Un componente clásico de la esencia del futbol sudamericano, más allá de la buena técnica, es la pasión de los aficionados. En medio del dramatismo y la tensión, el Fluminense conquistó la prime-ra Copa Libertadores de su his-toria en el legendario Maracaná al imponerse 2-1 al Boca Juniors, que revivió, como hace cinco años en el Bernabéu, la frustración de perder el partido cumbre por el cetro de la Conmebol.

Con un futbol vistoso y ofensivo que hizo recordar al jogo bonito, el Fluminense de Fernando Diniz extendió la hegemonía de los brasileños en la Copa Libertadores, luego de que Flamengo y Palmeiras se han coronado en las cuatro ediciones recientes.

Para Boca la derrota es un durísimo golpe en su obsesión por alcanzar el séptimo título del emblemático torneo sudamericano. Una segunda final de Copa que pierde desde 2018, cuando su acérrimo rival River Plate le infligió la peor humillación en su historia al derrotarlo en el Santiago Bernabéu.

Siento mucha felicidad. Es el resultado de un trabajo. Boca no es un fracaso. Quien haya llegado hasta aquí es un campeón. Un campeón no es quien gana el título, sino quien vive con dignidad, quien respeta y trabaja con amor, dijo Diniz.

Hay un sabor especial en estos encuentros, donde el frenesí de los seguidores se combina con el vigor de los jugadores en el campo. No obstante, esa vehemencia puede derivar en violencia; precisamente ante esa alerta el duelo entre Boca y Fluminense ya generaba expectativas después de un altercado que se desató el jueves entre aficionados.

El aforo de 69 mil personas que recibió el Maracaná se vio dividido entre los colores del Fluminense así como el azul y oro del rival, todo custodiado por un megaoperativo de seguridad. Era una presión que nacía desde el estadio más emblemático de Brasil, recorría las calles de un país donde el futbol es religión y llegaba hasta Bue-nos Aires, donde la afición des-cargaba su ansiedad entre un grito de aliento.

En la cancha, el vértigo fue constante. Germán Cano (35) abrió el camino del Fluminense al triunfo con un gol tras un pase de Keno. El jugador de 35 años concretó así su actuación como máximo goleador del torneo con 13 tantos.

Boca igualó a los 72 minutos con un remate cruzado del peruano Luis Advíncula que pasó entre varios rivales y sorprendió al portero Fabio. El empate obligó a extender el duelo a la prórroga y en medio del nerviosismo, John Kennedy (98) encontró las redes con un disparo desde fuera del área.

Kennedy se dejó llevar por la euforia al celebrar con la afición, no era para menos, el tanto les daba el título. Sin embargo, tuvo que ver seguir el encuentro desde fuera del campo al ser expulsado. La tensión ya estaba a tope, los jugadores se enfrascaban en discusiones, lo que provocó que Boca no aprovechara la superioridad numéri-ca, pues en la agonía del primer tiempo extra salió expulsado el colombiano Frank Fabra por golpear en el rostro a Nino.

El resto fue resistir por parte del Fluminense para darle el triunfo a sus seguidores, mientras los aficionados de Boca seguían pasmados entre el dolor y la resignación.

El cetro tiene un sabor especial para Marcelo, quien regresó al Fluminense, su club de origen tras una trayectoria de 16 temporadas y 25 títulos con el Real Madrid, El lateral se convirtió en el jugador 14 en conseguir la Libertadores y la Liga de Campeones (ganó cinco entre 2014 y 2022). El Madrid lo entenderá. Es el título más importante de clubes, porque aquí me crié, dijo

Como campeón de la Libertadores, el Flu también se lleva el boleto para disputar en diciembre el Mundial de Clubes de Arabia Saudita y el de Estados Unidos 2025.