n el presente sexenio se ha dado un impulso inédito a la construcción y recuperación de ferrocarriles de pasajeros y de carga. Sólo el Tren Maya representa 2 mil 264 kilómetros de vías férreas, que suman casi 3 mil con las correspondientes al Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec. Asimismo, se ha realizado un esfuerzo para concluir el Tren Interurbano México-Toluca, iniciado durante la administración pasada con una serie de fallas técnicas y políticas (como realizar el trazado sin considerar a los habitantes que se verían afectados) que retrasaron las obras y multiplicaron sus costos de manera catastrófica. No puede omitirse que para la conectividad con el nuevo Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles se priorizó la construcción de un nuevo ramal del Tren Suburbano, aunque este proyecto no se cuente entre los ferrocarriles por ubicarse dentro del perímetro metropolitano de la capital del país.
Además, se presentó una norma oficial expresamente redactada para garantizar la operatividad y seguridad de trenes como el Maya que circulan hasta a 177 kilómetros por hora, los cuales nunca habían existido en México. Todos estos avances se concluirán en los próximos meses, pero el presidente Andrés Manuel López Obrador también anunció su intención de dejar sentadas las bases para el relanzamiento del sistema ferroviario de pasajeros a nivel nacional: desde el pasado 10 de octubre, el mandatario informó que las leyes vigentes contemplan la posibilidad de operar este medio de transporte sobre las mismas vías que actualmente ocupan los ferrocarriles de carga, y sostuvo que las empresas concesionarias de esos tendidos (Ferromex y Kansas City Southern Lines, KCSL) serán invitadas a construir y manejar la infraestructura para atender a los viajeros, es decir, los vagones, las estaciones, terminales y catenarias que precisa un tren eléctrico.
En ese momento, el Presidente adelantó que se daría un plazo razonable a las firmas involucradas y que, si las mismas declinaban participar en el emprendimiento, se buscaría que el Estado lo lleve a cabo con o sin el acompañamiento de entidades privadas. Ayer, estos propósitos avanzaron hacia su concreción con el aviso de que a más tardar el día 20 de este mes se publicará un decreto en el que se establecerá enero de 2024 como fecha límite para que Ferromex y KCSL fijen su postura. De este modo, el próximo gobierno dispondrá de 20 mil kilómetros de vías férreas que habrán de rehabilitarse y optimizarse para volver a comunicar a todo el país con trenes de pasajeros. Por último, vale recordar que en febrero el titular del Ejecutivo expresó su preferencia por retomar el proyecto del tren de alta velocidad de la Ciudad de México a Querétaro en vez de añadir carriles a la autopista que conecta dichas urbes, la más congestionada del país. Si esta visión se materializa, México sería la primera nación de América Latina en disponer de este moderno medio de transporte.
No debe minimizarse la trascendencia y la pertinencia de lo hecho y lo que se plantea hacer con el desarrollo de la red ferroviaria con fines turísticos y de movilidad. Desmantelados y abandonados en Estados Unidos por el cabildeo de las multinacionales automotrices, los trenes han sido el pilar del sistema de transporte de pasajeros en Europa, Japón, China y otras regiones, lo que supone múltiples beneficios: en primera instancia, se trata del medio de transporte masivo más ecológico existente, lo cual lo ubica en las antípodas del avión y de la insensatez de generalizar el uso del automóvil privado, sea eléctrico o de combustión interna. Asimismo, reduce los tiempos de desplazamiento y contribuye a revivir las ciudades al devolver a la gente los territorios destinados a interminables lotes de estacionamiento. Por si lo anterior no fuera bastante, los ferrocarriles son más seguros y se encuentran sometidos a menos imprevistos.
Sin duda, es motivo de regocijo que se deje tras el modelo estadunidense, impuesto en México por el ex presidente Ernesto Zedillo, quien dio un ejemplo de destructividad neoliberal al desaparecer los trenes de pasajeros, entregar las vías a empresas privadas que las subutilizan al emplearlas únicamente para la carga, y después integrarse como directivo a una de las compañías a las que malbarató el patrimonio nacional. Es un hecho que el giro actual ya ha reanimado la economía nacional mediante la creación de decenas de miles de empleos, y lo seguirá haciendo al mejorar la conectividad de manera ordenada, ecológica y con visión de futuro.