Miércoles 1º de noviembre de 2023, p. 3
Acapulco, Gro., Vea nada más, ahí se ve cómo subió el nivel de agua y la tierra, cómo iba rebotando en los muros, así tiró varias bardas, se metía por las ventanas y llenaba las casas
, narra doña Rosa. En el largo camino que abarca lo que hasta hace unos días fue una barranca, en la comunidad Kilómetro 30, sobre la carretera libre Acapulco-Zihuatanejo, un deslave de tierra dejó su rastro de manchas de lodo y muchas salpicaduras.
La madrugada del 25 de octubre la fuerza de Otis desgajó una parte del Cerro del Niño Perdido. Cientos de toneladas de tierra se deslizaron por la barranca Arroyo Seco y todo mundo sabe que cuando llueve, el agua arrastra hasta coches
. Esa noche, los colonos que habitan en lo más alto del cerro trataron de resguardarse. Una madre y su hija de dos años quedaron atrapadas en la corriente de agua y tierra. La mujer se salvó, mientras los equipos de búsqueda y rescate llevan dos días tratando de localizar a la menor.
Este fue uno de los más de 50 casos, reportados por los habitantes de Acapulco, de personas desaparecidas a consecuencia del huracán y que atienden los grupos de rescatistas, en coordinación con equipos de diversas entidades.
En los días recientes, los casos de personas desaparecidas han puesto en marcha acciones especiales con más de 30 grupos de búsqueda, localización y rescate.
La familia Sánchez
Un caso es el de una integrante de la familia Sánchez, habitantes de la colonia Plan de Ayutla, en la comunidad Kilómetro 30.
Ellos viven en la última casa, la que está más cerca de la punta del cerro. La madrugada que pegó el huracán el área comenzó a desgajarse y la tierra bajó por la barranca Arroyo Seco. El lodo fluyó rapidísimo, a nuestras casas se metió por las ventanas
, narró doña Rosa, vecina del lugar.
Afirmó que la entrada de su casa estaba un metro arriba del piso del arroyo y ahora lo que parece una calle está al ras de la estructura metálica de acceso a su domicilio.
Metros adelante una pared presenta, como si se hubiera trazado intencionalmente, una línea entre negra y cobriza. La raya está a poco más de dos metros de altura sobre lo que ahora es el nivel del piso.
En lo que fue la barranca ya entró maquinaria pesada que ha ido compactando y recorriendo gran parte de la tierra que bajó del cerro. Quedan como muestra dos montones alargados de tierra pegados a los muros de las casas, falta que los compacten.
Un camino cercano coincide con dos cortes del vado que dejó el agua y el lodo al bajar y que se unieron al cauce del río Papagayo, que también se desbordó y destruyó dos tramos de la carretera libre Acapulco-Chilpancingo.
Ayer fue el segundo día de trabajos coordinados para tratar de localizar a la niña de dos años que vestía suéter rojo y pantalón negro y mide unos 60 centímetros de estatura.
Vecinos de la parte más alta de la colonia Plan de Ayutla narraron que entre las 12 de la noche y la una de la mañana hubo quienes intentaron buscar refugio en casas de sus familiares que viven más cerca de la carretera, entre ellos la familia Sánchez.
La señora bajaba del cerro cuando la arrasó la avalancha de lodo, piedras, tabiques, árboles y alambres de púas que servían de cerca en los terrenos. Llevaba a su niña en los brazos. La fuerza del temporal se la arrebató. La madre sobrevivió, fue localizada en los primeros 200 metros de la barranca. El padre acompaña a los especialistas en la búsqueda de la menor.
Buscan a parientes y amigos
Personal de búsqueda y rescate, coordinado por la Fiscalía General de Justicia del Estado de Guerrero (FGJEG), se movilizaron desde el 26 de octubre para atender, como en este caso, los llamados de auxilio que llegan a los centros de atención. El punto de partida de las brigadas se estableció junto a la Base Naval de Icacos.
Los equipos de rescate han logrado localizar, así, a más de 150 personas inicialmente reportadas como desaparecidas y que han tenido contacto o se han reunido con sus familias, incluso extranjeros que vacacionaban en este puerto.
Sin embargo, todavía hay familias que desconocen el paradero de sus seres queridos. Ante la posibilidad de que hubieran perdido la vida, las autoridades elaboran un registro genético, que comparan con los datos obtenidos de los cadáveres no identificados.
En esta entidad los grupos de búsqueda están altamente capacitados. Antes de enviar los restos de una víctima a un centro de resguardo, las autoridades recogen los perfiles genéticos del cuerpo y los envían a una base de datos.