. La universalidad del hombre no puede ser entendida como una característica de todos los individuos. El trabajo, la sociabilidad y la conciencia pueden concebirse como rasgos necesarios y permanentes de todo individuo, pero cuando se conciben de esta manera su significado pierde su sustancia antropológica. El trabajo, de ser una AV libre en la que el hombre forma, desarrolla y se apropia de sus propias C, bajo la alienación se convierte en AV impuesta externamente que genera la unilateralidad del sujeto. En el capitalismo, la dependencia del individuo del todo social no significa existencia colectiva (la sociedad alienada es la caricatura de la comunidad real). La conciencia cotidiana individual se divorcia del desarrollo genérico de la conciencia social y del progreso científico y artístico. Se convierte en fetichista.