Viernes 10 de noviembre de 2023, p. 23
Alrededor de 43.2 millones de personas en América Latina y el Caribe sufren de hambre, el equivalente a 6.5 por ciento del total de los habitantes, un aumento de 0.9 por ciento frente a los niveles previos a la pandemia de covid-19, reveló ayer un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
El informe titulado Panorama Regional de Seguridad Alimentaria y la Nutrición en América Latina y el Caribe hace énfasis en que la desigualdad, pobreza y cambio climático han revertido al menos 13 años del progreso de la región en la lucha contra la desnutrición.
Asimismo, señala que la inseguridad alimentaria, ya sea moderada o grave, afecta más a las mujeres que a los hombres de la zona.
Mario Lubetkin, subdirector general y representante regional de la FAO para América Latina y el Caribe señaló que combatir el hambre ha sido, históricamente, mucho más que alimentar a la población, es un pilar fundamental para erradicar la pobreza, disminuir las desigualdades, alcanzar un mundo más pacífico y, sobre todo, avanzar en el camino para lograr el desarrollo sostenible en la región
.
Al presentar el estudio de manera virtual desde Chile, el funcionario indicó que de acuerdo con los datos del informe, hasta el cierre de 2022 la región aún se encontraba lejos de alcanzar las metas establecidas en la agenda 2030 y se registran cifras de hambre y de seguridad alimentaria por arriba de los niveles previos a la pandemia.
Las cifras de hambre en nuestra región continúan siendo preocupantes. Vemos como cada vez nos alejamos más del cumplimiento de la agenda 2030
, lamentó.
El informe de la FAO reveló que mientras el costo promedio de una dieta saludable a nivel mundial en 2021 fue de 3.66 dólares de paridad de poder adquisitivo (PPA) por persona al día, en América Latina y el Caribe se alcanzó un nivel de 4.08 dólares, siendo la región del mundo con el costo más alto de una dieta saludable.
A raíz de lo anterior, señala, una de cada cinco personas en la región no tienen los recursos suficientes para acceder a alimentación nutritiva, una situación altamente preocupante.
La asequibilidad de una dieta saludable se asocia directamente a un mayor riesgo de inseguridad alimentaria y otra forma de malnutrición. La falta de ingresos económicos y el aumento de precios de los productos llevan a las personas a reducir la cantidad y la calidad de los alimentos, aumentando así el consumo de comida altamente procesada y de menor valor nutricional
, advirtió Lubetkin.